Sr. Director: En relación con la carta al editor de García et al queremos, en primer lugar, agradecer a estos autores el interés mostrado por nuestro artículo, así como algunas anotaciones que realizan y que ayudan a completar y enriquecer el caso presentado.
No obstante, queremos comentar el último párrafo de su carta, en el que expresan su «enorme extrañeza por las repetidas visitas al servicio de urgencias de este paciente», «incluso con la lesión ya diagnosticada». En relación con ello nos gustaría recordar que el número total de estas visitas fue de tres: la primera tras el accidente, la segunda a los dos días por persistencia del dolor y la tercera, remitido por su mutua tras serle realizada (a solicitud nuestra) una resonancia magnética en la que se confirmaba una fractura de base de odontoides que hasta el momento había pasado inadvertida.
Pensamos que éste no es, en nuestra opinión, el mejor caso para ilustrar el «uso redundante y abusivo de las urgencias hospitalarias», conclusión que sorprendentemente parecen extraer estos autores, sino que, al contrario, muestra sus consecuencias.
Al margen de ello, queremos hacer hincapié en la importancia de evitar conductas miméticas que la sobresaturación provoca (confianza absoluta en los informes de las pruebas complementarias, realizar programas de rehabilitación de forma indiscriminada, etc.) y en otras enseñanzas que pretendimos que se extrajeran de este caso, especialmente para todos aquellos que tienen actividad de urgencias, incluidos neurocirujanos, cirujanos ortopédicos y rehabilitadores, todos ellos en estrecho contacto con este tipo de lesiones.