Sres. Directores: Agradecemos a los autores de esta carta las aportaciones que realizan a nuestro trabajo; intentaremos aclarar alguna de sus matizaciones.
En primer lugar, señalar que el objetivo de nuestro trabajo no era validar una encuesta, sino conocer la frecuencia de aparición de síntomas/signos relacionados con la menopausia en la población de la muestra. Los síntomas/signos fueron recogidos de Andersen1 que son datos obtenidos en consultas médicas, tratando así de disminuir, en la comparación, el sesgo de mujeres que acuden a consulta/mujeres población general (si bien se trata de consultas específicas de menopausia). A las pacientes se les interrogó sobre la presencia de estos síntomas durante la época perimenopaúsica y para disminuir el sesgo de memoria se analizaron por separado los datos del grupo de mujeres cuya menopausia había ocurrido en los últimos 5 años. La frecuencia e intensidad de los síntomas no fue recogida pero fueron motivo de consulta médica en un porcentaje que concuerda con la bibliografía consultada (45,5% en nuestro trabajo frente a cerca del 50% de la bibliografía)2.
Conociendo las dificultades que implica realizar una encuesta sobre hábitos dietéticos, recogimos sólo el consumo de lácteos por ser la ingesta más regular y más fácil de cuantificar (tabla de equivalencias). El consumo de calcio en las mujeres de nuestra muestra es inferior a 500 mg/día en más del 50%. El NIH Consensus Develoment Panel On Optimal Calcium Intake3 recomienda que la ingesta de calcio sea de 1.000 mg/día en la edad adulta y en mayores de 65 años de 1.500 mg/día (el consenso indica que la insuficiencia por ingesta inadecuada y la reducción de absorción de éste puede acelerar la pérdida ósea que experimentan los individuos de más de 65 años). En las estratégicas de prevención primaria de osteoporosis es básico asegurar la ingesta debida de calcio, el ejercicio y evitar hábitos perjudiciales para el esqueleto4.
Totalmente de acuerdo con nuestro trabajo vuestra aportación sobre la necesidad de establecer que síntomas/signos tienen relación directa con el déficit estrogénico, para así poder considerar el THS en el control de éstos.
Con respecto a la enfermedad cardiovascular, el artículo que mencionan de Grady et al, aunque los datos que aporta son los mejores que pueden ofertarse (ante la ausencia de datos fiables) son datos basados en estimaciones sobre supuestos teóricos5. Aunque el beneficio del tratamiento con estrógenos aislados está demostrada, lo que falta por conocer es el resultado que tiene la adicción de progestágenos sobre la morbimortalidad por enfermedad cardiovascular, aun conociendo el efecto favorable sobre el fibrinógeno y el perfil lipídico6.
Por último señalar que el problema con el que nos encontramos con respecto a los factores de riesgo de osteoporosis (si incluimos enfermedades y fármacos pueden ser más de 30)7, es la dificultad para cuantificar muchos de ellos y que, además, la mera valoración de datos clínicos o antropomórficos no es útil para predecir en un individuo determinado el riesgo de desarrollar osteoporosis8.