Sres. Directores: Agradezco el interés y las aportaciones recibidas en la carta de los Dres. Ballester y Díez, pero su lectura no ha cambiado mi posición adoptada en el editorial1 publicado recientemente en esta revista (Aten Primaria 1998; 21: 593-595), en la que manifestaba que la homeopatía está basada en unos tratamientos de dudosa eficacia. Además, he podido observar en su carta algunas contradicciones e inconsistencias que comentaré a continuación:
A pesar de que los Dres. Ballester y Díez presentan, en el primer párrafo de su carta, una terapia homeopática válida, que carece de efectos secundarios, de bajo coste y que puede ser efectiva posteriormente, reconocen que esta terapia todavía se encuentra en sus fases iniciales de desarrollo y que los ensayos clínicos correctos están planificándose.
Los Dres. Ballester y Díez sólo mencionan la bibliografía en la que aparecen los ensayos clínicos con resultados más favorables, pero no hacen referencia ni a los trabajos en los que no se probó su eficacia o las críticas desfavorables1 que surgieron con su publicación, con lo que ofrecen una visión segmentada (bastante sesgada) de la información.
No procede comparar el cardiotónico digital con la terapia homeopática, ya que, por desgracia, esta última no dispone actualmente de un fármaco tan eficaz.
En el último metaanálisis, publicado de K. Linde et al2 sobre los ensayos clínicos controlados de la homeopatía, se reconoce que globalmente los efectos clínicos de esta terapia no son completamente debidos al efecto placebo, pero en el metaanálisis no se obtuvo implicaciones clínicas prácticas porque se encontró poca evidencia de terapias homeopáticas que fueran efectivas para una patología clínica determinada. No obstante, a pesar de estos resultados, K. Linde et al recomiendan realizar dos estrategias de investigación: a) desarrollar modelos de laboratorio que exploren los mecanismos posibles de acción o que se realicen investigaciones para reproducir algunos ensayos clínicos positivos utilizando modelos clínicos más sencillos, y b) averiguar si la homeopatía es una herramienta útil en atención sanitaria.
Pero las dificultades esperadas para realizar estas investigaciones, y para reproducir los resultados, son considerables2,3. Por una parte, ningún ensayo clínico ha podido ser reproducido satisfactoriamente al evaluarlo con los criterios predefinidos para reproducir un estudio. Estos criterios son: realizar al menos 3 repeticiones independientes por investigadores diferentes sobre una misma patología clínica, con el mismo modelo de homeopatía, con los mismos tratamientos, medidas de resultado, población similar, etc. Sólo 4 ensayos clínicos con el tratamiento galphimia glauca para la rinitis alérgica estacional han conseguido cumplirlos en parte, ya que fueron llevados a cabo por el mismo investigador principal, y no por 3 independientes; además todos los ensayos tuvieron un número alto de pacientes que se retiraron del estudio2. Otros ensayos clínicos prometedores sobre 4 remedios homeopáticos (opio, arnica, raphanus y chinchona) para el íleo postoperatorio después de la cirugía abdominal, y el tratamiento homeopático clásico para la migraña, no han conseguido replicar los efectos positivos que habían mostrado en los primeros ensayos. Por otra parte, los modelos estudiados no coinciden con la práctica clínica de la homeopatía actual, ya que en general la terapia homeopática trata la sintomatología de los pacientes y no enfermedades, por lo que el tratamiento debe ser flexible e individualizado3.
Otros investigadores más ortodoxos, como Langman4 o Vandenbrouckel5, se muestran también críticos con los ensayos clínicos de la homeopatía porque no sólo se desconoce su mecanismo de acción (al igual que muchos fármacos alópatas que se utilizan en la práctica clínica), sino que además no se dispone de una teoría convincente en la que apoyar el ensayo, por lo que los resultados obtenidos son difíciles de interpretar. La homeopatía desafía a los conocimientos científicos actuales, ya que la utilización de una sustancia terapéutica en dilución (media y alta) contiene muy pocas moléculas del medicamento original2 y por lo tanto, posiblemente, no tiene ningún efecto biológico. Por lo que la investigación de los citados ensayos clínicos podría conducir a un resultado incierto y tal vez a un gasto innecesario de recursos2,4,5.
Los Dres. Ballester y Díez manifiestan que en la exposición introductoria de mi editorial (definición de la disciplina, clases de homeopatía, etc.) aparecen afirmaciones «erróneas», pero esta información ha sido obtenida de las siguientes fuentes: M.L. Tyler6 (págs. 6-7, Principio de las semejanzas. Ley de Arndt-Schultz) o de un metaanálisis publicado por Kleinjnen et al7 (págs. 316 y 317). Para realizar la potenciación una sustancia, es diluida y posteriormente agitada. La dilución consiste en mezclar la tintura madre (la sustancia en estado líquido) con el medio atenuante, por lo general, alcohol o una solución alcohólica6-8. Toda clasificación es discutible y, por ejemplo, el citado autor K. Linde2 también clasifica los tipos de homeopatía en clásica e isopatía, pero añade otras: clínica, compleja. Del mismo modo, la afirmación «el proceso de producir medicamentos homeopáticos y su composición difiere entre los distintos laboratorios» se ha obtenido de Kleinjnen et al7 (pág. 321). Si bien es verdad que para controlar esta situación se publicó en España el Real Decreto del 16 de noviembre de 1994 n.º 2.208/1994, que regula la producción, inspección y comercio exterior de medicamentos homeopáticos, sería objeto de un estudio específico saber si esta regulación ha conseguido que todos los laboratorios produzcan una medicación de composición muy semejante.
Todavía no se ha logrado reproducir satisfactoriamente los ensayos clínicos realizados en homeopatía, por lo que habrá que esperar a que éstos se produzcan para aceptar que esta terapia dispone de fármacos efectivos para alguna patología concreta.