Introducción. La sarcoidosis es una enfermedad granulomatosa multisistémica de etiología desconocida. Los hallazgos histopatológicos típicos de la enfermedad son los granulomas epitelioides múltiples sin caseosis y con lesiones necróticas escasas o ausentes, que pueden resolverse por completo de forma espontánea o bien evolucionar a fibrosis. Es una enfermedad relativamente frecuente que afecta a personas de ambos sexos y de casi todas las edades, razas y localizaciones geográficas1. En España se estima una incidencia anual de 1,36 casos por 100.000 habitantes2. En un estudio epidemiológico sobre la sarcoidosis en Cataluña la incidencia anual en la provincia de Barcelona en 1998 era de 1,5 casos por cada 100.000 habitantes3. Parece que la susceptibilidad es ligeramente mayor en las mujeres que en los varones (3:1). La enfermedad suele ser aguda o subaguda y autolimitada, aunque en muchos pacientes es crónica, con exacerbaciones y remisiones que se suceden a lo largo de muchos años. Sus manifestaciones clínicas pueden ser generalizadas o centrarse en uno o varios órganos, aunque la mayoría de los enfermos desarrolla síntomas referidos al aparato respiratorio4.
A continuación se presenta un caso de sarcoidosis diagnosticado a partir de la aparición de un eritema nudoso con afectación de la glándula hipófisis.
Caso clínico. Mujer de 64 años de edad, con antecedentes familiares de padre fallecido por muerte súbita. Los antecedentes patológicos personales son obesidad desde los 35 años de edad, hipercolesterolemia desde los 45 años, hipertensión arterial desde los 53 años, cefalea tensional desde los 56 años, esteatosis hepática y diabetes mellitus tipo 2 desde los 61 años. No es fumadora ni consumidora de bebidas alcohólicas.
A la edad de 63 años inicia un cuadro de artralgias generalizadas que se acompaña de la aparición súbita de nódulos eritematosos, dolorosos, calientes, redondeados y ligeramente elevados, localizados en la cara anterior de ambas piernas, con un diámetro de 5 a 10 mm. Estas lesiones fueron sugestivas de eritema nudoso, lo que se confirmó con estudio anatomopatológico. En las exploraciones complementarias destacaron una prueba de la tuberculina negativa y una radiología torácica con adenopatías hiliares bilaterales, pudiendo así realizarse el diagnóstico de sarcoidosis estadio I (síndrome de Löfgren)5. Dada la presencia de palpitaciones se procedió a realizar estudio del perfil analítico tiroidal, lo que determinó TSH de 0,110 µU/ml (0,4-4), tiroxina libre de 1,14 ng/dl (0,8-1,9) y triyodotironina de 150 ng/dl (82-179). Debido a la alteración del perfil tiroideo, y teniendo en cuenta que la sarcoidosis puede afectar al hipotálamo y a la hipófisis, se procedió a efectuar un estudio hormonal, con los siguientes resultados: FSH de 3,4 mUI/ml (41-124), LH de 2,5 mUI/ml (superior a 20) ACTH de 33 pg/ml (0-52), cortisol plasmático matutino de 17,4 µg/dl (5-25) y prueba de estimulación con hormona liberadora de tirotropina (TRH), sin aumento del valor disminuido de TSH. Debido a que se comprobó la presencia de una disminución de la secreción hormonal de las hormonas hipofisarias anteriores TSH, FSH y LH, junto con la ausencia de respuesta ante la prueba de estimulación con TRH, se procedió al diagnóstico de hipopituitarismo secundario a sarcoidosis.
Discusión y conclusiones. La sarcoidosis, como enfermedad infiltrativa, puede producir trastornos del sistema endocrino, siendo el hipotálamo y la hipófisis las partes que se afectan con mayor frecuencia. Las alteraciones de la hipófisis anterior o adenohipófisis indican la presencia de deficiencias de una o varias hormonas hipofisarias, y suelen inducir una hipofunción hipofisaria con afección de la TSH, las gonadotropinas y la GH y, con menor frecuencia, de otras hormonas hipofisarias. El panhipopituitarismo completo es raro. Con una frecuencia mucho menor, la sarcoidosis puede producir una alteración funcional primaria de otras glándulas endocrinas. También se han descrito lesiones del hipotálamo y de la hipófisis con diabetes insípida5,6.
Agradecimientos. Queremos expresar nuestro agradecimiento a la Dra. Carmen Sanclemente Anso, del Servicio de Medicina Interna del Hospital General de Vic (Barcelona), por su supervisión en el caso.