Sres. Directores: En relación con el trabajo de Rollán et al1, publicado recientemente en su Revista, sobre la prevalencia de síntomas y factores de riesgo asociados al climaterio queremos realizar las siguentes matizaciones.
En primer lugar, hubiese sido deseable conocer el contenido de la encuesta que realizaron en su centro y cómo la realizaron, si ésta estaba validada por estudios previos o por ellos mismos, y qué mecanismos de control a la veracidad de las respuestas y de los sesgos se utilizaron. Esto es de suma importancia cuando se pretende extraer conclusiones a partir de dicha encuesta, especialmente por dos motivos. El primero por que cuando se refiere el riesgo de osteoporosis relacionado con una ingesta determinada de calcio y después se sacan conclusiones, como realizan en su trabajo, para todas las mujeres de su zona de salud, es realmente importante utilizar encuestas validadas, aunque complejas, para determinar el contenido en calcio de la dieta2. El segundo motivo por el que resultaría interesante conocer la encuesta está en relación con la frecuencia de aparición de síntomas durante la menopausia. No queda claro, al menos en la redacción de su estudio, si bastaba que los síntomas referidos los presentaran un solo día de su vida durante los últimos años (tampoco se sabe cuántos), o si consultaron por ellos (tampoco se sabe en qué período de tiempo) para que fuera considerado un síntoma de la menopausia.
En relación con los signos y síntomas de la menopausia queremos indicar que son muchos, incluso otros que no aparecen en la encuesta de la Dra. Rollán (polaquiuria, incontinencia, atrofia y sequedad de la piel, pérdida de pelo, hirsutismo en la cara, alteraciones de la voz, etc.)3 los que se relacionan con la menopausia simplemente porque acontecen en las mujeres en este período de la vida, intentando en muchos casos establecer una relación causal con el déficit estrogénico. Podría ser realmente interesante conocer cuál sería el resultado de pasar la misma encuesta que han realizado a mujeres sobre signos y síntomas exceptuando los sofocos, mastodinia y alteraciones vaginales a varones de más de 40 años. Si realmente esistiese una diferencia significativa en la frecuencia de aparición de los síntomas entonces podría pensarse o aventurar la hipótesis de déficit estrogénico como causa de éstos.
Por otro lado, consideramos que no es cierta una de las afirmaciones que realizan en su trabajo cuando indican que no existen datos del beneficio cardiovascular de la terapia hormonal sustitutiva (THS) cuando ésta se inicia pasados varios años desde el comienzo de la menopausia. Aunque esta afirmación posiblemente es cierta para la población general o para mujeres con bajo riesgo de enfermedad cardiovascular4 no lo es así para mujeres con alto riesgo, especialmente aquellas que han tenido enfermedad isquémica cardíaca previa5,6.
Por último, indicar que otros factores de riesgo de osteoporosis desmostrados en mujeres de raza blanca no se han tenido en cuenta en su estudio y merece la pena hacerlo dado que es fácil con ello detectar a mujeres con un mayor riesgo de osteoporosis y que se podrían beneficiar por este aspecto de una THS iniciada de forma precoz, si es que se considera que ésta es la opción terapéutica, habida cuenta de que, como comentan en su trabajo, los beneficios a largo plazo una vez suspendida la THS son realmente discutibles, y para la época de la vida donde hay un mayor riesgo de fracturas por osteoporosis hay otras para la época de la vida donde hay un mayor riesgo de fracturas por osteoporosis hay otras alternativas terapéuticas sin los riesgos que conlleva la THS por grandes períodos de tiempo7,9. Los factores de riesgo que podrían tenerse en cuenta son la historia materna de fracturas de cadera, la altura a los 25 años, una ingesta de café superior a 190 mg/día, la falta de ejercicio, alteraciones en la percepción visual (especialmente una baja calidad de la percepción de profundidad), antecedentes personales de hipertiroidismo o el consumo habitual de benzodiazepinas, ya que son factores que, fundamentalmente cuando se encuentran asociados, aumentan de forma considerable el riesgo de fracturas10.