Sres. Directores: La publicación del interesante trabajo de Gil et al1 parece apoyar una actitud definida acerca de la detección y prevención de la hipercolesterinemia poligénica, aceptando que está demostrada la eficacia de la prevención primaria.
La prevención primaria de la hipercolesterinemia se basa en la presunción de que la disminuición de los niveles de colesterinemia se acompaña de la disminución de la morbilidad y mortalidad por coronariopatía. Pero nadie lo ha demostrado todavía2-4, mientras que sí se ha demostrado que los niveles bajos de colesterinemia se acompañan de mayor riesgo de ictus hemorrágicos, especialmente en hipertensos5.
Por ejemplo, al revisar la eficacia de las dietas bajas en grasa4 se demuestra que disminuyen la cifra de colesterinemia en un 3-4%, pero que no disminuyen ni la enfermedad coronaria ni la mortalidad en general (incluso en un estudio, el Sydney Heart Study, de prevención secundaria, la dieta baja en grasa del grupo de intervención se asoció con mayor mortalidad).
Respecto a los tratamientos farmacológicos de la hipercolesterinemia, su utilidad en la prevención primaria de las coronariopatías es más que dudosa2,3,6,7. Su utilización se asocia a mayor mortalidad2,7; por ello, y por los problemas éticos y médicos que plantea su uso, la estrategia científica recomendada es la de centrarse en grupos muy restringidos6, como varones con hipertensión y colesterinemia por encima de 9,5 mmol/l, pese al seguimiento adecuado de una dieta8. Desde luego, la prevención primaria tiene eficacia todavía más dudosa en mujeres9, niños y ancianos. Las estrategias tipo protocolo de la Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria de Barcelona llevan a costes prohibitivos (de 1.189 millones por muerte evitada y 5 años de intervención)10. El cribado oportunístico cada 5 años a todos los mayores de 20 años no tiene fundamento científico; las recomendaciones de los «consensos» que lo sostienen demuestran su escaso valor científico con sus contradicciones11.
En conclusión, la prevención primaria de las coronariopatías a través de la disminución de la hipercolesterinemia no es una actividad de probada eficacia y plantea graves problemas médicos, éticos y económicos. Respecto a las coronariopatías es más sencilla la alternativa de hacer cosas tan simples como que el médico aconseje dejar de fumar11.