Sres. Directores: He leído el artículo de García Cardona et al1 sobre la variabilidad de los costes de los centros de salud. Es un artículo que avanza en la evaluación de los centros desde una perspectiva de la eficiencia y no sólo desde la medición de la actividad o la descripción de determinadas actividades, intentando cuantificar el consumo de recursos de los centros. A pesar del interés que puede suscitar su título el contenido del artículo merece ser comentado ya que realmente no determina las causas de la variabilidad y prácticamente se queda como estudio descriptivo de los costes.
Adolece además de importantes errores metodológicos y conceptuales en su análisis. La cuantificación de los costes es insuficiente o está insuficientemente descrita: ¿Cómo puede afirmarse que los costes de farmacia de los odontólogos son escasos si no se han cuantificado? ¿Cómo se ha imputado los costes del personal de enfermería? ¿Se han imputado como costes indirectos los costes de la dirección o gestión del sector (departamento de nóminas, personal, transporte...)? No se cuantifican el coste de pruebas complementarias y de consultas de atención especializada que pueden suponer un volumen importante de los consumos de un centro2, por lo que la utilidad de conocer el coste de los centros descritos es escasa para aquellos que queramos comparar con otros centros de ámbito geográfico distinto.
En este sentido la aportación al conocimiento científico es muy pequeña, ya que ni siquiera logra alcanzar el grado de asociación que estudios anteriores ya habían determinado, como es la relación entre gasto farmacéutico y la estructura de la población3,4 o las características de los profesionales5-7.
Probablemente la elección de las variables independientes ha sido poco afortunada ya que el gasto en Capítulo 1, es evidente que mantiene una relación directa y proporcional con el número de profesionales que trabajan en un centro de salud y el número de días suplidos por las distintas causas. Otra cosa es conocer si estas variables estructurales (número de médicos, enfermeras, etc.) se corresponden con las necesidades de la población (generadas por el número de habitantes, sus características demográficas o epidemiológicas...), o se trata de recursos ociosos e innecesarios por un error en la planificación o en la asignación de los recursos. El escaso poder de explicación de la razón habitantes/profesional (r2= 0,3) denota una dificultad del método utilizado para determinar con exactitud la población atendida, que tampoco se describe.
También quisiera resaltar la distinta presentación de los resultados utilizando unas veces el coeficiente de determinación (r2) y otras veces el coefciente de correlación (r). Tampoco he encontrado en el texto la explicación del coeficiente de determinación presentada en el resumen como del 0,75 para los centros de salud, con respecto a las variables habitantes por profesional, docencia y número de visitas.
Por último comentar que aunque es importante el conocimiento de los costes de los distintos servicios, es mucho más importante conocer e identificar qué grado de la variabilidad de estos costes está justificada por tratarse de situaciones diferentes de poblaciones más necesitadas y que precisen más recursos para garantizar la equidad en el acceso o el tratamiento, y qué parte de la variabilidad está injustificada por tratarse de comportamientos ineficientes. Lógicamente, si la comparación entre distintos centros para evaluar su grado de eficiencia, no es capaz de discriminar entre estas dos situaciones, no permitirá orientar la toma de decisiones y será una información irrelevante.
