Sr. Director: El pasado 15 de junio tuvimos la oportunidad de leer en esta revista un artículo de E. Bosch, N. Sáenz, M. Valls y S. Viñolas, que evaluaba el impacto de un programa de educación sanitaria sobre la calidad de vida en pacientes con fibromialgia1. Se trata, sin duda, de un interesante ensayo clínico que pone de manifiesto la importancia de incorporar una perspectiva biopsicosocial en atención primaria.
Sin embargo, lamentamos que los autores hayan basado sus conclusiones en unos análisis que, a nuestro juicio, son de dudosa validez. En primer lugar, nos gustaría señalar la dificultad que hemos encontrado a la hora de interpretar los resultados, tanto en el texto como en las gráficas utilizadas para describirlos. Segundo, y más importante, los investigadores afirman que la educación sanitaria en pacientes con fibromialgia modifica su percepción de la calidad de vida, mejorando el dolor; y lo hacen a partir de un simple análisis pre y postintervención, para los grupos de control e intervención por separado.
El resultado que interesa al analizar un ensayo clínico que evalúa la eficacia de un tratamiento es el que se produce en el grupo de intervención respecto al observado en el de control, y no en la comparación interna dentro de cada grupo por separado, como se ha hecho en este estudio.
Además, es bien conocido que en diseños como éste2 el análisis de los cambios que se producen en la variable de interés, como resultado de una intervención, no pueden dejar de lado el nivel basal con el que entran los pacientes al estudio. Si lo hiciéramos, estaríamos ignorando el fenómeno de regresión a la media, que correlaciona negativamente los niveles basales y el cambio producido en los resultados. Así, pacientes con peor estado de salud al entrar tenderán a mejorar más que aquellos que lo hicieron con mejor estado de salud. Esto se refleja en el caso que nos ocupa, en el que el grupo de intervención entra con 85,0 puntos en la dimensión del dolor (6,3 puntos por encima del de control, que lo hace con 78,7 puntos), y su mejoría es de 10,0 puntos, mientras que en el grupo de control la mejoría es negativa, de 8,1 puntos.
Proponemos a los autores que realicen un análisis de la covariancia, ajustando por los niveles a la entrada y el resto de las covariables, lo que, además de modificar sus resultados, les proporcionará un mayor poder estadístico que otros métodos para detectar el efecto de su intervención, si realmente existe.
Nos gustaría poder comprender las razones que han llevado a estos investigadores a elegir el análisis estadístico que han utilizado y no el mencionado análisis de la covariancia, y por qué los revisores de esta revista no han detectado este fallo y asesorado a los autores acerca de este punto.