Introducción. El dolor es uno de los síntomas más prevalentes en la enfermedad neoplásica avanzada1, y uno de los que más afectan la calidad de vida de estos enfermos2. Dentro de los analgésicos, el principal papel en el control del dolor oncológico lo desempeñan los opioides, ya que una proporción importante de los pacientes los necesitarán en algún momento de la evolución de su enfermedad3.
Objetivo. Conocer en enfermos oncológicos terminales la prevalencia de dolor durante los últimos dos meses de vida, las modificaciones en intensidad, su grado de control y los requerimientos de opioides.
Diseño. Estudio descriptivo retrospectivo.
Emplazamiento. Unidad de Cuidados Paliativos Domiciliarios (UCPD) de la Asociación Española Contra el Cáncer de Ciudad Real.
Participantes. Se incluyó a todos los pacientes atendidos por la UCPD desde febrero de 1997 hasta junio de 2000, fallecidos y que hubieran permanecido en programa al menos 60 días.
Mediciones principales. Se recogieron para cada caso las siguientes variables: edad, sexo, tipo de tumor, confirmación histológica, días de permanencia en el programa, número de visitas al domicilio, lugar de fallecimiento; además se estudiaron, referidos a los dos meses previos a la muerte, al mes previo y a la última semana de vida, los síntomas principales, los pacientes en quienes el dolor constituía el síntoma principal (aquel que producía más malestar y preocupación al enfermo), los fármacos opioides utilizados, la vía de administración y el grado de control del dolor.
Se diseñó una base de datos en EPIINFO v. 6.02, y tras su depuración se analizaron los datos obtenidos en el paquete estadístico SPSS v. 10.0.
Resultados. Se incluyó en el estudio a 54 pacientes, con una edad media de 67,9 ± 11,4 años (34-93); el 55,6% de ellos eran varones (n = 30). Permanecieron en el programa una media de 129,6 ± 80,7 días (60-380). Durante los últimos dos meses de vida se realizaron 7,9 ± 1,9 visitas al domicilio del enfermo. Fallecieron en el domicilio el 84,9% de los pacientes (n = 46). La localización tumoral más frecuente fue colon-recto (24,1%; n = 13), seguida de pulmón (22,2%; n = 12). El 85,2% tenía confirmación histológica (n = 46). El dolor fue el síntoma más frecuente dos meses antes (74,1%; n = 40) y un mes antes del fallecimiento (70,4%; n = 38); durante la última semana fue la astenia (77,8%; n = 42), siendo el dolor el segundo en frecuencia (70,4%; n = 38). El dolor era el síntoma principal en más de la mitad de los pacientes que lo padecían (dos meses antes del fallecimiento: 60%, n = 24; un mes antes: 65,8%, n = 25; durante la última semana de vida: 55,3%, n = 21). La percepción del dolor como síntoma principal durante todo el período de estudio fue mayor en los varones, aunque no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en función del sexo. De los pacientes con dolor, todos menos tres precisaron opioides. El número de pacientes con dolor que precisaron opioides potentes (tercer escalón de la Escalera Analgésica de la Organización Mundial de la Salud [OMS]) aumentó a medida que la enfermedad avanzaba: en los dos meses previos al fallecimiento un 65% (n = 26), durante el último mes un 71% (n = 27), en la última semana de vida un 73,7% (n = 28). La morfina fue el opioide más prescrito, hasta en el 70% de los pacientes que precisaron opioides, bien sola, o bien asociada a fentanilo transdérmico, en cuyo caso el fentanilo se utilizó como tratamiento de base y la morfina como fármaco de rescate. La vía de administración mayoritariamente utilizada fue la oral en el 92,3% (n = 24) de los pacientes dos meses antes del fallecimiento; en el 92,6% (n = 25) un mes antes, y en el 67,8% (n = 19) durante la última semana de vida, obteniéndose un control adecuado del dolor entre un 86,7 y un 94,4%, entendiéndose como control adecuado una respuesta parcial (definida como disminución de la intensidad del dolor, pero sin que desapareciera totalmente) o una respuesta completa (ausencia de dolor) (fig. 1).
Figura 1. Grado de control del dolor con opioides durante los últimos dos meses de vida (%).
Discusión y conclusiones. El dolor es un síntoma muy frecuente en enfermos terminales, y su alivio es uno de los retos a los que se enfrenta el profesional sanitario, sobre todo cuando el proceso que lo origina no ofrece ya posibilidad de curación4. En la mayoría de los pacientes este síntoma puede ser controlado mediante el uso de fármacos baratos que se pueden administrar por vía oral, vía de elección en estos pacientes ya que facilita su autonomía5. El médico de atención primaria está en una situación de privilegio por su proximidad al entorno del paciente para realizar un adecuado control sintomático de estos enfermos6.
Agradecimientos
Agradecemos a Inmaculada Rodero Garduño (técnico de Salud. Gerencia de Atención Primaria de Ciudad Real) su inestimable ayuda en la elaboración de este manuscrito.