La pandemia del virus SARS-CoV-2, que ha contagiado más de 338 millones y cobrado la vida de 5,57 millones de personas según la Organización Mundial de la Salud, ha tenido efectos negativos sin precedentes, incluyendo devastadoras consecuencias socioeconómicas, humanitarias y de derechos humanos. Esto ha demostrado que las naciones del mundo estaban preparadas para una crisis sanitaria de tal magnitud, que ha puesto a prueba el nivel de organización y dirección del aparato estatal, sobre todo del sector salud, que al ser la primera línea de batalla tuvo que responder inmediatamente y procurar contener el oleaje de los contagios1.
En este contexto, es importante hablar sobre el tipo o estilo de liderazgo que se asume en la conducción del Estado, porque de ella depende la adecuada articulación de esfuerzos y la movilización de todos los recursos para dar respuestas asertivas y contundentes a un enemigo invisible como la COVID-19. Se habla mucho sobre el liderazgo transformacional, que enfatiza en la capacidad de influir de manera positiva en el desarrollo personal de los trabajadores o servidores, mediante la motivación interpersonal basado en 5 principios: la inspiración, la motivación, la estimulación intelectual, la influencia idealizada y la consideración individualizada2.
El liderazgo transformacional se aplica en el ambiente de trabajo a través de una serie de conocimientos que desarrollan habilidades de dirección para asumir funciones y puestos de responsabilidad, asimismo, el manejo de la inteligencia emocional para actuar de forma innovadora y flexible, incluso, adquirir capacidades comunicativas y sociales relacionadas con el liderazgo3, ya que el saber escuchar y empatizar es fundamental en la formación de sus competencias personales y sistemáticas, en tiempos donde la incertidumbre, la alarma sanitaria y el miedo marcan la vida de unos y otros. Por ello, es preponderante cuidar el clima emocional de cada profesional de la salud, cuyo detrimento se ha traducido, en estos tiempos, en un agotamiento físico y mental, llegando a la ansiedad, e incluso, a la depresión.
Por otro lado, en una situación tan sensible, el manejo de la información es un factor esencial para la eficiencia de medidas y acciones sanitarias, sin embargo, la «infodemia», que constituye un exceso de información científica y técnica con rumores, datos manipulados, falsos expertos, noticias falsas y tendenciosas, puede impactar de forma negativa en la salud, así como las campañas en contra de las medidas de salud pública, con datos epidemiológicos imprecisos o alterados y evidencia falsa o sesgada potencialmente podrían modificar el comportamiento de la población y polarizar el debate público. Esto agrega una presión extra sobre el sistema de salud, ya que perjudica el alcance y la eficiencia de los diversos programas de intervención sanitaria4,5.
En tal sentido, los profesionales de la salud vienen innovando y aplicando técnicas y estrategias científicas para enfrentar la COVID-19, como la planificación y la organización de sistemas, y la interpretación de datos y el juicio crítico en el análisis valorativo; sin embargo, en ese proceso es imprescindible la participación emocional y colaborativa de cada uno de ellos para reforzar, motivar, y enfrentar eficazmente esta amenaza sanitaria. Por ende, es necesario valerse de esta nueva forma de liderazgo que ha surgido de manera espontánea e inexorable ante esta crisis pandémica.
En conclusión, en este contexto atípico, no se puede hablar sobre un liderazgo individual o personal; el rol del liderazgo transformacional es arribar a una participación del grupo humano como un todo, transmitiendo honestidad, sensibilidad, cercanía y confianza entre sí. No se habla de un solo líder, sino de aquel equipo multidisciplinario que actúa en este proceso para optimizar resultados ante un ambiente, a todas luces, desalentador.
FinanciaciónNo existen fuentes de financiación públicas ni privadas.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.