En un momento en que el mundo está resurgiendo de los efectos y las consecuencias de la pandemia del SARS-CoV-2, nos sorprende la reaparición de la enfermedad denominada «la viruela del mono», la cual a pocos días de haberse identificado los primeros casos de contagio, ya viene causando cierta conmoción social.
En 1958, se describió por primera vez la «viruela del mono». Los primeros 2 brotes de infección, fueron identificados en el Instituto de Investigación de Copenhague, en monos Cynomolgus. Durante la siguiente década, se detectaron 8 casos en los Estados Unidos y los Países Bajos, y en 1970 se identificó el primer caso en un humano, un niño de 9 años que ingresó con síntomas en el hospital de la República Democrática del Congo, y el caso clínico fue confirmado por el Centro de Referencia de Viruela de la OMS en Moscú, en el año 19721.
Al igual que el SARS-CoV-2, esta enfermedad es zoonótica, ya que puede transmitirse de animales a humanos y viceversa, pertenece a la familia de los Orthopoxvirus, está estructurada por un ADN con una capa bicatenaria, posee 2 clados: uno de África Occidental y otro de África Central, con la diferencia que la de África Central, más conocida como el clado de la cuenca del Congo, es más grave. El medio de transmisión se da mediante la mordedura de animales (primates y roedores) infectados, el contacto con la sangre, los líquidos corporales y las lesiones cutáneas y, la placenta de la madre, así como existe el riesgo de contagio por el consumo de carne de los animales con la enfermedad2,3.
La enfermedad produce diversos síntomas tales como: fiebre, dolor de cabeza, cansancio y dolor muscular, similares a la COVID-194; sin embargo, podemos distinguirla por las erupciones cutáneas en el rostro, que se producen entre el primer y tercer día después de la fiebre, llegando a extenderse a todas las partes del cuerpo. De hecho, clínicamente esta enfermedad se asemeja mucho a las formas clásicas de la viruela, pero la linfadenopatía es el signo más destacado y precoz; y las erupciones que aparecen en la piel son de aspecto varioliforme5.
Hasta el momento, los casos reportados en su mayoría son endémicos, y considerando la urgencia sanitaria que atravesamos en la actualidad, es necesario que las autoridades tomen medidas al respecto, como el acceso a la información adecuada para prevenir y enfrentar la enfermedad6.
Para contrarrestar esta enfermedad, ya existen medidas de protección y prevención, como las vacunas mitigantes de la viruela, que aplicadas ayudarán a fortalecer la inmunidad del organismo y mitigar los efectos, porque un medicamento o tratamiento específico aún es inexistente. Así pues, según la OMS, se llevarán a cabo extensos estudios científicos para estimar la factibilidad y la conveniencia de la vacunación, por ende, es fundamental que para controlar la viruela símica se cuente con las dosis necesarias. Bajo esa tesitura, esta práctica debe de emplearse en casos en los que se priorice la atenuación de complicaciones; y sin contar que diversos diagnósticos han asegurado que es esencial mantener conciencia ante el periodo promedio del atípico virus.
FinanciamientoNo existen fuentes de financiación públicas ni privadas.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.