Introduccion: La tomografía por emisión de positrones con 18Fluorodesoxiglucosa (18F-FDG PET-TC) constituye una herramienta que ha revolucionado el diagnóstico de la endocarditis infecciosa (EI) permitiendo un diagnóstico más preciso en aquellos casos en los que el ecocardiograma transesofágico (ETE) plantea ciertas dudas o es negativo pese a una alta sospecha clínica. Además, aporta la ventaja de ampliar el estudio a toda la extensión anatómica del paciente favoreciendo el diagnóstico de posibles embolismos o incluso lesiones neoplásicas subyacentes. Sin embargo, dado su alto coste y escasa disponibilidad, su empleo aún es limitado.
Objetivos: Reportar el caso de un paciente con más de un episodio de EI así como lesiones subyacentes diagnosticadas en nuestro centro gracias al uso del PET-TC.
Material y métodos: Descripción de caso clínico, incluyendo datos clínicos, métodos diagnósticos, tratamiento y evolución.
Resultados: Presentamos el caso de un varón de 82 años con ant. de hipertensión arterial, dislipemia y fibrilación auricular anticoagulada con acenocumarol. Había presentado un episodio previo de EI sobre válvula aórtica nativa en 2016 realizándose recambio valvular con prótesis biológica aórtica. Había sido ingresado en 2017 por fiebre tras manipulación dental con diagnóstico de EI posible sobre válvula protésica aórtica por Streptococcus gallolyticus. Tras ecocardiograma transtorácico (ETT) y ETE negativos, se realiza PET-TC son observarse signos que sugieran un proceso inflamatorio vascular activo pero sí un incremento del índice glicídico a nivel de colon. Se realizó colonoscopia extirpándose dos adenomas túbulo-vellosos. A nivel infeccioso, ante el diagnóstico de EI posible (1 criterio mayor y dos menores) se completó ciclo de 6 semanas con ceftriaxona. Acude a consulta de Medicina Interna 3 meses después refiriendo fiebre de una semana de evolución así como aparición de placa eritematosa de 3cm en antebrazo izquierdo. Se extraen hemocultivos sin fiebre en la consulta y 48h después se obtiene crecimiento de Enterococcus faecalis por lo que ante la alta sospecha de EI, es ingresado. Se inicia tratamiento con ampicilina+ceftriaxona se realizan ETT y ETE que resultan negativos. Se solicita eco-doppler de miembro superior izquierdo ante la sospecha de embolismo séptico confirmándose aneurisma micótico en la arteria cubital. Pese a la negatividad del ETE, se realiza PET-TC que, en esta ocasión, sí objetiva un aumento del tamaño y metabolismo en la prótesis valvular aórtica, sugestivo de etiología infecciosa así como en la arteria cubital izquierda. El paciente fue valorado por Cardiología indicando tratamiento conservador por elevado riesgo quirúrgico (EuroSCORE II 12.04%). Respecto al aneurisma micótico fue valorado por Cirugía Vascular recomendando tratamiento médico y cirugía sólo en caso de mala evolución. Finalmente, el paciente evolucionó de forma adecuada únicamente con antibioterapia. Fue dado de alta a Hospitalización Domiciliaria con Linezolid 600mg/12h hasta completar 6 semanas. Sigue revisión en consulta sin nuevas incidencias hasta la fecha actual.
Conclusión: en pacientes con válvula protésica y alta sospecha de EI pese a ETE negativo, el PET-TC resulta clave para el diagnóstico final y posterior actitud terapéutica. En nuestro caso además, se ejemplifica el beneficio adicional de su uso en cuanto a lesiones subyacentes o complicaciones posteriores como la detección de embolismos sépticos.