En el número de febrero de 2010, su Revista publica un interesante artículo de García Lozano et al1 donde se revisa retrospectivamente la casuística de mucoceles apendiculares tratados en el hospital Dr. Peset de Valencia a lo largo de 18 años.
El conocimiento actual acerca de las neoplasias apendiculares mucinosas (NAM) y su diseminación peritoneal es amplio y bien fundamentado. Para ello han sido clave las aportaciones de cirujanos como Paul H. Sugarbaker2, grupos de diferentes países3 y conocidos patólogos4,5. Sin embargo, este conocimiento se encuentra poco representado en el artículo de referencia, que aporta valoraciones y conclusiones francamente inexactas. Por ello creemos importante llamar la atención de sus lectores sobre importantes conceptos que se debe tener en cuenta cuando un cirujano se encuentre con una NAM.
La categorización de benignidad o malignidad de estos tumores ha sido objeto de amplia controversia, proponiéndose por ello la denominación más amplia de «neoplasias apendiculares mucinosas» de bajo o alto grado4. Respecto a las lesiones peritoneales secundarias, es aconsejable usar la categorización histopatológica descrita por Ronnett et al5, dada su correlación pronóstica. El término «seudomixoma peritoneal», que corresponde a una descripción clínica, nunca debe usarse como diagnóstico histológico.
La apendicectomía simple incluyendo la totalidad del mesopéndice es el tratamiento quirúrgico de elección en la gran mayoría de las NAM2,6. La invasión directa de la base del ciego obliga a la resección con bordes sanos de una cuña cecal. La hemicolectomía derecha sólo estaría indicada en los raros casos con afección ganglionar regional6,7. Ningún otro factor clínico o histológico es válido para justificarla de entrada en este contexto, pudiendo incluso resultar perjudicial si existe una diseminación peritoneal ya establecida6.
Numerosos estudios y consensos avalan la cirugía citorreductora completa combinada con quimioterapia intraperitoneal perioperatoria como el tratamiento de elección en la actualidad para las NAM con diseminación peritoneal3,8–10. La realización de un ensayo clínico aleatorizado al respecto no es factible y sería éticamente cuestionable. Por ello afirmar que «no existe terapéutica definida para el tratamiento de los seudomixomas peritoneales» es inexacto y conduce a error. Es igualmente un error clásico afirmar que «estos casos presentan una alta mortalidad», cuando numerosas comunicaciones muestran que no es diferente de la de cualquier cirugía oncológica mayor2,11,12. Diferentes publicaciones ponen de manifiesto la empinada curva de aprendizaje de esta estrategia terapéutica, que afecta directamente a la morbimortalidad asociada y a los resultados del tratamiento13,14. Por ello, para evitar resultados «desalentadores» y ofrecer la mejor oportunidad de control de la enfermedad a estos pacientes, aconsejamos encarecidamente que, por su rareza y su complejidad, se los remita a uno de los centros de referencia en cirugía oncológica peritoneal que existen en nuestro país.