Sr. Director:
Las displasias vasculares del colon fueron introducidas de modo amplio y generalizado como entidades determinantes de hemorragia digestiva baja en la década de los sesenta. El diagnóstico diferencial, en estos casos, se fue asentando sobre los progresos en la endoscopia, angiografía selectiva1 y avances en medicina nuclear2. Criterios diagnósticos, topográficos y terapéuticos quedaron bien establecidos a medida que la experiencia y la extensión de las series permitió obtener las conclusiones adecuadas3-5. De este modo, las angiodisplasias de colon continúan representando un proceso cada vez mejor conocido, bien diagnosticado y tratado y sujeto a revisión en la literatura médica actual. Se ha descrito su presentación clínica asociada a procesos hematológicos6, parasitarios7 e inflamatorios intestinales. Esencialmente continúa siendo la cirugía el tratamiento indicado, si bien otras técnicas escleroterapia8 ha sido empleada ocasionalmente con resultados poco concluyentes. La extensión de la malformación y su localización son, asimismo, elementos fundamentales a la hora de establecer una indicación correcta9. Recientemente asistimos al estudio del proceso molecular con implicaciones terapéuticas indudables en el futuro10. No obstante todo lo anterior, el problema sindrómico en sí de la hemorragia digestiva baja continúa planteando problemas debido a la existencia de enfermedad orgánica mixta-combinada, en ocasiones, elemento que conviene tener en cuenta al tratar de forma correcta a estos pacientes.
Presentamos el caso de una paciente mujer de 62 años de edad con antecedentes personales no valorables. Presentaba historia de rectorragias de sangre roja, de repetición, moderadas, sin repercusión hemodinámica en ninguna ocasión. Estudiada en este sentido enema opaco, endoscopia digestiva baja, se estableció el diagnóstico de diverticulosis cólica y hemorragia de origen diverticular. Se estableció un tratamiento conservador, control y seguimiento de la paciente. Los cuadros hemorrágicos continuaron, no obstante, repitiéndose hasta que presentó un episodio de rectorragia con repercusión hemodinámica importante. Le fue realizada complementariamente una angiografía, comprobándose la existencia de una gran malformación vascular en el colon derecho (fig. 1). Ante la repetición del cuadro y la gravedad del estado general, la paciente fue sometida a colectomía total con anastomosis ileorrectal. El postoperatorio transcurrió sin incidencias, siendo dada de alta al cabo de 8 días. Pasados 12 años de la intervención, la enferma se encuentra en buen estado general. El estudio histopatológico de la pieza mostró la existencia de un adenocarcinoma de colon ascendente, no visualizado anteriormente, en estadio Dukes B-I.
El presente caso es demostrativo de la superposición de factores etiológicos múltiples en el determinismo de un cuadro sindrómico en medicina. Representa un ejemplo de establecer diagnósticos correctos, completos y exactos, con el fin de poder realizar un tratamiento adecuado y la aplicación de la táctica y técnica quirúrgicas adecuadas. El presente caso es un ejemplo evidente de cómo un abordaje único del problema puede resultar en una no solución de la realidad total y pasar por alto otra enfermedad asociada. La actuación sobre el colon izquierdo hubiese respetado la lesión fundamental y la neoplasia accidentalmente descubierta, lo mismo que la actuación en sentido contrario hubiese sido incompleta.
Por todo ello conviene señalar que ante toda hemorragia digestiva baja no hemos de conformarnos ante un único diagnóstico orientativo y debe realizarse un examen exhaustivo para descartar enfermedades asociadas, antes de que la realidad evolutiva nos obligue a hacerlo.