Entre las neoplasias malignas del tubo digestivo, las neoplasias de la vesícula biliar ocupan el quinto lugar en frecuencia1. De éstas, las neoplasias primarias son más del 95%, y las metástasis de otros carcinomas son extremadamente infrecuentes2.
Presentamos el caso de un paciente varón de 69 años, fumador y bebedor, con antecedente a los 55 años de un carcinoma epidermoide de cavidad oral en estadio T4N2M1, tratado mediante hemiglosectomía, vaciamiento funcional cervical y colgajo antebraquial, con seguimiento inadecuado en consulta por falta de adherencia del paciente, y recidiva 10 años después a nivel cervical y pulmonar, recibiendo tratamiento con inmunoterapia y quimioterapia (C19D1 MK-3475-048 mantenimiento con pembrolizumab) con respuesta parcial mantenida, siendo sometido meses después a un vaciamiento cervical izquierdo, identificándose múltiples zonas de metástasis intracapsular de carcinoma epidermoide. Dos meses después de esta cirugía se realiza PET/TAC en la que no se evidencia recidiva tumoral local de la neoplasia faríngea, pero se identifica una lesión hipermetabólica en el fondo de la vesícula biliar (fig. 1), por lo que es remitido a consulta de cirugía. Se solicitó RMN abdominal en la que se observó un engrosamiento focal de la pared de la vesícula biliar de 7mm de grosor y 27mm de diámetro máximo, con realce, indeterminado, en el que no se puede descartar carácter tumoral de la lesión (fig. 1). Los marcadores tumorales fueron negativos. Con sospecha de metástasis de carcinoma epidermoide de cavidad oral, se decidió, en el comité de tumores digestivos, la resección quirúrgica con la realización de una colecistectomía radical, con resección de 2-3cm de parénquima hepático por vía laparoscópica, con el uso combinado para la sección del parénquima hepático de características cirróticas de electrobisturí y del aspirador ultrasónico laparoscópico (CUSA©), sin incidencias durante la cirugía, y con alta hospitalaria en quinto día postoperatorio, sin complicaciones. En el estudio de anatomía patológica se concluye como carcinoma de células escamosas, positivo en inmunohistoquímica para los marcadores de tumor escamoso: CK 5-6 y p63 (fig. 2), pobremente diferenciado, de patrón sólido, sin componente glandular, con imágenes de invasión linfovascular y perineural, con presencia positiva de ADN del virus del papiloma humano (VPH) detectado mediante técnica de reacción en cadena de la polimerasa (RCP). Sin afectación ganglionar y con márgenes libres de neoplasia.
Casi la totalidad de las metástasis a distancia de los tumores epidermoides de cabeza y cuello (TECC) se producen a nivel pulmonar (77%), huesos (19%), mediastino/otros ganglios linfáticos (4%), así como el cerebro, el hígado y la piel, siendo extremadamente infrecuente la aparición de metástasis de TECC en otras localizaciones3. A su vez, las metástasis de otras neoplasias que se depositan en vesícula son muy infrecuentes, y estos pacientes tienen una sobrevida muy corta después del diagnóstico (8,4 meses de media)4. Dentro de este grupo de metástasis en vesícula biliar, los tumores malignos primarios más frecuentes son el melanoma5,6 y el cáncer gástrico7. No existe en la literatura reporte de metástasis en vesícula biliar de carcinomas de vía aérea. El paciente del caso clínico presenta una neoplasia epidermoide de vía aérea en un estadio avanzado (T4N2M1), con recidiva cervical confirmada histológicamente, y una lesión en vesícula biliar con carácter epidermoide puro, que plantea el diagnóstico diferencial con un carcinoma epidermoide de vesícula biliar, el cual es muy infrecuente, con una incidencia del 4% entre los tumores de vesícula biliar8. En este caso la presencia de una neoplasia primaria de vía aérea y la presencia confirmada en la lesión resecada de ADN de VPH, siendo el VPH responsable de hasta el 65% de tumores epidermoides de cavidad oral9, nos hace concluir que se trata de una lesión metastásica de un carcinoma epidermoide de vía aérea, siendo uno de los primeros casos reportado de este tipo de metástasis en vesícula biliar.