La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) postoperatoria constituye una complicación que afecta aproximadamente a 1 de cada 4 pacientes quirúrgicos generales intervenidos y que no reciben medidas para su prevención. Además del riesgo de embolismo pulmonar, fatal en muchos casos, los pacientes que sufren ETV están expuestos a desarrollar complicaciones a largo plazo, tales como síndrome postrombótico o hipertensión pulmonar crónica. Por otra parte, la ETV postoperatoria suele ser asintomática o producir manifestaciones clínicas que se atribuyen a otros procesos, por lo que muchas veces esta complicación pasa desapercibida para el cirujano que intervino al paciente. Así pues, la mejor estrategia consiste en una eficaz prevención de la ETV, utilizando para ello las medidas profilácticas adecuadas al nivel de riesgo tromboembólico del paciente. Existe suficiente evidencia de que la ETV se puede prevenir mediante métodos farmacológicos, entre los que destacan la heparina y sus derivados, y con métodos mecánicos como las medias elásticas o los sistemas de compresión neumática intermitente de los miembros inferiores.
Con objeto de reducir en lo posible la incidencia de ETV postoperatoria, se han propuesto estrategias que incluyen la combinación de fármacos y métodos mecánicos, nuevos fármacos antitrombóticos, o prolongar la duración de la profilaxis en los casos de muy alto riesgo, como los operados por cáncer. Otro aspecto importante es el del momento óptimo de inicio de la profilaxis con los fármacos anticoagulantes, con objeto de conseguir un equilibrio adecuado entre la eficacia antitrombótica y el riesgo de presentación de complicaciones hemorrágicas. En este artículo revisamos la evidencia disponible para intentar optimizar en lo posible la prevención de la ETV en cirugía general y en algunos grupos especiales, como la cirugía laparoscópica, de corta estancia y de la obesidad.