La trombosis portoesplénica (TPE) tras la esplenectomía, es una complicación de incidencia incierta, acompañada de importante morbimortalidad. Habitualmente presenta una clínica inespecífica, por lo que se hace imperativa una sospecha diagnóstica temprana, sobre todo en los casos que presenten factores de riesgo, que permita instaurar un tratamiento precoz y efectivo que consiga la buena evolución del paciente.
Presentamos el caso de una mujer de 43 años sin antecedentes personales de interés, diagnosticada de anemia hemolítica autoinmunitaria, remitida para esplenectomía. La tomografía computarizada (TC) preoperatoria informa de bazo ligeramente aumentado de tamaño con venas porta y esplénica de diámetro normal y permeables (fig. 1). La cifra preoperatoria de plaquetas es de 212.000/μl. Bajo profilaxis de tromboembolismo es intervenida, practicándose una esplenectomía laparoscópica sin incidencias y fue dada de alta sin complicaciones al sexto día postoperatorio. La pieza quirúrgica pesa 365g, con dimensiones de 13×10×5,5cm compatible con hiperesplenismo. A los 45 días ingresa de nuevo por presentar dolor epigástrico que comienza 15 días tras la intervención asociado a fiebre, malestar general y náuseas. Analíticamente, presenta leucocitosis de 30.300 y trombocitosis de 759.000. Se realiza una TC abdominal en el que se evidencia trombosis y cavernomatosis portal y de vena mesentérica superior, sin observar datos de hipertensión portal (fig. 2). Se instaura tratamiento con heparina de bajo peso molecular y acenocumarol durante los 7 días del ingreso y presentó una evolución favorable. Al mes siguiente, la paciente se encuentra asintomática y en la TC abdominal de control se una observa mayor repermeabilización de la vena porta y mesentérica superior.
La TPE tras la esplenectomía es una patología de incidencia variable. Así, teniendo en cuenta el método diagnóstico utilizado, por ecografía se ha observado en torno al 10% de los casos, mientras que por medio de TC con contraste se ha evidenciado en el 55%1,2.
Existen factores de riesgo establecidos para su aparición2, tales como anemia hemolítica, hiperesplenismo, linfomas malignos, tamaño del bazo, diámetro de vena esplénica mayor de 8mm en TC3, cuya presencia debe exigir un riguroso seguimiento postoperatorio. No se han observado diferencias en cuanto a edad, sexo, índice de masa corporal, tiempo operatorio, técnica quirúrgica (abierta vs laparoscopia) ni recuento pre/postoperatorio de plaquetas4.
La clínica aparece entre el 4.° y 14.° día postoperatorio y consiste en anorexia (88%), ligero dolor abdominal (75%), náuseas (75%), leucocitosis (100%) y trombocitosis (100%)2. El diagnóstico se basa en la TC helicoidal con contraste, eco-Doppler o RM, teniendo en cuenta el diagnóstico diferencial con la pancreatitis postoperatoria5. El tratamiento consiste en heparina por vía intravenosa o subcutánea a dosis individualmente ajustadas, seguida de acenocumarol para conseguir INR de 1,5-22. También se ha utilizado la trombólisis transhepática con urokinasa como arma terapéutica en esta patología6.
Hay que tener muy en cuenta que las consecuencias de esta entidad pueden ser tan graves como hipertensión portal o incluso, isquemia intestinal.
Normalmente, los pacientes tratados dentro de los primeros 10 días tras la esplenectomía evolucionan satisfactoriamente y ocurre la recanalización en más del 90% de los pacientes anticoagulados7,8.