En primer lugar agradecer la oportunidad de contestar la Carta al Director firmada por Suarez Muñoz et al.1 con el título «Duodenopancreatectomía cefálica laparoscópica: ¿Podemos iluminar algunas sombras?», en referencia al artículo sobre la duodenopancreatectomía cefálica laparoscópica2.
En segundo lugar, los autores queremos dar las gracias por el interés y los comentarios que en la Carta al Director mencionada han sido aportados por dichos autores. Sin duda esta inquietud respecto a la seguridad en la duodenopancreatectomía cefálica es compartida entre ambos grupos, y así se refleja en las diferentes experiencias publicadas3. No hace falta volver a destacar la alta complejidad de la cirugía pancreática, en especial la duodenopancreatectomía, que requiere de una implicación especial desde el inicio de los síntomas y el diagnóstico, pasando por el manejo preoperatorio, así como, la detección precoz y anticipación en la aparición de las complicaciones. Todo ello requiere de una exigencia especial de todos los actores que intervienen, en especial los equipos quirúrgicos.
Estamos totalmente de acuerdo en que la experiencia en cirugía hepatobiliopancreática, así como la planificación previa de los casos, conversión programada o cirugía híbrida, son clave en la curva de aprendizaje de la duodenopancreatectomía laparoscópica, teniendo como principal objetivo la seguridad del paciente; sin olvidar garantizar los estándares de la cirugía oncológica y una rápida recuperación que no impida la posibilidad de completar el tratamiento adyuvante.
En la actualidad sigue en debate el número real de casos para superar la curva de aprendizaje utilizando un enfoque por etapas4,5 e incluso la necesidad de instituir la acreditación adecuada y medidas de control de calidad, antes de la aplicación clínica de rutina6. Como bien mencionan los autores de esta Carta al Director, las series iniciales sugieren que un enfoque híbrido podría facilitar la progresión hacia la competencia final en la duodenopancreatectomía laparoscópica7.