Introducción
La situación posprandial es el estado metabólico habitual en el que se encuentra el ser humano a lo largo del día. Este estado se caracteriza por un aumento de los triglicéridos totales y de las lipoproteínas ricas en triglicéridos de origen intestinal y hepático. Sin embargo, la mayoría de los estudios, en que se ha investigado la relación entre los lípidos plasmáticos y el desarrollo de enfermedad coronaria (EC), se han realizado valorando el carácter predictivo de las determinaciones lipídicas hechas en estado de ayuno, circunstancia que no constituye la situación fisiológica habitual. En varios estudios clínicos y epidemiológicos, como los de casos y controles, se ha observado que los pacientes con enfermedad coronaria, presentan valores de triglicéridos posprandiales mayores1-3. Asimismo, en el análisis multivariante se demostró que los valores de triglicéridos posprandiales estaban asociados de modo independiente con el desarrollo de la enfermedad. Posteriormente, en un estudio de cohortes se ha confirmado que las partículas remanentes posprandiales tienen un valor predictivo para el desarrollo de EC4. Se sospecha que las lipoproteínas ricas en triglicéridos posprandiales inducen arteriosclerosis, al interactuar con la lipoproteinlipasa de la pared arterial.
La variabilidad individual de la respuesta lipémica posprandial excede a la que se produce en la lipemia del ayuno, debido a la influencia de factores ambientales y genéticos. Entre los primeros se incluyen el grado de actividad física, el consumo de alcohol y tabaco, el estatus hormonal de la mujer y el sexo. Pero quizá uno de los factores más relevantes es el tipo de alimentación habitual de las personas5. El consumo de dietas ricas en grasa saturada favorece un mayor aumento de partículas ricas en triglicéridos posprandiales que cuando se consumen dietas ricas en ácidos grasos poliinsaturados n-3, mientras que el incremento producido por los ácidos grasos poliinsaturados n-6 es intermedio6,7. En general, la menor respuesta lipémica posprandial se observó tras el consumo de dietas muy pobres en grasa y ricas en grasa poliinsaturada de la serie n-38-11. No obstante, el consumo de una alimentación pobre en grasa y rica en hidratos de carbono induce un aumento de los valores de triglicéridos, debido a un aumento en la producción de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL). En contraste, son pocos los estudios en que se ha investigado el efecto de la grasa monoinsaturada sobre los valores de lípidos plasmáticos en el estado posprandial12-14. En la mayoría de ellos se ha analizado el efecto de la sustitución isocalórica de ácidos grasos n-3 (5 g/día) por ácidos grasos monoinsaturados, lo que tiene un interés relativo para lo que suponen habitualmente los ácidos grasos monoinsaturados en la ingesta calórica global. Dicha sustitución equivale a menos del 2% del consumo energético, mientras que una dieta mediterránea implica un aporte de monoinsaturados de entre el 15 y el 20% del total energético. Por ello, estos estudios no dan información sobre la posible influencia de la alimentación mediterránea en la lipemia posprandial.
Estudios recientes sugieren que el consumo de ácido linolénico, un ácido graso poliinsaturado n-3, reduce el riesgo de muerte por EC15, por su posible efecto antiarrítmico. Aún queda por establecer la influencia que estas dietas tienen sobre la lipemia posprandial y sobre los mecanismos involucrados en la arteriosclerosis, susceptibles de ser modulados por la ingesta grasa. Nuestro propósito es analizar el efecto agudo de la ingesta de distintos tipos de grasas sobre la lipemia posprandial.
Sujetos y métodos
Se seleccionaron 21 varones sanos portadores del genotipo E 3/3 del gen de la apolipoproteína (apo) E. Todos ellos fueron estudiantes de la Universidad de Córdoba con una edad comprendida entre 18 y 30 años, y no presentaban enfermedades como diabetes, o enfermedad hepática, de riñón o tiroides. Además, no consumieron medicamentos o vitaminas que pudiesen afectar a los parámetros lipídicos durante el estudio y en los 6 meses previos. A todos los voluntarios se les tomaron medidas antropométricas (peso, altura e índice de masa corporal) y la presión sanguínea; además, se les informó para que siguieran un estilo de vida y una actividad física normales. Los valores de colesterol y triglicéridos fueron menores de 200 mg/dl. Los voluntarios que presentaron enfermedades crónicas, o que realizaban una mayor actividad física o poseían antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular prematura se excluyeron del estudio.
El estudio fue evaluado por el Comité Ético para Investigaciones Clínicas del Hospital Universitario Reina Sofía.
Diseño del estudio
Todos los voluntarios se sometieron, después de un período de 4 semanas de estabilización con una dieta rica en grasa saturada (SAT) (grasa total: 38% grasa; 16% SAT; 16% monoinsaturada [MUFA], y 6% poliinsaturada (PUFA); 15% de proteínas y 47% de hidratos de carbono), a 3 estudios de lipemia posprandial con la misma cantidad de grasa en la comida pero con diferente composición y siguiendo un diseño aleatorizado y cruzado. Tras 12 h de ayuno se les administró en el tiempo 0 una comida grasa, consistente entre la mitad y dos tercios de las calorías diarias ingeridas habitualmente por el individuo y compuesta por 1 g de grasa/kg de peso, 7 mg de colesterol/kg de peso y 40 equivalentes de retinol/kg de peso, con la siguiente distribución calórica: 60% grasa, 15% proteínas y 25% hidratos de carbono. La composición de la comida fue la siguiente: comida enriquecida en grasa saturada (mantequilla) (35% SAT; 19% MUFA; 6,3% PUFA, y 0,7% ácido *-linolénico); comida rica en grasa monoinsaturada (aceite de oliva) (15,8% SAT; 38% MUFA; 6,3% PUFA, y 0,7% ácido *-linolénico); comida rica en grasa poliinsaturada n-3 (nueces), (20% SAT; 24% MUFA; 16% PUFA, y 4% ácido *-linolénico). El diseño de este estudio se hizo de acuerdo con una distribución de cuadrados latinos de forma aleatorizada y cruzada, de forma que a todos los voluntarios se les administraron los 3 tipos de comida grasa en 3 tiempos diferentes separados entre sí por 1 semana. La comida rica en mantequilla consistió en 70 g de mantequilla, 60 g de pan y 250 ml de leche entera. La comida rica en aceite de oliva consistió en 70 ml de aceite de oliva virgen, 60 g de pan y 250 ml de leche semidesnatada. La comida rica en nueces consistió en unos 110 g de nueces, 25 mg de mermelada, 40 g de pan y 250 ml de leche semidesnatada.
Se les extrajeron 20 ml de sangre venosa, en tubos que contenían 1 mg/ml de EDTA, en el tiempo 0 y a las 2, 4, 6 y 8,5 h después de la ingesta aguda de grasa. El cálculo de los nutrientes se realizó con las tablas de composición de los alimentos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y la tabla de la composición de alimentos de España.
Como control interno de la composición de cada una de las sobrecargas, determinamos la composición de los ácidos grasos presentes en los quilomicrones basalmente y a las 3 h de cada comida.
Determinaciones bioquímicas
A todos los participantes se les extrajo sangre venosa en tubos que contenían EDTA al 0,1% y se centrifugaron 1.500 g durante 15 min a 4 ºC, para separar el plasma de las células rojas. En cada uno de los tiempos indicados se determinan los valores plasmáticos de triglicéridos, colesterol, lipoproteínas de baja densidad (LDL), lipoproteínas de alta densidad (HDL), y apo A-I y B.
Estudio estadístico
En el estudio estadístico de los datos se utilizó el análisis de la varianza (ANOVA) para medidas repetidas, para determinar el efecto de los diferentes tipos de dieta consumidos sobre las respuestas posprandiales en cada una de las variables estudiadas. Cuando se observaron diferencias significativas se utilizó el test de Tukey en comparación post hoc para identificar las diferencias existentes entre cada grupo.
Con excepción de los TG, todas las variables continuas siguieron una distribución normal. Los TG se transformaron logarítmicamente para conseguir distribuciones próximas a la normal, y se llevaron a cabo las pruebas estadísticas sobre los valores transformados.
Como programa estadístico se utilizó el SPSS (versión 8.0). Se consideraron significativos los valores de p < 0,05.
Resultados
El seguimiento de los voluntarios en la dieta de homogeneización fue excelente, como refleja la ausencia de incidencias significativas registradas en los diarios de los participantes. Las características basales de los participantes se muestran en la tabla 1.
Al evaluar los valores de los triglicéridos posprandiales, se objetivó una mayor concentración a las 2 h de la ingesta, tras la comida rica en monoinsaturados que tras la rica en saturados. A partir de la cuarta hora existe una tendencia hacia una menor concentración de triglicéridos tras la sobrecarga rica en monoinsaturados, aunque no se alcanzó significación estadística. A las 8 h y media se encontró menor concentración tras la sobrecarga rica en monoinsaturados comparada con la rica en poliinsaturados (fig. 1).
Figura 1. Valores de triglicéridos (mg/dl) tras las 3 dietas. *p < 0,05: monoinsaturada frente a saturada; **p < 0,05: monoinsaturada frente a poliinsaturada; P1: efecto del tiempo; P2: efecto de la dieta; P3: efecto de la interacción (ANOVA). Los valores se expresan como media ± desviación estándar (DE); n = 21.
Los datos del área bajo la curva de los triglicéridos plasmáticos muestran que no hubo diferencias significativas tras la ingesta de la comida rica en mantequilla (82.317 ± 11.818), la rica en aceite de oliva (72.435 ± 7.145) y la rica en nueces (76.295 ± 7.873).
Para el resto de parámetros lipídicos estudiados, que fueron colesterol total, colesterol ligado a HDL (cHDL), colesterol ligado a LDL (cLDL), apo A-1 y apo B, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas tras las 3 sobrecargas (tabla 2).
Discusión
Nuestro estudio muestra que la dieta rica en aceite de oliva presenta un perfil de respuesta posprandial diferente en los triglicéridos plasmáticos posprandiales en comparación con la dieta saturada, rica en mantequilla, o con la poliinsaturada, rica en nueces.
Se estudió la influencia de una sobrecarga grasa sobre los valores de distintas fracciones lipídicas (triglicéridos plasmáticos, colesterol total, HDL, LDL, apo A-I, apo B) en la fase posprandial. Para ello, se eligieron 3 tipos de comida. La primera, la dieta saturada y la mantequilla como alimento representante, por ser la alimentación más frecuente en los países occidentales. La segunda, la monoinsaturada, cuyo alimento fundamental es el aceite de oliva, por haber demostrado ser eficaz en la prevención de la arteriosclerosis y estar presente en nuestra área geográfica, la alimentación mediterránea. La última de las sobrecargas seleccionadas ha sido la poliinsaturada n-3, de la cual elegimos las nueces como fuente de ácido linolénico, porque también ha demostrado reducir el riesgo cardiovascular16.
Nuestro estudio, como era de esperar, no encontró diferencias significativas en la respuesta posprandial de las LDL y las HDL con los 3 tipos de sobrecargas probadas, al ser un estudio para determinar el efecto agudo de una comida con diferente composición grasa y afectarse éstas típicamente ante estudios de intervención crónica. Por el mismo motivo, tampoco se encontraron diferencias significativas en el colesterol total ni en las apo A-1 y B.
Al evaluar los valores plasmáticos de triglicéridos totales observamos que en la segunda hora su valor tras la sobrecarga rica en aceite de oliva fue mayor que tras la que incluía mantequilla. A partir de la hora 4 existe una tendencia hacia una menor concentración de triglicéridos con la sobrecarga rica en aceite de oliva. En el tiempo 8 encontramos una menor concentración tras el aceite de oliva comparada con las nueces. La hipertrigliceridemia posprandial, en la dieta rica en aceite de oliva, tiene un patrón de aclaramiento posprandial de los triglicéridos más rápido que las otras 2 dietas. Hoy día disponemos de evidencias que apoyan la idea inicial de Zilversmit sobre la intervención de las lipoproteínas ricas en triglicéridos (LRT), particularmente en el estado posprandial, en la formación de la placa de ateroma17. En este sentido, la ingesta de la dieta mediterránea se asociaría con un menor riesgo aterogénico, debido a un transporte más rápido y a una menor interacción de las LRT con el endotelio vascular, ya que el tiempo en alcanzar la mayor concentración de triglicéridos en la lipemia posprandial es menor. Así, los valores de triglicéridos posprandiales en la dieta rica en aceite de oliva tienen un pico más temprano y un metabolismo de las TRL más rápido, en comparación con la dieta rica en mantequilla y la dieta rica en nueces. De este modo, los triglicéridos permanecerán menos tiempo circulando y, por consiguiente, la respuesta lipémica posprandial es menos prolongada. Estas circunstancias son características de un patrón posprandial menos arterogénico. De hecho, hay evidencias de que los valores de triglicéridos posprandiales están relacionados con el desarrollo de enfermedades coronarias y cardiovasculares. Así, los valores de triglicéridos posprandiales tienen un potencial protrombótico y proaterogénico como consecuencia de una lipemia posprandial prolongada. Estudios previos han relacionado el grado de activación del factor VII, tras la ingesta de una dieta rica en grasa, con la magnitud de la hipertrigliceridemia posprandial. Todos estos hallazgos indican que la dieta rica en aceite de oliva influye en los procesos trombóticos y aterogénicos.
Estudios previos sugieren que la exposición a una dieta rica en monoinsaturados de forma regular acelera la internalización de los ácidos grasos posprandiales, con lo que se produce un pico de partículas posprandiales más acusado y temprano que el observado con otras dietas18-20. Sin embargo, el área bajo la curva, que refleja el efecto global del aumento de esas partículas en toda la fase posprandial, no se incrementa, lo que induce a pensar que, aunque el pico sea más alto, éste se produce de forma temprana y rápida, para después descender más rápidamente hacia sus valores basales, lo que reduciría el tiempo en el que la persona se encuentra en situación hipertrigliceridémica y, por consiguiente, menor riesgo cardiovascular.
En resumen, según nuestros resultados, la dieta rica en aceite de oliva presenta una cinética de aclaramiento distinta en los triglicéridos plasmáticos posprandiales en comparación con la dieta saturada, rica en mantequilla, o con la poliinsaturada rica en nueces.