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Vol. 12. Núm. 6.
Páginas 327-332 (noviembre 2000)
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Estudio TRANSFAIR en España. III. Asociación entre el depósito en tejido adiposo de isómeros de ácidos grasos ­cis y trans­ con la ingesta y fracciones lipídicas plasmáticas 327
TRANSFAIR Study in Spain. III. Asociation between ­cis and trans­ fatty acids isomer content of adipose tissue, dietary intake and plasma lipid fractions
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C. Cuadradoa, A. Carbajala, C. Núñeza, B. Beltrána, G. Toledanoa, O. Moreirasa
a Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense de Madrid.
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Fundamentos. Se ha observado que el consumo alto de ácidos grasos trans tiene un efecto sobre el perfil lipídico sanguíneo y éstos pueden incrementar el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV). Métodos. Se ha llevado a cabo un estudio transversal en 37 varones y 47 mujeres (50 65 años) procedentes de una asociación de amas de casa y de dos empresas en Segovia. Mediante una historia dietética se ha valorado el consumo de alimentos, la ingesta de ácidos grasos trans y los lípidos sanguíneos, y se ha analizado la composición en ácidos grasos del tejido adiposo mediante cromatografía gaseosa. Resultados. La ingesta media de ácidos grasos trans fue de 1,40 ± 0,64 g en los varones y de 1,75 ± 0,74 en las mujeres. En tejido adiposo el ácido graso predominante fue el ácido oleico C18:1*9 (47,35 ± 5,03 g en los varones y 51,42 ± 3,23 g en las mujeres) seguido del palmítico y del linoleico. Se observó una asociación significativa en toda muestra entre la ingesta de C18:1 T y la concentración sanguínea de colesterol ligado a lipoproteínas de alta densidad (r = 0,31; p < 0,01) y también en las mujeres por separado (r = 0,50; p < 0,001). En toda la muestra y en las mujeres también se observó una asociación significativa entre la ingesta total de ácidos grasos trans y el colesterol ligado a lipoproteínas de alta densidad (r = 0,29; p < 0,01 y r = 0,48; p < 0,001, respectivamente). Conclusiones. De este estudio se concluye que la ingesta de ácidos grasos trans propia de la dieta de nuestro país no se asocia significativamente a un perfil lipídico desfavorable en sangre.
Palabras clave:
Ácidos grasos trans
Tejido adiposo
Ingesta
Background. High intakes of trans fatty acids (TFA) have been found to exert undesirable effects on serum lipid profiles, and thus may increase the risk of cardiovascular disease. Design. Cross-sectional study with participation of 37 men and 47 women who were selected from a housekeeper association and two industries from Segovia (Spain), aged 50 to 65 years. Using a dietary history method, food consumption was assessed and TFA intake was calculated with recent figures on TFA content of food collected in the TRANSFAIR study. The fatty acid (C:12 to C:22) composition of adipose tissue from biopsies was measured by gas chromatography of subcutaneous fat. Results. Mean (± SD) TFA intake was 1.40 ± 0.64 g/day for men and 1.75 ± 0.74 g/day for women. The most abundantly occurring TFA isomer in adipose tissue was C18:1*9 (47.35 ± 5.03 g for men and 51.42 ± 3.23 g for women) followed by palmitic acid and linoleic acid. Significative association for men and women was observed between the intake of C18:1 T and HDL-cholesterol (r = 0.31; p < 0.01) and for women (r = 0.50; p < 0.001), and for all the sample, between TFA intake and HDL-cholesterol (r = 0.29; p < 0.01) and for women (r = 0.48; p < 0.001). Conclusions. From this study we conclude that at the current Spain intake levels of trans fatty acids they are not associated with an unfavourable serum lipid profile.
Keywords:
Trans fatty acids
Adipose tissue
Intake
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Introducción

Varios estudios retrospectivos ponen de manifiesto cierta relación entre la ingesta dietética de ácidos grasos trans (AGt) y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) al incrementar las concentraciones de colesterol plasmático y de colesterol ligado a lipoproteínas de baja densidad (cLDL) y disminuir el colesterol ligado a lipoproteínas de alta densidad (cHDL)1-3. Sin embargo, existen resultados contradictorios que ponen en entredicho estos efectos4,5. Una de las grandes dificultades en los estudios epidemiológicos retrospectivos que puede distorsionar los resultados es la exactitud de las mediciones de exposición a los AGt. Así, hay que tener en cuenta la exactitud del análisis, la posible fluctuación en el contenido de AGt en los alimentos y la precisión en la medida de la ingesta, particularmente cuando se utilizan técnicas de recuerdo. Incluso dentro de un grupo específico de alimentos, existe una gran variación en la concentración de AGt6. Por otra parte, la ingesta de AGt se correlaciona razonablemente bien con la proporción de AGt en el tejido adiposo7, con lo que la determinación de AGt en el tejido adiposo es un buen método para valorar su consumo8 y, a su vez, servir de factor indicador de riesgo de ECV. Algunos estudios han encontrado mayores concentraciones de ácido palmitoleico C16:1 T, pero no de C18:1 T o AGt totales, en el tejido adiposo de personas que habían muerto por ECV al comparar con las fallecidas por causas distintas9. En nuestro país son muy escasos los trabajos sobre el contenido de AGt en tejido adiposo10.

Por otra parte, hasta hace relativamente poco no se disponía de unas bases de datos que permitieran conocer con exactitud el contenido de AGt en los alimentos. En la actualidad, el estudio TRANSFAIR ha hecho posible que en nuestro país dispongamos de una base de datos en la que se incluye información sobre el contenido de 45 isómeros distintos en unos 100 productos11, por lo que actualmente estamos en condiciones de poder relacionar el contenido de ácidos grasos en tejido adiposo con la ingesta dietética.

Dentro del contexto del estudio TRANSFAIR, el objetivo del presente trabajo es analizar el contenido de AG, incluidos los AGt, en el tejido adiposo subcutáneo de una muestra de individuos, aparentemente sanos, y relacionarlo con las ingestas dietéticas de ácidos grasos y con algunos parámetros bioquímicos indicadores del riesgo cardiovascular (colesterol plasmático, cHDL, cLDL y triglicéridos).

Sujetos y métodos

Muestra

La muestra estaba formada por 37 varones y 47 mujeres, aparentemente sanos, de edades comprendidas entre 50 y 65 años, que habían sido previamente seleccionados después de cumplir una serie de requisitos muy estrictos. Los criterios de exclusión fueron antecedentes de enfermedad cardiovascular conocida, enfermedades crónicas como diabetes, cáncer, alteraciones mentales o alcoholismo, tratamiento con fármacos hipolipemiantes, regímenes dietéticos específicos (vegetarianos o macrobióticos) o dietas bajas en colesterol en los 6 meses previos al estudio, haber realizado cambios en el consumo de suplementos alimentarios que contuvieran ácidos grasos en los 6 meses previos al estudio y haber sufrido cambios en el peso corporal superiores a 5 kg en el último año. En el caso de las mujeres, debían ser posmenopáusicas sin recibir terapia hormonal sustitutiva.

El presente trabajo forma parte del proyecto multicéntrico TRANSFAIR dentro de la acción concertada del programa específico AAIR concedido por la Comisión de la Unión Europea. Todos los sujetos participantes dieron su consentimiento por escrito antes de la inclusión en el estudio.

Valoración de la ingesta

Para estimar la ingesta de energía y nutrientes se utilizó una historia dietética modificada que comprende un recuerdo de 24 h y una frecuencia de consumo de alimentos referida al último mes, en la que se incluyen principalmente aquellos alimentos con un mayor contenido en AGt11. Se tuvieron en cuenta los patrones nacionales de consumo. En todos los centros participantes la valoración dietética tuvo lugar entre los meses de marzo y mayo. La entrevista se llevó a cabo por personal entrenado. La frecuencia de consumo se dividió en 10 categorías: nunca, un día/mes, un día/quincena, un día/semana, 2 días/semana, 3 días/semana, 4 días/semana, 5 días/semana, 6 días/semana y cada día. Para cada consumo diario se preguntó el número de porciones y se estimó el tamaño de las porciones en medidas caseras. A partir de esta historia dietética y utilizando las tablas de composición de alimentos y la base de datos sobre composición de AGt, recientemente publicadas en nuestro país12, se determinó el consumo de energía, grasa total y fracciones, colesterol e isómeros de AG incluidos los AGt. La duración del estudio dietético para cada participante fue de aproximadamente una hora.

Composición en ácidos grasos del tejido adiposo

A cada individuo seleccionado, y tras su conformidad, se le realizó el análisis del tejido adiposo mediante la técnica de punción-aspiración con aguja fina siguiendo las directrices descritas por Beyne y Katan13. La muestra obtenida se transportó en nieve carbónica a ­40 °C al laboratorio central (National Public Health Institute, en Helsinki, Finlandia). Inmediatamente después de la llegada de las muestras se almacenaron a ­70 °C hasta su análisis. La muestra de la biopsia se extrajo con hexano-isopropanol 3+214 y la grasa cruda fue transmetilada con metanol15. Los patrones de ácidos grasos se determinaron por cromatografía gaseosa. Se usó una columna capilar SP2380, de 60 m * 0,32 mm, d.f. 0,2 µm y de un espesor de 0,2 µm (la temperatura del programa fue desde 140 a 230 °C); como fase móvil se utilizó helio y un sistema de inyección. Se analizó la composición de ácidos grasos desde C12 hasta C22 y la composición se normalizó al 100%. Los picos de identificación en las muestras de las biopsias se basaron en estándares disponibles con tiempos de retención eluyendo de columnas con diferentes polaridades. Además, se usaron materiales naturales para confirmar algunas identificaciones. Se identificaron alrededor del 97-99% de todos los ácidos grasos. El coeficiente de variación interensayo fue del 2-6% para los picos por encima del 1%; del 4-8% para los picos por debajo del 1%, y del 14-25% para algunos muy pequeños.

Análisis de los lípidos sanguíneos

El análisis de los lípidos sanguíneos se realizó con muestras de sangre venosa obtenidas tras 12 h de ayuno en tubos de 10 ml. La sangre se almacenó a 4 °C durante al menos 1 h antes de la centrifugación para separar el suero. Las muestras de suero se almacenaron a ­70 °C. Las determinaciones analíticas se llevaron a cabo en el laboratorio central (National Institute of Health, de Lisboa). El contenido de colesterol total se determinó usando un autoanalizador (Hitachi BM-911) con un test colorimétrico enzimático usando como reactivo CHOD-PAP (Boehringer Mannheim). Los triglicéridos se midieron con un método GDO-PAP (Boehringer Mannheim) por determinación colorimétrica con un autoanalizador (Hitachi BM-911) de glicerol liberado después de la hidrólisis enzimática de los triglicéridos. El cHDL se determinó directa y cuantitativamente en un ensayo in vitro (Boehringer Mannheim)16,17, mientras que el valor del cLDL se calculó mediante la fórmula de Friedewald.

Estudio antropométrico

También se llevó a cabo un estudio antropométrico que incluía las medidas de peso, talla, pliegues cutáneos, medida de circunferencias, y se realizó un cuestionario de enfermedad cardiovascular.

Resultados

En la muestra del estudio TRANSFAIR en Segovia, la edad media de los varones era de 55,9 ± 4,7 años y la de las mujeres de 58,9 ± 4,7 años (tabla 1).

Había un 36% de fumadores y un 4,3% de fumadoras; un 44,5% de los varones y un 17% de las mujeres eran ex fumadores.

Un 30% de los varones tenían un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 kg/m2, un 49% entre 25 y 30 kg/m2 y un 22% menor de 25 kg/m2. En cuanto a las mujeres, un 43% presentaban un IMC por encima de 30, un 36% entre 25 y 30 y un 21% por debajo de 25. No se encontró ningún caso por debajo de 20.

En este estudio, un 74% de las mujeres superaban el 0,8 de relación cintura/cadera, encontrándose un valor máximo de 1,1 y un mínimo de 0,7. La media superaba el límite de 0,85. En el grupo de varones, en un 16% ésta se situaba por encima de 1. El valor máximo era de 1,1 y el mínimo de 0,9. La media no superaba el limite de riesgo de 0,97.

Los porcentajes de grasa que se observaron midiendo los pliegues cutáneos fueron para la media de mujeres de un 39%, con un máximo de casi un 50% y un mínimo del 27%, y para los varones de un 26% de media, con un máximo de un 40% y un mínimo de un 15%. En ambos casos se superan los valores de referencia para varones y para mujeres, que son de un 10-15% y de un 20-25%, respectivamente.

Los resultados obtenidos con el cuestionario de enfermedad cardiovascular se muestran en la tabla 2.

La ingesta de energía fue significativamente mayor en varones que en mujeres, 2.328 ± 505 kcal y 2.038 ± 435 kcal (p < 0,01), respectivamente (tabla 3). La ingesta de grasa también fue mayor en los varones que en las mujeres, aunque en este caso no era significativa 104 ± 24 g y 97 ± 23 g, respectivamente.

Se observaron diferencias significativas entre los varones y las mujeres (p < 0,001) en cuanto al consumo de hierro (14,4 ± 3,7 mg y 11,6 ± 2,6 mg, respectivamente). El consumo de niacina (41 ± 11,4 y 31 ± 6,1 mg), vitamina B12 (11,5 ± 7,9 y 6,5 ± 4,4 µg) y vitamina D (6,7 ± 6,4 y 2,6 ± 2,8 µg) era similar en ambos sexos.

Los consumos de ácidos grasos saturados (AGS) y monoinsaturados (AGM) (tabla 4) eran prácticamente iguales en los dos grupos pero, en el caso de los ácidos grasos poliinsaturados (AGP), se observó una ingesta superior en los varones que en las mujeres (16,2 ± 8,6 y 11,4 ± 5,5 g, respectivamente) y, en el caso de los AGt (tabla 5), la ingesta era mayor en las mujeres (1,40 ± 0,67 y 1,75 ± 0,74 g, respectivamente).

Se observaron diferencias significativas en la ingesta de colesterol, que era superior en los varones (448 ± 178 mg). En cuanto a los cocientes que se emplean para juzgar la calidad de la grasa (AGP/AGS y AGP + AGM/AGS), éstos fueron significativamente menores en las mujeres que en los varones (0,41 ± 0,19 y 2,02 ± 0,51, respectivamente). El aporte de las distintas familias de ácidos grasos a la energía total fue del 11,6 ± 3,1 y de 13,2 ± 3,1% de las kcal para los AGS, del 18,4 ± 3,5 y el 20,4 ± 3,6% de las kcal para los AGM, y del 6,2 ± 2,7 y el 5,0 ± 2,0% de las kcal para los AGP, en los varones y mujeres, respectivamente.

Los valores de la presión arterial y de los lípidos sanguíneos se exponen en la tabla 6 y los depósitos de AGt en tejido adiposo en la tabla 7.

Discusión

En este estudio hemos observado que la ingesta media de AGt (tabla 5) es de 1,40 ± 0,64 g/día y de 1,75 ± 0,74 g/día en los varones y en las mujeres, respectivamente, lo que supone un porcentaje de aporte al total de la energía muy bajo. Si comparamos con los datos medios obtenidos en el estudio TRANSFAIR para la población, de 2,1 g/día, los más bajos dentro de los países europeos participantes18, es aún menor.

Según nuestros datos, en nuestro país la ingesta de AGt no ha aumentado, más bien ha disminuido, si la comparamos con los 2,4 g hallados por Boatella et al19.

La contribución del AG C18:1T a la ingesta total de AGt es la mayor (0,93 ± 0,45 g/día y 1,18 ± 0,50 g/día), seguido del C18:2T, con 0,19 ± 0,10 g/día y 0,20 ± 0,09 g/día, en los varones y las mujeres, respectivamente.

Cuando analizamos el contenido en AG del tejido adiposo, observamos que el AG predominante era el ácido oleico, fruto del consumo de aceite de oliva seguido del palmítico y del linoleico.

Rosengren et al20 observaron, en Suecia, que el ácido graso predominante en el tejido adiposo era el ácido palmítico, con porcentajes medios del 21,7%, mientras que entre los AGP el más abundante era el linoleico con valores medios de un 11,8%. Sin embargo, estos autores no disponían de datos dietéticos para comparar el contenido en AG de la dieta y del tejido adiposo y tampoco analizaron el contenido de AGt. El depósito de AGt en tejido adiposo encontrado en nuestro trabajo ha sido de 0,77 ± 0,23 en los varones y de 0,84 ± 0,30 en las mujeres, con una diferencia no significativa. El ácido graso mayoritario era el elaídico con un porcentaje superior al 60% seguido del isómero trans en posición 2 del ácido linoleico con una contribución de alrededor del 20% de los AGt totales.

Hemos encontrado una asociación significativa en toda la muestra entre la ingesta de ácido elaídico y la concentración sérica de cHDL (r = 0,31; p < 0,01) y en las mujeres por separado (r = 0,50; p < 0,001), y entre la ingesta total de AGt y el cHDL en toda la muestra (r = 0,29; p < 0,01) y en las mujeres (r = 0,48; p < 0,001).

Diversos estudios demuestran que las concentraciones séricas de ácidos grasos saturados están directamente relacionadas con un mayor riesgo de ECV pero, en cambio, los individuos o las poblaciones con bajo contenido de ácidos grasos esenciales como linoleico en su dieta tienen mayor mortalidad y una mayor prevalencia de ECV.

El patrón de ácidos grasos en el tejido adiposo se considera como un reflejo de la ingesta dietética a largo plazo, especialmente en relación con el ácido linoleico y la relación entre ácidos grasos poliinsaturados a saturados. Como es sabido, tanto el ácido linoleico como *-linolénico son ácidos grasos esenciales que no pueden sintetizarse de novo en el organismo, mientras que los ácidos grasos saturados en el tejido adiposo pueden reflejar tanto la ingesta como la síntesis a partir de los hidratos de carbono. En nuestro estudio, hemos encontrado una correlación estadísticamente significativa entre algunos ácidos grasos del tejido adiposo y su ingesta, en concreto, del ácido elaídico (r = 0,54; p < 0,001), del transoctadecadienoico (r = 0,42; p < 0,01) y de los AGt en conjunto (r = 0,52; p < 0,001). En los varones observamos una asociación entre la ingesta de AGS y su depósito en el tejido adiposo (r = 0,42; p < 0,1).

En el estudio EURAMIC, estudio multicéntrico internacional en 8 países europeos e Israel (analizando muestras de tejido adiposo), se comparó a 671 varones que habían sobrevivido a un infarto agudo de miocardio (IAM) con 717 controles en 10 centros de diferentes países, analizando sólo los isómeros 18:1 trans10. No se encontró una asociación entre las altas concentraciones de dicho isómero y el IAM. Como dato destacable, la relación variaba según los diferentes países. Así, el riesgo relativo en el cuartil más elevado comparado con el más bajo fue de 5 en Noruega o Finlandia, y sólo de 0,2 en Rusia o España (casos: 0,40-0,23%; controles: 0,43-0,27%). Estos datos pueden sugerir que ciertos factores confundentes podrían enmascarar la asociación de los AGt con el IAM. Estas diferencias pueden ser debidas a un mayor consumo de alcohol en estos países, aspecto no tenido en cuenta en el presente trabajo, ya que el alcohol puede también contrarrestar los posibles efectos trombogénicos de los trans.

Los resultados de Aro et al10 reflejan considerables diferencias en la ingesta de AGt entre los países y marcadas diferencias en la fuerza de asociación entre elevados niveles de AGt en tejido adiposo y el IAM. Estos resultados no sugieren un efecto mayor del AG 18:1 sobre el riesgo de IAM, aunque los autores sugieren que cualquier relación de los AGt sobre el IAM puede tener importancia en aquellas poblaciones con alto consumo. A través de los países, el riesgo de IAM no difiere significativamente de 1.

En primer lugar, el contenido de AGt en el tejido adiposo obtenido mediante biopsia, se expresa como porcentaje a la grasa dietética total, pero el riesgo de ECV está probablemente relacionado con la cantidad absoluta de AGt en la dieta21. En segundo lugar, los AGt sólo representan una pequeña proporción del tejido adiposo, aproximadamente un 2%. En tercer lugar, lo más importante es que los AGt suelen reemplazar a las grasas saturadas y ambos tipos de grasas tienen efectos similares sobre las lipoproteínas y el colesterol y, por tanto, sobre el riesgo de enfermedad cardíaca. Todos los autores sugieren que se debe ser cauto en cuanto a la relación entre AGt y las enfermedades cardiovasculares.

Según distintos autores no todos los AGt son igualmente dañinos22. El ácido trans vaccénico (trans 11, 18:1), el principal AGt en la grasa de los rumiantes, no parece aumentar el riesgo de IAM, mientras que lo aumenta el AG trans elaídico que es el que se encuentra mayoritariamente en las grasas parcialmente hidrogenadas industrialmente (p. ej., margarinas). La proporción de dichos ácidos en el tejido adiposo es importante; así, una mayor proporción del AGt elaídico podría incrementar el riesgo de ECV.

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