Se conoce como hipertrigliceridemia grave la elevación de los niveles plasmáticos de triglicéridos por encima de 1.000mg/dl1. Este es un punto de corte arbitrario, basado en la relación con un mayor riesgo de pancreatitis2,3, si bien la relación con la enfermedad cardiovascular aterosclerótica se produce ya con niveles superiores a 100-150mg/dl4. Afortunadamente, y en líneas generales, esta relación no es ni necesaria ni suficiente para el desarrollo de ambas complicaciones, aunque minimizar su impacto constituye en la actualidad un desafío para investigadores y clínicos5.
Se asume que para la evolución de la especie humana ha sido necesario —probablemente no suficiente— desarrollar un sistema de transporte de lípidos (fuente de energía y moléculas esenciales) formado por estructuras subcelulares «modernas» no presentes en todos los vertebrados y que son las denominadas lipoproteínas ricas en triglicéridos (LRT)6. Estas lipoproteínas se organizan en 2rutas, la exógena —tras ingesta de alimentos— y la endógena, y tienen como protagonistas en origen a los quilomicrones —no presentes en ayuno— y las lipoproteínas de muy baja densidad, respectivamente. Para mantener la normotrigliceridemia es necesario un equilibrio entre la síntesis y el catabolismo de tales lipoproteínas, controlado fundamentalmente por la lipoproteína lipasa y otros sistemas enzimáticos. La pérdida de tal equilibrio condiciona la aparición de hipertrigliceridemia y la saturación de la tasa lipolítica del plasma es suficiente para que aquella se agrave, pudiendo aparecer quilomicronemia en ayunas6.
Durante el desarrollo filogenético, el sustrato biomolecular de este entramado enzimático (lipasas y otras) ha acumulado variantes que impactan en diferente medida sobre la eficiencia de estas rutas metabólicas7–9. Algunas lo hacen de forma definitiva y su presencia es suficiente para provocar quilomicronemia, como es el caso de las variantes patogénicas bialélicas presentes en síndrome de quilomicornemia familiar (SQF) o quilomicronemia familiar (QF). En la mayoría de los casos, sin embargo, subyacen variantes que tienen un bajo impacto sobre el metabolismo de las LRT, variantes necesarias, pero no suficientes, para provocar quilomicronemia, pues se requiere del concurso de otros factores para saturar el sistema (interacción gen-ambiente); es el caso del síndrome de quilomicronemia multifactorial (SQM). Todo ello justifica que la intervención sobre la alimentación sea necesaria en ambos supuestos, y suficiente para controlar la quilomicronemia en el SQM10, pero no en la QF, donde los hipolipidemiantes clásicos tampoco son eficaces, siendo necesaria la búsqueda de nuevas dianas terapéuticas11.
Sin duda, estamos ante un aspecto de la lipidología en constante cambio, todavía con muchas incertidumbres y necesidades no cubiertas, por lo que consideramos necesario y pertinente un trabajo monográfico como este, que aborde los avances más relevantes y el estado del arte. Somos conocedores de que no será suficiente, pero esperamos que sea de utilidad para investigadores y clínicos en la mejora de la atención a personas con hipertrigliceridemias graves.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.