F.B. Hu, M.J. Stampfer, J.E. Manson, E.B. Rimm, A. Wolk, G.A. Colditz, C.H. Hennekens y W.C. Willett
Am J Clin Nutr 1999; 69: 890-897
Fundamento. Los estudios experimentales en animales de laboratorio y seres humanos sugieren que el ácido alfa linolénico (18: 3n-3) puede reducir el riesgo de arritmia.
Objetivo. Examinar la asociación entre la ingesta dietética de ácido alfa linolénico y el riesgo de cardiopatía isquémica fatal (CI).
Diseño. El presente estudio fue un ensayo de cohorte prospectivo. La ingesta de ácido alfa linolénico se evaluó mediante un cuestionario de frecuencia de alimentos de 116 ítems completado en 1984 por 76.283 mujeres sin cáncer ni enfermedad cardiovascular.
Resultados. Durante el seguimiento de 10 años, documentamos 232 casos de CI fatal y 597 casos de infarto de miocardio no fatal. Después de un ajuste para la edad, los factores usuales de riesgo coronario y la ingesta dietética de ácido linolénico y otros nutrientes, una mayor ingesta de ácido alfa linolénico se asoció con un menor riesgo relativo (RR) de CI fatal; los RR de los quintiles menores a los mayores fueron: 1,0, 0,99, 0,90, 0,67 y 0,55 (IC del 95% 0,32-0,94; p para la tendencia = 0,01). Para el infarto de miocardio no fatal sólo se identificó una tendencia modesta, no significativa, hacia una reducción del riesgo cuando se compararon los quintiles extremos (RR 0,85; IC del 95% 0,61-1,19; p para la tendencia = 0,50). Una mayor ingesta de aceite y vinagre para aliñar la ensalada (una importante fuente de ácido alfa linolénico) se asoció con una disminución del riesgo de CI fatal cuando las mujeres que consumieron este alimento >= 5-6 veces/semana fueron comparadas con las que rara vez lo consumieron (RR 0,46; IC del 95% 0,27-0,76; p para la tendencia = 0,001).
Conclusiones. El presente estudio respalda la hipótesis de que una mayor ingesta de ácido alfa linolénico es protectora frente al CI fatal. El mayor consumo de alimentos, como los aliños para ensalada a base de aceite que proporcionan grasas poliinsaturadas, incluyendo ácido alfa linolénico, podrían reducir el riesgo de CI fatal.
COMENTARIO
Desde hace varias décadas, los expertos en nutrición humana están buscando el ácido graso o ácidos grasos ideales para prevenir el desarrollo de la cardiopatía isquémica. En la búsqueda de esta "grasa ideal" hemos pasado en virtud de evidencias científicas a recomendar en una primera instancia los ácidos grasos poliinsaturados n-6 (ácido linoleico), seguidos en su evolución temporal por los ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico) o hidratos de carbono, según a qué orilla del Océano Altlántico nos encontremos, para finalmente llegar a los poliinsaturados n-3 y, en particular, al ácido *-linolénico. La "fiebre" por el ácido linolénico, como algunos ya la han denominado, tiene sus bases científicas en varios estudios. En primer lugar, los estudios realizados en animales de experimentación sugieren que este ácido graso tiene un efecto antiarrítmico al prevenir la incidencia de fibrilación ventricular y la mortalidad cardíaca en ratas alimentadas con dietas ricas en ácido linolénico1. En segundo lugar, en el Lyon Heart Study2, un estudio de prevención secundaria en pacientes que habían padecido un infarto agudo de miocardio, el grupo de enfermos que consumió una dieta mediterránea enriquecida con una margarina de colza rica en ácido linolénico presentó una reducción de un 70% en el riesgo de muerte cardiovascular.
Los resultados del estudio objeto de este comentario claramente sugieren que en la cohorte del Nurses' Heart Study un aumento en la ingesta de ácido linolénico está asociado con una reducción en el riesgo relativo de muerte por enfermedad coronaria o infarto de miocardio mortal. Además, el riesgo de muerte coronaria descendió en mayor medida cuando las mujeres tomaban suplementos de *-tocoferol o en aquellas con una menor ingesta de ácidos grasos trans. Sin embargo, no se objetivó ningún efecto del consumo de ácido linolénico sobre el riesgo de padecer infarto agudo de miocardio no mortal.
No obstante, si bien el estudio ofrece varias aportaciones importantes en el conocimiento del efecto de los ácidos grasos sobre el riesgo de enfermedad coronaria, también presenta una serie de limitaciones. La principal de ellas la constituye la forma de determinar la ingesta real de nutrientes de la población o cohorte sujeta a estudio, una encuesta dietética basada en un cuestionario sobre frecuencia de consumo de alimentos.
Este método, realizado sobre una población no instruida y a través de correo, genera múltiples interrogantes sobre su validez, a pesar de los intentos de validación del mismo. Además, el cuestionario fue cambiado en dos ocasiones, lo que induce una confusión adicional. Finalmente, sólo los datos obtenidos en la encuesta realizada en 1984 son los usados para el análisis, asumiendo que los hábitos dietéticos de dicha cohorte a lo largo del período de estudio (10 años) permanecieron constantes con el consiguiente sesgo de clasificación, posiblemente diferencial, que podría poner en duda la validez de las conclusiones obtenidas en el estudio. Sin embargo, a pesar de estos interrogantes metodológicos, los resultados obtenidos en este estudio son consistentes y congruentes con la hipótesis de que el consumo de ácido linolénico reduce el riesgo de muerte por infarto de miocardio, pero no reduce el riesgo de padecer un infarto de miocardio no mortal. Esta hipótesis está apoyada en los efectos antiarrítmicos del ácido linolénico demostrados de forma experimental1, y nos induce a pensar que el efecto clínico principal de este ácido graso es sobre las complicaciones agudas del síndrome coronario (principalmente arritmias y por sus efectos antitrombóticos) y, en menor medida, sobre otros aspectos patogénicos importantes en la biología de la placa de ateroma y de la enfermedad coronaria. Por otra parte, la importancia cuantitativa como macronutriente del ácido linolénico es mínima ya que su consumo oscila entre 0,5-1,5 g/día frente a los 40-120 g/día que puede suponer el ácido oleico. En resumen, el ácido linolénico es especialmente importante en el desarrollo del cerebro y de la retina y tiene, además, propiedades antiarrítmicas para prevenir las muertes cardiovasculares que se producen como consecuencia del síndrome coronario agudo. Este concepto entra plenamente en lo que podríamos denominar en la actualidad "farmaconutrición". Sin embargo, su aparición en escena no resuelve ni aporta evidencias científicas sobre ese viejo dilema de la búsqueda de la fuente ideal de calorías ni de la grasa ideal, dada su escasa importancia como macronutriente y como fuente de calorías. Por ello, en la actualidad se hacen aún más necesarios los estudios que determinen si el ácido oleico o bien los hidratos de carbono son el mejor macronutriente para prevenir el desarrollo de la placa de ateroma y su consecuencia más importante, la enfermedad coronaria.