Los monocitos son una de las células clave en la formación de la placa de ateroma; se originan en la médula ósea a partir de las células pluripotenciales que dan lugar al monoblasto, que a su vez da lugar al promonocito que finalmente adopta las características del monocito que encontramos en la sangre periférica.
El monocito permanece por término medio 3 días en la sangre y finalmente va a los diferentes tejidos, diferenciándose o activándose para dar lugar a los numerosos tipos de histiocitos fijos (ganglionares, esplénicos, alveolares, células de Kupffer, células de Langerhans, microglía, etc.)
Los cultivos primarios de células linfomononucleares presentan a los pocos días de la siembra el aspecto que puede verse en la figura 1: se observan grandes monocitos redondos y adheridos (MRG), otros de forma muy similar pero de menor tamaño (MRM), algunos son alargados (MA) y en ocasiones presentan prolongaciones.
Algunos monocitos se encuentran laxamente unidos a la superficie de cultivo (ML), la zona redondeada y refringente que se observa sobre el citoplasma adherido contiene el núcleo y un buen número de los orgánulos celulares que hacen relieve hacia el medio de cultivo.