Esta página Editorial ya se ha utilizado en alguna otra ocasión para trasmitir nuestra opinión sobre la conducta que, a nuestro juicio, debe impregnar la mentalidad y la forma de actuación de los médicos en una época totalmente dominada por el imparable, y sin duda provechoso, progreso de la tecnología que la investigación y la industria biomédica ponen en nuestras manos.
De todos modos, no nos cansaremos de repetir que las modernas tecnologías, siendo mucho, no son más que instrumentos que deben ser utilizados en apoyo de la clínica, sin olvidar nunca que la labor del médico debe estar siempre al servicio del enfermo considerado en todas sus dimensiones. Olvidar alguna de ellas puede curar enfermedades o no, pero nunca atenderá todas las facetas que deben ser atendidas en la persona enferma.
Otra consideración que merece también consideración, en especial como advertencia a los más jóvenes, es la de la imagen que trasmiten algunas de las grandes figuras que, en mayor o menor medida, constituyen iconos a los que desearían asemejarse. Nunca hay que mirase en el espejo de los orgullosos y/o prepotentes, puesto que, como decía Santiago Ramón y Cajal, un orgulloso no es más que un tonto envanecido. Antes al contrario, si se quiere ser un buen médico, hay que seguir siempre a los que piensan, estudian, trabajan y evolucionan sin estar pendientes de su propio orgullo y de su proyección. Estos son los que cumplen sus funciones en beneficio de sus pacientes y los que serán capaces de ejercer la autocrítica, tan necesaria en una ciencia tan cambiante y en constante progreso.
Por último, no estará de más repetir que el médico que no sufre con el padecimiento de sus enfermos nunca podrá llegar a ser un médico completo en el más amplio sentido de esa denominación: aquella persona que se dedica a prevenir la enfermedad, a curar cuando ello sea posible, a aliviar el sufrimiento de sus pacientes y a consolarlo de todas sus angustias en todas las ocasiones.
En el momento actual de amplio dominio de las modernas tecnologías, tan útiles cuando no se olvidan los otros aspectos de nuestra labor, no parece inútil recordar estos principios básicos de las funciones del verdadero buen médico.
¡ Deseemos ser médicos integrales ¡