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Vol. 2014. Núm. 384.
Páginas 109-127 (enero - febrero 2014)
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Oligopolio y poder de mercado. Discusión de la hipótesis de precios rígidos*
Oligopoly and Market Power. Rigid Price’s Hypothesis discussion
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Alfonso Anaya Díaz
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El trabajo examina las relaciones entre la rigidez de precios y el poder de mercado. Se abordan aspectos conceptuales e instrumentales de la medición éste último y se analizan algunos modelos de oligopolio neoclásicos y poskeynesianos, contrastando sus propiedades con el de demanda quebrada y otros planteamientos análogos. Asimismo, se consideran algunas implicaciones que tiene la inflexibilidad de precios para las políticas de competencia y se examina la capacidad del Cociente de Alineación de Precios para la detección de dicha rigidez.

Palabras clave:
Poder de mercado
Rigidez de precios
Oligopolio
Política de competencia
Cociente de alineación de precios
Abstract

The paper focuses rigid prices and market power relations, enhancing conceptual and measuring problems of that last phenomenon. Characteristics and properties of the kinked demand curve and other post Keynesian models —supporting price rigidity— are contrasted with relevant microeconomic neoclassical proposals about the short and long run market adjustments. Also are analyzed competition policy implications of price rigidity and the potential of the Price Alignment Quotient as an instrument for price rigidity detection.

Keywords:
Market power
Price Rigidity
Oligopoly
Competition Policy
Price Alignment Quotient
Texto completo
Introducción

La rigidez de precios, pr, está asociada a la extendida presencia de estructuras oligopólicas en el capitalismo contemporáneo y tiene gran significación e implicaciones en la teoría y la política económicas. Aunque desde luego no la única, el modelo de Sweezy (1939) es una referencia común de tal hipótesis, que describe cómo los productores en arreglos industriales con concentración productiva relativamente alta son renuentes a modificar precios, viéndose inclinados a utilizar otras formas de competencia. Además de ser corrientemente aceptada por planteamientos heterodoxos, tal idea también es asumida por la economía convencional. Pero, mientras que para ésta no es un concepto de gran importancia en la explicación del funcionamiento económico (y es antitética con el equilibrio general, la doctrina neoliberal y criterios de eficiencia y normativos asociados a éstos), para la economía pos keynesiana pr es crucial en el plano microeconómico y en propuestas de política anticíclica y gestión de la demanda efectiva.

Así, se trata de un concepto que merece un examen cuidadoso, explorando planteamientos relevantes acerca de qué tan rígidos o ‘pegajosos’ tienden a ser los precios del oligopolio y las condiciones micro y macroeconómicas asociadas a ello. Para tal efecto, en el trabajo se abordan de manera sintética y/o formal algunos tratamientos comunes en el análisis microeconómico (como el duopolio de Cournot y su generalización con entrada), que son referentes importantes para la economía de la corriente principal, contrastándolos con el de demanda quebrada y otros que ocupan un importante lugar en los textos de teoría de los precios y organización industrial, como el de empresa dominante y el de entrada en pequeña escala. Así mismo, se examinarán las ideas de Stigler (1947), Sylos Labini (1966), Kalecki (1973, 1977), y otros autores, que han dedicado esfuerzos para la explicación de la naturaleza y causas del poder de mercado, pm, y las razones de su permanencia en el tiempo. Dado que éste último es el concepto eje del análisis teórico que se realiza -y es generalmente aceptado por las corrientes ortodoxas y heterodoxas- se aborda al inicio de la ponencia y al final se hacen algunas consideraciones sobre las posibilidades que ofrece el Cociente de alineación de precios, Cai, instrumento de medición de pm basado en precios relativos e índices de precios (Anaya 2008a, 2008b) para detectar también pr. Sin pérdida de continuidad o rigor lógico, para facilitar la lectura del texto, el lector puede abordar el objeto principal del trabajo, la rigidez precios y sus efectos en la política económica, omitiendo el apartado que contiene una caracterización somera de los precios de monopolio a la luz de planteamientos neoclásicos y poskeynesianos. En el mismo sentido, también podrían ser pasados por alto los pies de página con un tratamiento formalizado de algunos conceptos o aquéllos en los que se exponen algunas demostraciones y fórmulas.

Concepto y efectos del poder de mercado

Como es bien conocido, pm, es la capacidad de las empresas de determinar precios, conducta a la que también, frecuentemente, se le denomina ‘poder de monopolio’ (Carlton, 1994, 137-8). Aunque hay diferencias analíticas entre ambos términos1, generalmente se utilizan como sinónimos, convención que se utilizará en este trabajo, aludiendo a la fijación de precios mayores que los de competencia, lo que la corriente principal de la economía representa como: p > Cmg (donde p denota los precios y Cmg los costos marginales).

Existe una relaciona positiva de pm con ∏e (donde ∏e > ∏n son utilidades económicas o beneficios y utilidades normales, respectivamente). Y tal situación implica menor producción y demanda con respecto al nivel de equilibrio de competencia. Las consecuencias de pm en cuanto a eficiencia productiva y bienestar social pueden ser claramente percibidas en la Gráfica 1, que muestra el triángulo de Haberger (superficie c: pérdida irrecuperable de eficiencia o peso muerto del monopolio) y otros efectos ocasionados por pm.

Gráfica 1.

Triángulo De Haberger

(0.08MB).

Con ayuda del diagrama (en el que Q denota la producción; pmo, qmo, Ψmo el precio, la cantidad producida y el equilibrio de monopolio, respectivamente; en tanto que pco, qco,Ψco son los de competencia), podemos ver cómo la empresa monopolista, gracias a pm, obtiene Πe, transfiriendo a su peculio el excedente del consumidor representado por la superficie del rectángulo b, al tiempo que se elimina el área e, de modo que, socialmente, no sólo se pierde c, sino también los insumos productivos o valor agregado y empleo (costos) que supondría producir qco de no ejercerse pm. En suma, la Gráfica 1 permite inferir claramente, en términos de bienestar y eficiencia, que:

Respecto al equilibrio de competencia, Ψco, caben dos señalamientos. Primero: dado el enfoque analítico empleado en el modelo, la eficiencia productiva es eficiencia ‘estática’, lo que deja fuera de consideración los posibles efectos ‘benéficos’ del monopolio (el eventual desarrollo tecnológico ‘schumpeteriano’). Segundo: en la literatura Ψco suele identificarse con el equilibrio de ‘competencia perfecta’ y los supuestos asociados a ella; pero, en sentido estricto, la competencia perfecta no es una condición necesaria para sustanciar lo que ilustra el diagrama, ya que en lugar de ésta pueden ser consideradas otras configuraciones de mercado en las que exista rivalidad, acciones y reacciones de los productores respecto a la demanda, p. Ej., oligopolios concentrados o diversificados, sin grandes asimetrías en la escala productiva de las firmas con mayor presencia en el mercado y sin colusión. La comparación de los estados de equilibrio y sus efectos resulta entonces entre una situación en la que no hay competencia, con un solo productor y un bien que no tiene sucedáneos próximos, Ψmo, y otra en la si la hay, Ψco, y los productores tratan de ganar una mayor participación o al menos conservar la que ya tienen.

Teórica y empíricamente pm tiene una relación directa con la concentración industrial, ci, que es una característica clave en cualquier estructura de mercado2, asociada a su vez con la conducta de los productores, particularmente en materia de precios. Entre mayor ci mayor es la capacidad de las empresas para afectar al alza los precios, mediante acuerdos explícitos o tácitos entre ellas y restringiendo la cantidad de satisfactores potencialmente demandables. De ese modo, generalmente existe una relación positiva entre ci, ∏ y pm -donde ∏ son las utilidades-, tal que conforme aumenta una de esas variables también lo hacen las otras y viceversa (véase, p. Ej., Church y Ware, 2000, 423-50; Fernández de Castro, 2003, 16-8 y/o Cabral, 1997, 18-9 y 39-0)

Para inferir la existencia de pm también se utiliza un indicador más complejo, el índice de Lerner, L, asociado a las características de la demanda:

Precios de monopolio neoclásicos y poskeynesianos

L, concepto que se funda en principios típicamente neoclásicos, es un indicador con el que se mide pm de las empresas, y es también un instrumento de la administración empresarial: con base en L aquéllas pueden determinar p, a fin de obtener MAX3. Suponiendo Cmg = Cme (donde Cme: costo medio) para hacer más práctico el cálculo, tenemos que:

Dicha fórmula puede ser empleada, p. Ej., para determinar los precios lineales del monopolio o la practica común de la discriminación de precios. En [2] la expresión del paréntesis cuadrado representa el sobreprecio, con base en la magnitud de L. Al mismo resultado de [2] se llega sustituyendo en el segundo miembro de la ecuación la expresión del paréntesis cuadrado por: εd / (εd - 1), relación ésta que también nos da la medida del sobreprecio. Por otro lado, ciertamente tales expresiones pueden ser empleadas aún cuando no haya monopolio ‘puro’, que implícitamente está representado en [1] y [2] dado el valor 1 del numerador de L. En la práctica de fjación de precios, lo mismo que en la investigación empírica de mercados oligopólicos de bienes relativamente homogéneos se puede utilizar en lugar de dicho numerador algún indicador del peso relativo de las empresas en el mercado, como el ihh(ver, p. Ej., Brown y Domínguez, 2012, 228-9; Pepall et al, 2006, 54-7 y Church, 20000, 423-52).

Así, en general, con ponderadores que atenúen pm o sin ellos, [1] y [2] nos muestran algo corrientemente aceptado desde la perspectiva de la corriente principal de la economía: entre más bajo sea el valor de εd mayor será la capacidad de la(s) empresa(s) para fijar p arriba de Cme y, por ende, mayor será e.4

Por su parte, un planteamiento muy influyente en la economía heterodoxa sobre el fenómeno de la determinación de los precios es el de M. Kalecki (1973, 11-9), con su concepto de ‘grado de monopolio’, en muchos aspectos similar al índice de Lerner. El grado de monopolio, según Kalecki, explicaría, entre otras cosas, el valor diferencial alcanzado por p’ respecto a p (donde p’ > p, ambos precios de empresas de una industria), en forma tal que:

En [3] el ‘grado de monopolio’ se expresa en la relación de precios a costos de las empresas y el valor del cociente de la variable dependiente indicaría la capacidad de una(s) para elevarlos respecto de los de las otras firmas de la industria, lo cual está asociado a los valores de las constantes m y n (siendo n < 1), que incorporan los márgenes de la empresa y de la industria, respectivamente.5 Tales precios, como originalmente fue planteado por otros economistas heterodoxos, Hall y Hitch (1939), con el concepto de ‘costo pleno’, refejarían una política de precios de las empresas.6 Y, de acuerdo con las ideas de Kalecki, tal política estaría sustentada en la concentración relativa de la industria, la publicidad, el peso de los gastos generales y la fuerza de los sindicatos7. De [3] se infiere que el cociente entre el precio medio y el costo directo medio (salarios + materias primas) es igual al cociente entre los ingresos agregados de la industria y los costos directos unitarios de la misma. Así, el cociente entre los ingresos y los costos de una industria es estable, aumenta o disminuye dependiendo de lo que suceda con el grado de monopolio; esto, bajo el supuesto de que aquellos no se eleven debido a una oferta inelástica o al agotamiento de la capacidad ociosa (Kalecki, 1973, 11-9)

El concepto de grado de monopolio constituye un fundamento microeconómico básico de los planteamientos macroeconómicos de Kalecki, en particular de la teoría de la demanda efectiva y la explicación del funcionamiento cíclico de la economía capitalista, a través del impacto que tiene en la distribución del ingreso y la inversión. Y es justamente en relación con esas ideas —y su deslindamiento de la economía convencional— que dicho concepto ha devenido en un referente importante para la economía heterodoxa, en particular para la poskeynesiana.

Oligopolio ¿flexibilidad en precios o en producción?

Con el objeto de discutir los alcances de largo plazo de la hipótesis de pr en el oligopolio es necesario considerar algunos modelos de la corriente principal cuyos patrones de competencia y situaciones de equilibrio son paradigmáticos tanto en la economía positiva como la normativa. Pero antes conviene referir el significado e importancia que tiene para la ortodoxia la idea y efectos de la ‘flexibilidad’ de precios, concepto opuesto a pr.

En una situación de competencia perfecta, que en materia de precios, a corto plazo, como fue postulado antes, se define por p = Cmg, las empresas que buscan MAX son precio aceptantes y fijan cantidades. Así, los cambios en la demanda definen los precios del mercado que asume la empresa, la que al decidir las cantidades con las que optimiza tendría como referente su Cmg, cuyos valores Cmg > CVme (donde esta última denota el costo variable medio) son su oferta, la oferta competitiva, que sumada algebraicamente con la de las otras empresas de la industria forman la oferta del mercado. Por su parte, en el largo plazo, con entrada o cambios tecnológicos de proceso, por el supuesto de inexistencia de barreras a la entrada (o salida), cualquier situación en la que cambios en la oferta o la demanda del mercado, por los incentivos de las empresas para obtener e > 0 o evitar n < 0, asociados a p > Cme ó p < Cme respectivamente, llevarían ap=Cmg=Cme∴Πe=0

Hay múltiples conceptos y principios de la economía convencional asociados con el equilibrio del mercado de competencia perfecta antes examinado, en el que los precios ‘flexibles’ juegan un papel central. Debido a tal flexibilidad, aquéllos reflejarían la escasez relativa; dicha propiedad, la flexibilidad, también está atrás de la idea de que los mercados se ‘vacían’ y, en asociación con ello, la creencia muy difundida de que los mercados son eficientes, no requiriéndose que se les regule por factores externos. En suma, en los mercados competitivos los precios se determinan precisamente por la acción del mercado y debido a la flexibilidad de aquéllos, se ajustarían y cancelarían excesos y defectos de demanda y/u oferta, tanto coyunturalmente como en el largo plazo, alcanzándose situaciones cercanas o tendentes a las óptimas en términos de eficiencia y bienestar económicos.

Teniendo lo anterior como telón de fondo, so pena de redundar en algunos conceptos, se deben de reexaminar algunas características clave de la formación de precios en condiciones de competencia imperfecta, tanto de acuerdo con la economía convencional como de la heterodoxa.

Con la excepción de la competencia monopólica, las estructuras de mercado imperfectas, integradas por empresas precio ‘oferentes’-entre ellas el oligopolio concentrado y el diversificado-, tienen como característica más importante que en el largo plazo generalmente permiten a las empresas la obtención de utilidades económicas (e > 0). Así, considerando Cmey bajo el supuesto Cmey = Cmgy, tendríamos en dichas estructuras de mercado los siguientes precios en la industria productora de ‘y’:

Cuando las empresas mantienen e > 0 en el largo plazo, tal situación ge-neralmente se asocia a la presencia de pm, y éste a su vez a la existencia de barreras a la entrada tecnológicas, económicas y/o legales, o bien la presencia de arreglos colusivos (aunque desde luego puede haber excepciones, que obligan a una consideración más específica de las fuentes de la rentabilidad extraordinaria). De cualquier modo, tales situaciones conllevan equilibrios de mercado en los que:

Esas relaciones precio-costo son la condición formal con la que generalmente se define a la competencia imperfecta en el largo plazo. Y la diferencia entre p y Cmg, o sobreprecio, sería precisamente la explicada por la expresión: 1/1−1/εd de [2], según fue analizado antes al examinar los factores empíricos asociados a pm.

Una forma sencilla de abordar inicialmente el efecto de pm respecto a la ci del oligopolio, de acuerdo a la visión de la economía convencional, es abordando algunos casos prototípicos de duopolio. Considerando la interacción entre productores que caracteriza las soluciones de equilibrio oligopólico, a modo de ilustración de casos de determinación de los precios (y de cantidades producidas o vendidas, en razón de la relación inversa entre dichos precios, p y cantidades Q en los mercados de bienes normales), y con ayuda de un modelo de Cournot que supone competencia por cantidades, podemos discernir y comparar soluciones de equilibrio para situaciones: a) colusivas (esto es: cooperativas o de cartel); b) sin colusión; y c) competitivas, tales que, respectivamente: Qmo < Qdo < Qco (y correlativamente: pmo > pdo > pco), donde los subíndices indican monopolio, duopolio y competencia perfecta.8 Es bien conocido también el equilibrio de Nash que se da en un duopolio no cooperativo con competencia por precios, que lleva a una solución de competencia perfecta en la que p = Cmg (ver, p. Ej., Pindyck, 2009, 523).

Las soluciones que prevén los modelos antes abordados ciertamente pueden ser extendidas a mayor número de empresas productoras de bienes homogéneos (o heterogéneos, compitiendo con los precios). Considerando competencia a la Cournot y capacidades productivas similares de las empresas, un resultado es que en la medida en que aumenta el número de éstas, la cantidad y el precio de equilibrio tienden a los valores de competencia perfecta (véase, p. Ej., Fernández de Castro, 2003, 98). De ahí que hay una creencia común acerca de que la entrada, o el mayor número de participantes en un mercado -si éstos no se coluden tácita o implícitamente-, tiende a promover menores precios y mayor eficiencia productiva. He aquí también, cabe reiterar, que la mecánica de ajuste del mercado para que se dé tal resultado, como en la competencia perfecta, es un fenómeno de largo plazo y supone que los precios tienen cierto grado de “flexibilidad”.

La anterior idea tiene implicaciones para la economía normativa, estando asociada a políticas anti-monopólicas y de competencia, que buscan, entre otros objetivos, mejorar la eficiencia económica promoviendo la entrada, impidiendo las fusiones en umbrales elevados de concentración y evitando la colusión. Sin embargo, en la práctica, tales resultados no siempre se presentan. Son muy frecuentes las configuraciones industriales de gran asimetría en la escala productiva en las que la competencia o la entrada al mercado no conllevan reducciones significativas de precios ni tampoco ayudan mucho a la eficiencia productiva, aún en plazos relativamente largos.

Una de tales situaciones es la que aborda el modelo de empresa dominante. En éste, una firma relativamente muy grande respecto a otras de la industria alcanza MAX fijando un precio en base al Img y Cmg resultantes de satisfacer la demanda residual (esto es: la que le dejan las ‘pequeñas’ empresas) y el precio así determinado, pm > Cmg, es tanto mayor cuanto menos elásticos sean Q = f(p) y dC/dQ -donde C son los costos totales- de las firmas de la ‘franja competidora’, siendo el precio de la dominante asumido por aquéllas (ver, p. Ej., Ahijado, 1985, 120), de ahí la denominación que tienen con su carácter de precio-aceptantes; por otro lado, las pequeñas empresas, dados sus costos relativamente más elevados no logran utilidades tan altas como la dominante o líder, ni, por otra parte, la competencia lleva a un resultado mucho más eficiente que en una configuración monopólica.

En la perspectiva de la corriente principal los precios relativos que tienden a generarse en diferentes estructuras de mercado son tales que: pco< pmo/n < pmo, donde pmo/n denotaría precios asociados a cualquier nivel de concentración industrial entre competencia perfecta y monopolio puro, y los consecuentes efectos que tiene el ‘grado’ de pm en cuanto a eficiencia y bienestar9, que se pueden deducir por los eventuales equilibrios de mercado de los valores intermedios de Q = f(p) entre pmo y pco representados en el gráfico 1.

Por su parte, entre los economistas poskeynesianos, de manera más o menos generalizada, se considera que la existencia o presencia de pr tiende a darse en ambientes industriales de elevada concentración, y las empresas más bien propenden a ajustar cantidades que precios, en respuesta a los cambios en la demanda, modificando su margen en consideración a las necesidades de financiamiento interno, las condiciones de la competencia y sus estrategias competitivas (ver Ocampo, 1988), planteamientos que serán examinados en forma más amplia en la siguiente sección, contrastándolos con las posturas de algunos economistas ortodoxos, particularmente en cuanto a la relación de pr con pm.

Precios rígidos: corto y largo plazos

Lo expuesto en la sección anterior nos explica en términos generales cómo, según los planteamientos de la teoría convencional, se forman (o determinan) los precios en algunas estructuras de mercado y sugieren condiciones para sus cambios en el largo plazo. Pero, queda por reconocerse y discutirse el fenómeno de pr, en torno al cual hay cierta colindancia -pero también conflicto- entre ortodoxia y heterodoxia, siendo un principio de más importancia teórico-práctica para esta última que para la ‘sabiduría convencional’ u ortodoxia, cuyos representantes más radicales, como veremos más adelante, incluso niegan la existencia ‘dilatada’ de pr en el largo plazo.

Una aproximación ‘clásica’ a pr es la del modelo de demanda quebrada de P. Sweezy (1937, 568-73)10. El planteamiento de Sweezy propone que en una situación ‘no colusiva’, la elevación de precios de alguna firma no es seguida por las demás, ya que con ello éstas ganarían una mayor porción del mercado; y, por otro lado, tampoco se dan rebajas de precios, las que sí se seguirían por las demás para no reducir su participación en aquél, y que de darse ocasionarían e→ ∏n.

El propio P. Sweezy, en el citado artículo, lo plantea de la siguiente forma refiriendo una imaginaria curva de demanda, de acuerdo con las percepciones del oligopolista:

…rivals react differently according to whether a price change is upward or downward. If producer A raises his price, his rival producer B will acquire new customers. If, on the other hand, A lowers his price B will lose customers. Ordinarily the reaction to a gain in business is a pleasure feeling calling for no particular action; the reaction to a loss in business, however, is likely to be some viewing with alarm accompanied by measures designed to recoup the loss. If the cause of the loss is obviously a rival’s price cut, the natural retaliation is a similar cut. From the point of view of any particular producer this means simply that if he rises his price he must expect to lose business to his rivals (his demand curve tend to be elastic going up), while if he cuts his price he has no reason to believe he will succeed in taking business away from his rivals (his demand-curve tends to be inelastic going down).In other words, the imagined demand curve has a ‘corner’ at the current price… frequently explain that they would lose their customers by raising prices but would sell very little more by lowering prices 11

Tales ideas son compartidas por muchos autores heterodoxos y otros cercanos a la ortodoxia, como W. Carlton, reconocido experto en organización industrial, quien dice:

The property of the kinked demand curve theory that price is unresponsive to some cost fluctuations is preserved in most discussions of oligopoly theory whether or not based on the kinked demand curve. The reasoning is that in oligopolies prices fluctuates less in response to cost changes (especially small ones) than they would otherwise in order not to disturb existing oligopolistic discipline. Anytime a price change occurs in an oligopoly, there is a risk that a price war could break out. Hence, firms are reluctant to change price.”12

Aceptando que tales ideas reflejen la realidad del funcionamiento de estructuras de mercado oligopólicas —y hay mucha evidencia empírica de que así es—, los factores y situaciones enfocadas son, básica y generalmente de corto plazo, quedado por dilucidarse la posible existencia de pr en el largo plazo y sus implicaciones. ¿Qué sucede con pr, por ejemplo, con la entrada de otras empresas a la industria, o con cambios tecnológicos que afecten los procesos productivos? En tal dimensión del tiempo económico se entra en un terreno complejo, en el que hay posturas radicalmente opuestas entre la ortodoxia y la heterodoxia, pero, también —como bien se nota con lo señalado por Sweezy y Carlton— algunas afinidades entre los de una fliación neoclásica menos radical (doctrinariamente hablando) y los heterodoxos, abriéndose toda una gama de posturas intermedias entre los teóricos de la economía a propósito de las condiciones y la existencia misma de pr.

Un aspecto central acerca de la presencia y permanencia de pr tiene que ver con las relaciones entre pr y pm. Autores afines a la corriente principal, como el antes citado Carlton (1986, 637), dicen lo siguiente refiriendo un estudio de carácter empírico:

For many transactions, prices remain rigid for periods exceeding one year. Price rigidity is positively correlated with industry concentration.

Tal afirmación es de gran interés para nuestro propósito sobre los vínculos de pr y ci (uno de los factores asociados positivamente a pm) y coincide, en términos generales, con las aseveraciones de otros economistas. Rotemberg y Salomer (1986, 20) —a la sazón investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, mit—, en un estudio sobre el fenómeno de pr en el monopolio, comparándolo con el duopolio, expresan en sus conclusiones la consistencia de sus hallazgos con la relación monotónica entre pr y ci reconocida por otros autores, de tal modo que los duopolios cambiarían sus precios con menos frecuencia que un oligopolio de tres firmas y ‘so on’. Al respecto, ellos dicen:

What was crucial in our analysis in that perceived demand curves become flatter as there are more competitors.

De acuerdo con lo anterior, una posible respuesta acerca de la existencia misma y efectos de pr en el largo plazo tendría que verse a la luz de la volatilidad, inestabilidad, turbulencias o ‘entropía’ de los mercados, asociada al tipo y fortaleza de las barreras a la entrada.13

En un texto clásico de crítica a la idea de la demanda quebrada (y al posible mantenimiento en el tiempo de pr), escrito a finales de los años cuarenta, G. Stigler (1947), después de evaluar la consistencia teórica tanto de la que él llama ‘versión norteamericana’ (la de Sweezy) como ‘la inglesa’ (la de Hall y Hitch) y de hacer un análisis empírico de algunas industrias en Estados Unidos, concluye lo siguiente14:

The empirical evidence reveals neither price experiences that would lead oligopolists to belive in the existence of a kink nor the pattern of price quotations that the theory leads us to expect … The kink is a barrier to changes in prices that will increase profits, and business is the collection of devises for circumventing barriers to profits. That this barrier should thwart businessmenespecially when it is wholly of their own fabricationis unbelievable. There are many ways in which it can be circumvented. We have occasion to notice the development of price leadership of the barometric variety as onedevice, and the old-fashioned solution of collusion is not always overlooked. In addition there is the whole range of tactical maneuvers that... theory of games has uncovered.

El propio Stigler (ca 1990) -quien en 1982 obtuvo el Premio Nobel de Economía por sus aportaciones a la Teoría de la organización industrial y otros conceptos-, escribió alrededor de los años noventa lo siguiente:

‘…if the monopoly is in fact more profitable than competitive enterprises, economists expect that other entrepreneurs will enter the business to capture some of the higher returns. If enough rivals enter, their competition will drive prices down and eliminate monopoly power…Before and during the period of the classical economics (roughly 1776–1850), most people believed that this process of monopolies being eroded by new competitors was pervasive. The only monopolies that could persist, they thought, were those that got the government to exclude rivals…As individuals have no advantage given them by the law over other persons, it is clear they can only sell more of their commodity than other persons by producing the commodity cheaper and better… Even today, most important enduring monopolies or near monopolies in the United States rest on government policies…[i.e.]…agricultural prices above competitive levels, … the exclusive ownership of cable television operating systems,…the exclusive franchises of public utilities and radio and TV channels,… the single postal service —the list goes on and on. Monopolies that exist independent of government support are likely to be due to smallness of markets (the only druggist in town) or to rest on temporary leadership in innovation (the Aluminum Company of America until World War II).

Así, uno de los representantes más connotados de la escuela de Chicago, bastión teórico de la corriente principal de la economía y cuna de la política neoliberal, sostiene por un lado, que la competencia tiende a eliminar ambos, pm y pr, y por otro, que, en el largo plazo, el único tipo de barrera a la entrada insalvable es la legal.

Examinemos ahora algunos planteamientos paradigmáticos del pensamiento heterodoxo a propósito de la naturaleza de pm y sus relaciones con pr. Cabe señalar que la ‘flexibilidad’ de precios no es, desde luego, una idea totalmente ajena e inaceptable para la economía heterodoxa; por el contrario, frecuentemente autores poskeynesianos, por ejemplo, admiten que la demanda puede influir en los precios de los mercados competitivos —con un concepto de tipo ‘ricardiano’, asociado a los costos, diferente al neoclásico de la competencia perfecta que supone equilibrios de mercado a través de la maximización (Img = Cmg), con respecto al cual si existe un completo rechazo. De similar forma, en los mercados imperfectos, donde por defnición hay pm, tampoco se acepta el señalado criterio, al ‘estilo Chamberlin-Robinson’ (Eichner, 1973), y es objeto de crítica también el empleo de conceptos asociados a εd como único medio para explicar los precios (ver Steindl, 1979, cap. II). En lugar de tales recursos teóricos, los autores poskeynesianos frecuentemente explican los precios en las estructuras de mercado oligopólicas por la fórmula de un margen sobre el costo (en consonancia con las ideas de Hall y Hicht y/o Kalecki), aceptando o postulando la presencia generalizada de pr, ya que en las empresas oligopólicas los precios, por diversas razones, no son una variable de ajuste ante los vaivenes de la demanda, sino más bien lo son las cantidades ofrecidas y el propio margen. Dentro de ciertos ‘límites’, el margen es una variable ‘exógena’ en la determinación de los precios, que responde a una política de precios, así como también a necesidades de financiamiento e inversión. En este terreno, el tamaño del margen, y por tanto los precios, son un factor para generar financiamiento interno de acuerdo con los planes de expansión de la empresa, limitando la incertidumbre derivada de las variaciones de la tasa de interés. Así, margen y montos de producción serían los elementos flexibles para ajustar la escala de actividad en el corto y el largo plazos, mientras que se tienden a utilizar otras formas de competencia diferentes a los precios (Cfr. Ocampo, 1988).

Entre las explicaciones de los economistas heterodoxos que contrarían las ideas de la ortodoxia a propósito de la eliminación de pr en el largo plazo, está el modelo de entrada en pequeña escala de P. Silos Labini (1966, cap II). Dicho modelo, tal como fue originalmente expuesto por este economista, contrasta dos posibles escenarios: el primero, un intento de competencia por parte de una firma entrante con tamaño equivalente al de la incumbente, y la aplicación por parte de ésta de una política de precio límite. La guerra de precios que se desata en ese contexto tiene un elevado costo de oportunidad, que sería atenuado con otra modalidad de entrada, si la capacidad productiva adicional se proyecta a atender una demanda residual y tiene lugar la instalación de un tamaño de planta que no amenace las utilidades de la incumbente. Así, en el segundo escenario, la situación permite a la previamente establecida fijar un precio de monopolio para el resto de la demanda y consecuentemente obtener elevadas utilidades económicas, en tanto que los precios de las relativamente pequeña o pequeñas empresas competidoras son fijados al mismo nivel o un poco más bajos y éstas pueden obtener las utilidades normales y algunos beneficios. Tal situación, que explica a la perfección casos de pr con entrada como el del mercado ‘liberalizado’ de las telecomunicaciones en México (ver Anaya, 2012), ciertamente parece ser una situación bastante común a juzgar por la frecuencia con que aparece en los textos de microeconomía y organización industrial.

Observación de la rigidez de precios con el Cociente de alineación de precios

Las debilidades y dificultades que enfrenta la medición convencional de pm hacen deseable la búsqueda de alternativas conceptuales y metodológicas para hacerlo. Una de ellas es abordar la medición de ese fenómeno mediante la observación directa de los precios, procedimiento necesario también para detectar pr.

En vista de lo anterior, cabe hacer una breve referencia respecto a un instrumento de nuevo cuño, en proceso de experimentación, utilizado originalmente para medir pm a través de la observación de precios relativos e índices de precios. Dicho indicador, el Cociente de alineación de precios, Cai, se estima así:

Dónde:

  • Ipi, índice de precios de la rama o clase industrial (i)

  • Ipg, índice de precios general de referencia;

  • t, momento de observación (periodo anual) y

  • n número de observaciones.

Los valores numéricos del Cai pueden reflejar: a) Cai1, industria que no tiene (o no ejercita) pm; y b) Cai >1, industria que tiene pm.Además de proporcionar un orden de magnitud de pm con una sola observación (tal como se hace con los indicadores convencionales), el indicador también puede ser empleado para inferir cambios en las características estructurales de los mercados mediante comparaciones inter-temporales15

Cabe señalar que el Cai ha sido sometido exitosamente a diversas pruebas en las que se evaluó su efcacia para detectar y medir pm: se ha contrastado con L obteniéndose un elevado nivel de correlación entre ellos; asimismo, se ha observado su concordancia con las magnitudes relativas de coefcientes de concentración industrial y otros indicadores industriales (Anaya, 2008a y 2008b).

Por su naturaleza y propiedades, cabe presumir que el Cai permitiría detectar pr, en una situación tal que, como se estableció en el análisis teórico de la sección precedente, se ejercite el pm, o sea: p < Cmg ≤ Cme en el largo plazo, asociada a los casos de la rigidez de precios del oligopolio con barreras a la entrada difíciles de vulnerar, grandes asimetrías productivas y/o colusión o cartel. Situaciones como ésas serían expresadas por un alineamiento estructural de precios, Cait1≈Cait1+n con valores Cai >1 en ambos momentos de comparación. El caso opuesto, Cait1≈Cait1+n con Cai ≤ 1 en ambos momentos, indicaría el mantenimiento de situaciones competitivas en las que p → Cmg → Cme.

Conclusiones

Aun cuando en menor medida que el monopolio, los oligopolios tienen poder de mercado, pm, que ocasiona perdida irrecuperable de efciencia en la economía y bienestar para los consumidores. Tales efectos tienden a ser mayores cuanto más se alejen las estructuras de mercado de las condiciones competitivas o de libre concurrencia (en un extremo: la ‘competencia perfecta’).

No obstante su rechazo por los neoclásicos más ortodoxos y las muy diversas ideas que hay sobre su naturaleza y causas, la rigidez de precios, pr, es una característica corrientemente aceptada respecto al funcionamiento de las estructuras de mercado oligopólicas y monopólicas, y hay cierto acuerdo en que dicha rigidez es tanto mayor cuanto más elevado es pm.

Junto a pm, pr es otro factor que tiende a restringir la efciencia de los mercados, ya que debido a ella los excesos de demanda o de oferta -típicos del funcionamiento de la economía capitalista-, no se eliminan de manera espontánea y expedita mediante ajustes en los precios para alcanzar un equilibrio en el que los mercados se ‘vacían’. Más bien, como lo sostienen los economistas poskeynesianos, los ajustes de las empresas oligopólicas respecto a las condiciones coyunturales del mercado, tienden a hacerse ajustando cantidades o márgenes de utilidad, no precios.

Hay acuerdo en que pr no es únicamente un fenómeno de corto plazo. Está asociado también con cambios en las capacidades productivas de una industria. Al respecto, la teoría convencional propone que las entradas al mercado monopólico u oligopólico ¨flexibilizan¨ los precios y ocasionan bajas de éstos respecto a los costos (y en las versiones más extremas de la ortodoxia, sólo las barreras a la entrada legales, mercados ‘estrechos’ o ‘liderazgo’ tecnológico, impiden que la búsqueda de beneficios provoque tal situación y la economía eventualmente alcance una mayor eficiencia). Pero el poskeynesianismo sostiene que pr es consustancial al oligopolio y las empresas ajustan los precios a las condiciones de competencia o a sus necesidades de capitalización (ya que al autofinanciarse evitan mayor incertidumbre respecto a las tasas de interés futuras y mueven aquéllos discrecionalmente a efecto de ajustar sus márgenes a los planes de inversión). Similar forma de ajuste de los mercados oligopólicos, en cuanto a pr y conducta estratégica, es propuesta también en explicaciones de la economía ortodoxa y heterodoxa en condiciones de elevada asimetría productiva en una industria. Esto pone en entredicho la eficacia y propuestas normativas de la economía convencional sobre los efectos favorables en la eficiencia y el bienestar social por efecto de la liberalización de los mercados (que por sí sola, de ningún modo, parece ser suficiente). Tal situación se constata en casos como la apertura del mercado de telefonía en México, en el que en ausencia de una regulación industrial adecuada las tarifas han conservado niveles comparativamente muy elevados en el largo plazo, aún con la entrada de empresas.

La asociación positiva que existe entre pr y pm, por un lado, y por otro, las características y propiedades del Cociente de alineación de precios, Cai (indicador de poder de mercado basado en precios relativos e índices de precios, en proceso de experimentación), sugieren que dicho instrumento es un medio apto para detectar estructuras industriales donde se presenta el fenómeno de pr, ofreciendo simultáneamente información sobre el orden de magnitud de pm en la industria examinada.

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Versión revisada de la ponencia sobre el mismo tema presentada en el xxii Coloquio de Economía Matemática y Econometría

Específicamente, ‘poder de monopolio’, en estricto sentido, debería aplicarse a las situaciones en las que existen beneficios en el largo plazo.

Como bien se sabe, para medir ci son utilizados coeficientes de concentración del tipo Crn y el índice Herfindahl-Hirschman, ihh. Los primeros miden el peso de las empresas más grandes en producción, empleo o activos en una industria, mientras que el segundo mide el peso relativo de todas las que integran ésta, considerando, ‘magnificadamente’, la distribución de los tamaños de las empresas.

Para ∏MAX, las empresas en competencia imperfecta deben enfrentar una curva de demanda de pendiente negativa, en la que Img es:Img=p+−p/εd

De ahí que, en la situación de equilibrio en la que ∏MAX, tenemos:Cmg=p+−p/εd

Así, el término que contiene a εd en el segundo miembro de la anterior igualdad encontramos los fundamentos de L y las relaciones que se expresan en [1]. Cabe señalar que los valores que alcanza L, como los de la propia εd son ≥ 0 El límite inferior de L (cuando L = 0) significa un poder de mercado nulo: caso de la competencia perfecta εd=∞ y p= Cmg, en tanto que, para efectos prácticos, como los que se señalan adelante, debido a que el monopolista fija su precio solamente en la parte elástica de la demanda, el valor máximo de L es 1. Pero, ciertamente, a nivel de industria, encontramos valores εd < 1 y dado que εd =0 significa la completa insensibilidad de las cantidades demandadas a los cambios en los precios, cuandolimεd→0,L→∞ (una condición de monopolio ‘puro’ o pleno poder de mercado); una implicación de lo anterior es, p. Ej., la estimación de pm a nivel de industria, con valores εd < 1 y valores resultantes de L >1. Tal eventual incongruencia con respecto a los rangos de L hace que a nivel de industria pm sea medido generalmente con los indicadores de concentración u oferta y no de demanda, osea L.

Cabe reconocer, sin embargo, que la relación empírica directa entre pm y el margen, (p-Cmg)/p, ha sido objeto de controversias (vid, p. Ej, Carlton, 1994, p.137.)

El concepto de ‘margen’ implícito en las ideas de Kalecki respecto a los precios ‘no competitivos’, está más claramente expresado en el siguiente pasaje: “...una parte principal de la economía podría ser aceptablemente representada por un modelo muy diferente del de la competencia perfecta. Cada firma de una industria determina el precio de su producto p ‘elevando’ su costo directo u consistente en los costos promedio de los salarios más las materias primas para cubrir los gastos generales y obtener ganancias. Pero este precio más elevado depende de la competencia, es decir de la relación del precio p’ que sobreviene para el precio promedio grabado a este producto p por la industria como totalidad. O:p'−u/u=fp'/p

donde f es una función creciente: cuanto más bajo sea p en relación con p’ más alto será fijado su precio. De la anterior expresión obtenemos: p'=u1+fp'/p

...la función f [...] puede ser diferente para las distintas firmas de una industria... y reflejará las influencias semimonopolistas... resultantes de la competencia imperfecta u oligopolio... cuanto más intensos esos factores más elevada será f (p’/ p) correspondiente a una relación p’ / p”. Kalecki (1977, 181).

Cf. Hall y Hitch (1939). Una expresión que refleja su idea es: p=cMe1+m, donde m sería un margen discrecionalmente determinado por la empresa.

Nótese que, con la excepción del último factor, los otros tres (la concentración industrial, la publicidad o diferenciación de productos, y los costos hundidos implícitos en los gastos generales) son corrientemente considerados por la economía convencional para explicar la diferenciación de precios de monopolio con respecto a los competitivos.

Si realizamos los cálculos para la obtención ∏max de dos empresas con la misma capacidad productiva que compiten, considerando Qd=q1+q2, donde q es la producción de las empresas 1 ó 2, el equilibrio de Cournot (o Cournot-Nash) se da cuando: q1= q2 siendoq1=12a−q2 y q2=12a−q1. Sustituyendo en q1=12a−q2 a q2 por el miembro derecho de q2=12a−q1 y resolviendo, obtenemos: q1=a/3, que es la elección ∏ max de la empresa 1 considerando la producción de la 2. Tal resultado es equivalente al que ésta última tendría con el mismo cálculo. Así, Qd=q1+q2=2a/3 Por otro lado, para encontrar Qmo (suponiendo Cmg = 0, para simplificar) tenemos que, dados: Qd=fa−p y p=fa−Qd e ingreso total I=Qdp=Qda−Qd=aQd−Qd2∴Img=dIT/dQd=a−2Qd, atendiendo a la condición Img=Cmg→a−2Qd=0, obtenemos Qmo=a/2 asimismo, dado que Qco=12a+12a=a, se cumple que: a/2<2a/3<a, cantidades Q de equilibrio en monopolio, duopolio y competencia perfecta, respectivamente.

Una generalización de los estados de equilibrio y sus efectos en la eficiencia productiva del oligopolio puede verse en: R. A. Bilas (1984) pp. 334-5.

La autoría del concepto de precios rígidos también está vinculada con los nombres de Hall y Hitch, que plantean una idea similar a la de Sweezy, con fundamentación empírica, respecto a la insensibilidad relativa de los oligopolistas a los costos marginales; empero, el concepto de ellos que más trascendencia ha tenido en la teoría económica es la fijación de los precios por ‘costo pleno’, mediante un margen discrecional agregado a los costos medios. ‘colindante’ con el de pr. Vid, infra 5.

Sweezy (1939), pp. 568-9.

Citado por: Athey S. et al. “Collusion and price rigidity,” Discussion Papers 0102-38 (March 2002), Columbia University Department of Economics, NewYork.

Una aproximación a esos conceptos se obtiene de la forma en que se miden. Entre las medidas de la volatilidad con las que se puede estimar la intensidad de la competencia o la falta de ella a lo largo del tiempo, asociada al supuesto de la presencia o no de barreras a la entrada, está el índice de inestabilidad, I, definido así:I=12∑i=1nSi2−Si1

donde, si2 y si1 son las cuotas de mercado de la empresa i en los periodos 1 y 2, y n el número de empresas activas en esos periodos. I varía entre 0, inestabilidad mínima en la que todas las empresas mantienen su cuota de mercado, y 1, que sería la situación en que la participación de las que en el periodo anterior estaban el mercado sería nula en el segundo periodo. Ver, Cabral, Cap 2.

Stigler, pp. 440-1.

En el mediano o largo plazos, con al menos dos momentos de observación con intervalo de varios años (1+n), el cambio del Cai de una determinada rama o industria expresaría:

Cait1>Cait1+n : depreciación competitiva;

Cait1<Cait1+n : apreciación monopólica;

Cait1≈Cait1+n: alineamiento estructural de precios

UnCait1>Cait1+n mostraría una tendencia hacia una situación más competitiva de la industria. En el caso de Cait1<Cait1+n estaríamos en presencia de condiciones en las que las empresas de la industria están ganando poder monopólico o de mercado respecto a las demás ramas o industrias cuyos precios y transacciones son incluidos en la canasta del Ipg. Asimismo, Cait1≈Cait1+n mostraría una evolución en la que las empresas de la industria mantienen más o menos estable la relación Ipi / Ipg durante el periodo de estudio, del momento t1 al momento t1+n, sin cambios significativos en los precios relativos.

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