This book refers mainly to the Bandura’s concept of self-efficacy: A belief related to the ability to do science or mathematics, a product of an individual’s experiences with those topics slow to form and difficult to change. Self-efficacy beliefs refer to students’ capability to accom plish the task. Self-efficacy has been defined by Zimmerman “as personal judgments of one’s capabilities to organize and execute courses of action to attain designated goals”.
Nos indican en el prólogo que ha existido un anti guo interés en las características afectivas tanto en el ambiente educativo como en el corporati vo. Por ejemplo, los trabajos de Albert Bandura (1977, 1997) han impactado en la literatura de ambas áreas, entre otras cuestiones por haber postulado la categoría de la auto-eficacia.
Este concepto fue definido como “el juicio de las perso nas sobre su capacidad de arreglar y ejecutar cursos de ac ción requeridos para lograr ciertos tipos de desempeño previamente trazado”. O, como lo definen los autores (p. 11) “la propia percepción de la capacidad para llevar a cabo con éxito una tarea o comportamiento”.
La clave del concepto, después de varias décadas de me dirlo, es que aquellos que creen que pueden hacer algo son los que más perseveran y tienen éxito en lograrlo, contra los que tienen creencias de baja eficacia.
El libro empieza por definir algunas de las características o rasgos afectivos, tales como “actitudes, auto-concepto, auto-eficacia, valores, intereses o ansiedad, etc.” (p. 2), pero no se queda ahí, sino que toca también acerca del desarrollo de instrumentos confiables, cuidadosamente diseña dos y probados para evaluarlas. Se dignan de ser un recurso nece sario para cualquiera que esté dedicado al desarrollo de ins trumentos para evaluar esas variables afectivas y hacerlo con la certidumbre que demanda la calidad.
De esta forma, el libro pretende formar al lector para el desarrollo de instrumentos que de manera rápida, simple y directa coleccionen información actitudinal y afectiva. El término “afectivo” se refiere a sentimientos, actitudes o hu mores, y al contrario de los instrumentos cog nitivos, que intentan capturar el conocimiento o las habilidades de las personas, los instrumentos afectivos pretenden capturar los sentimientos, las actitudes o los estados emocionales internos de la gente. Hoy, en el ambiente escolar la auto-eficacia se relaciona con variables académicas de los estudiantes, tales como su desempeño. De ahí su importancia. Mucho del apoyo de esta posición proviene de un artículo de Schunk (1991) titulado “Self-efficacy and Academic Motivation”.
Pero vamos a relatar brevemente el contenido del libro:
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El capítulo 1 da una introducción conceptual al dominio afectivo.
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El capítulo 2 presenta una revisión sobre medición, esca lamiento y técnicas de escritura de ítems.
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El capítulo 3 introduce el concepto de validez y discute aspectos relacionados con obtener la validación con ba se en pruebas del contenido del instrumento.
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El capítulo 4 introduce al lector al análisis del factor de exploración y confirmación como métodos analíticos para probar la estructura interna del instrumento.
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El capítulo 5 presenta el análisis latente de la clase, la Teoría de respuesta al Item, y el modelaje de Rasch como métodos adicionales para examinar la estructura interna del instrumento.
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El capítulo 6 discute una variedad de formas de respal dar la validez argumental del instrumento, al examinar sus relaciones con variables externas.
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El capítulo 7 se enfoca a aspectos relativos a la fiabilidad del instrumento.
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Finalmente, el capítulo 8 concluye con un resumen de los pasos más importantes en el proceso de diseño del ins trumento.
Durante los años sesenta del siglo pasado el dominio cogni tivo recibía la mayor atención por parte de los educadores, conforme se dieron pros y contras de los objetivos del com portamiento planteados en el libro de Bloom (1956)Taxonomy of Educational Objectives. Handbook I. Recibía menos atención el segundo tomo de esta obra, escrita por Krathwohl, Bloom y Masia (1964)Handbook II: The affective do main. No obstante, poco a poco iba a ir ganando terreno lo afectivo sobre lo cognitivo. En 1973, Tyler en su artículo “As sessing Educational Achievement in the Affective Domain” discute la creciente conciencia al final de los sesenta y prin cipios de los setenta de atender el aspecto afectivo cuando se desarrollan los objetivos y metas del aprendizaje.
Poco a poco la escuela se vuelve consciente de la impor tancia del dominio afectivo en su seno, y ya no la deja tanto en manos de la casa o de la iglesia. En los años ochenta vuelve a entrar el aspecto cognitivo como central, con las pruebas estandarizadas, pero en los noventa nuevamente toma prioridad el aspecto afectivo, el cual se mantiene du rante todo lo que va del siglo xxi. La obra La Inteligencia Emocional (Goleman, 2000) revoluciona el concepto de in teligencia, para abarcar la toma de conciencia de las emo ciones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones, incrementar la capacidad de empatía y las habilidades de desarrollo social. La motiva ción ha tomado un papel sumamente importante en la es cuela de hoy, gracias a las contribuciones de Pintrich, Marx & Boyle (1993) y de Eccles & Wigfield (2002).
En breve, ésta es una obra de gran importancia para quienes deseen desarrollar instrumentos que midan estos aspectos afectivos.