Para combatir la malnutrición (desnutrición y sobrealimentación) en los niños y adolescentes se necesita una evaluación nutricional adecuada, y para ello se recomienda interpretar conjuntamente ciertos indicadores (índice de masa corporal [IMC], talla, peso, etc.). Clínicamente esto se realiza, pero epidemiológicamente no. El objetivo de este trabajo es presentar la «Nutrimetría», un método simple que cruza información antropométrica permitiendo una interpretación bivariada en ambos niveles (clínico y epidemiológico).
Materiales y métodosSe analizaron datos de 41.001 niños y adolescentes de 0-19años derivados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 de México. Se cruzó la información de la puntuación Z del IMC para la edad (Z-IMC) con Z de talla para edad (Z-talla) según estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se calcularon prevalencias condicionales del cruce en una rejilla de 3×3 celdas y se comparó con lo esperable.
ResultadosSe identificaron subgrupos en cada categoría del Z-IMC que permitieron apreciar heterogeneidad de la muestra respecto a los estándares de la OMS en estatura y estado nutricional. Según este método, los patrones nutricionales diferían entre estados mexicanos, edades y sexos.
ConclusiónNutrimetría es una herramienta útil y accesible para ser usada en epidemiología. Permite detectar distribuciones inesperadas de las prevalencias condicionales, su representación gráfica facilita la comunicación de resultados por áreas geográficas y la interpretación enriquecida del Z-IMC ayuda a orientar sobre acciones de intervención de acuerdo a sus códigos.
Adequate nutritional assessment is required to fight malnutrition (undernutrition and overfeeding) in children and adolescents. For this, joint interpretation of certain indicators (body mass index [BMI], height, weight, etc.) is recommended. This is done clinically, but not epidemiologically. The aim of this paper is to present “nutrimetry”, a simple method that crosses anthropometric information allowing for bivariate interpretation at both levels (clinical and epidemiological).
Materials and methodsData from 41,001 children and adolescents aged 0-19 years, taken from Mexico's National Health and Nutrition Survey 2012, were analyzed. Data crossed were BMI-for-age z-scores (BAZ) with height-for-age z-scores (HAZ) according to the World Health Organization (WHO) standards. Conditional prevalences were calculated in a 3×3 grid and were compared with expected values.
ResultsThis method identified subgroups in each BAZ category showing heterogeneity of the sample with regard to WHO standards for HAZ and nutritional status. According to the method, nutritional status patterns differed among Mexican states and age and sex groups.
ConclusionNutrimetry is a helpful and accessible tool to be used in epidemiology. It allows for detecting unexpected distributions of conditional prevalences, its graphical representation facilitates communication of results by geographic areas, and enriched interpretation of BAZ helps guide intervention actions according to their codes.
Los desequilibrios entre ingesta y requerimientos nutricionales requieren especial atención en la infancia porque dan lugar a condiciones de malnutrición (desnutrición o sobrealimentación) que ocasionan problemas de desarrollo y salud con alta prevalencia en niños a nivel mundial (24,5% retraso del crecimiento, 15% insuficiencia ponderal, 7,7% emaciación y 6,3% sobrepeso)1.
En México la desnutrición tiene baja prevalencia en insuficiencia ponderal (2,8%) y emaciación (1,6%), pero 1,5 millones (13,6%) de menores con retraso en el crecimiento aún representan un reto de salud pública. Aunque la prevalencia de sobrepeso más obesidad en niños y adolescentes ha disminuido, el problema persiste: 9,8% en menores de 5años, 34,4% en niños entre 5 a 11años, 35% en adolescentes de 12 a 19años y del 69,4 al 73,0% en mayores de 20años2.
Ante tal panorama, México ha implementado programas como la Estrategia Integral de Atención a Nutrición (EsIAN), la Cruzada Nacional Contra el Hambre, la Estrategia Nacional contra la Obesidad y Diabetes y el Impuesto al refresco y comida chatarra, en consonancia con el Plan de nutrición materna, del lactante y del niño pequeño de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este plan gira en torno al desarrollo de políticas y programas de nutrición alrededor del mundo, monitoreados por indicadores de entre los cuales destaca el índice de masa corporal (IMC), que se usa en cinco (reducción de retraso en el crecimiento, anemia, bajo peso al nacer, sobrepeso y emaciación) de sus seis metas3.
El IMC (kg/[talla en m]2), descrito en 1832 por Quetelet, representa que excluyendo periodos acelerados del crecimiento, el peso normalmente aumenta con el cuadrado de la estatura, surgiendo para 1972 evidencia de su pertinencia como indicador de grasa corporal por su elevada correlación con medidas independientes de esta, y baja con estatura, impulsando su uso y denominación para definir obesidad en adultos4.
Con el aumento de peso en infantes y al demostrarse que con ajustes por edad y sexo el IMC era buen indicador de adiposidad en niños, diversos grupos han desarrollado valores de referencia para su interpretación; por ejemplo, las curvas suavizadas de la International Obesity Task Force para niños de 2 a 18años para definir sobrepeso, obesidad5 y delgadez en adultos6, las tablas de percentiles de 2 a 20años del Centers for Disease Control and Prevention para identificar bajo peso, sobrepeso y sus riesgos7, y los patrones de la OMS que describen el crecimiento idóneo de los niños (0 a 5años)8, escolares y adolescentes (5 a 19años) en puntuaciones z9. Estos valores de referencia, aunque difieren entre sí, proporcionan pautas prácticas para el cribado y la vigilancia nutricional.
El IMC es una medida indirecta de grasa corporal y peso poco saludable10 de fácil cálculo e interpretación, que se utiliza para estimar la prevalencia de la obesidad infantil y complementar la evaluación del estado nutricional de poblaciones9. Pero dado a que es un índice de corpulencia y no de grasa exclusivamente, tiene poca sensibilidad11, no informa con precisión sobre la composición corporal subyacente, no diferencia entre individuos que comparten el mismo valor con diferente condición física, estado de salud12 u otros matices, y por ende no ayuda a entender la verdadera relación entre sus causas, la salud y el tratamiento más adecuado en la práctica clínica.
Se han desarrollado métodos alternativos para solucionar tales carencias, pero no han sido ampliamente aplicados, pues algunos, como el índice cintura-cadera, tienen menor correlación con el porcentaje de grasa corporal que el IMC para la edad (Z-IMC)13. Otros, como la medición de pliegues cutáneos, requieren tiempo y entrenamiento sustancial para obtener medidas fiables, y métodos más precisos, como la conductancia eléctrica corporal total, la hidrodensitometría, la pletismografía de desplazamiento de aire, y la absorciometría de rayosX de doble energía (DXA) son costosos, requieren aparatos especializados y su implementación puede ser compleja e inconveniente en niños pequeños14, resultando inadecuado su uso a gran escala en infantes y en población con bajos recursos.
Ante estas circunstancias se ha indicado la importancia de una interpretación conjunta del Z-IMC con otros indicadores de salud, y aunque en la clínica sí se logra realizar, epidemiológicamente este indicador aún se analiza de manera aislada, ocasionando una brecha entre las decisiones tomadas a partir del análisis de datos poblacionales y lo que se observa en la atención individual. El presente documento describe la Nutrimetría, propuesta metodológica que por medio de dos valores antropométricos simples y accesibles —en este caso Z-IMC y talla (o estatura) para la edad (Z-talla)— enriquece la interpretación del Z-IMC para su uso epidemiológico y clínico15,16. Así, el objetivo de este trabajo fue presentar el procedimiento de la Nutrimetría y aplicarlo a un conjunto de datos representativos de niños y adolescentes mexicanos para mostrar cómo esta herramienta podría ser útil para la evaluación poblacional, el diagnóstico en malnutrición y la toma de decisiones tanto en políticas de salud pública como en la práctica clínica en centros de salud y educativos.
MetodologíaMuestraSe analizaron datos de 20.550 hombres y 20.451 mujeres de entre 0 a 19años derivados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (ENSANUT-2012); se solicitó el acceso a la información al Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) a través del portal: http://ensanut.insp.mx/basesdoctos.php#.VY2IO_l_Oko. Los responsables de la encuesta declaran que todo participante firmó un consentimiento informado, que su información personal se salvaguardó al no hacerla disponible en la base de datos proporcionada, y que la ENSANUT-2012 fue aprobada por el Comité de Ética del INSP de México. Esta encuesta utilizó un muestreo probabilístico, polietápico y estratificado, con tasa de respuesta de hogares del 87%17.
ProcedimientoLa Nutrimetría es un método que permite cruzar información de dos variables antropométricas con intención de facilitar su interpretación conjunta. Se calcula agregando las ponderaciones de ambas variables en función de rangos normativos.
Este trabajo aplicó Nutrimetría utilizando Z de talla para edad (Z-talla) y Z de IMC para edad (Z-IMC) según referencias de la OMS8. Dichas puntuaciones Z se utilizaron para obtener un índice combinado con nueve categorías que se denominarán «Nutricódigo». Como se representa en la figura 1, a partir de la Z-talla, se sumó un punto si la puntuación Z≤−2, cinco puntos si Z≥2 y tres puntos para el resto de sus valores. Para el Z-IMC se sumó cero si la puntuación Z≤−1, seis si Z≥1 y tres para el resto15. Como resultado, se asignó a cada observación un código de los nueve posibles: 1, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 11, los cuales representan diagnósticos diferentes del estado nutricional. Los valores de prevalencia para cada categoría se dispusieron en un cuadrado 3×3 (figura 1), para una interpretación conceptual más sencilla; la asignación de valores se hizo de forma que los niveles normales de la variable horizontal resultaran siempre en números pares, y los normales de la variable vertical en múltiplos de tres; de esta manera los números pares 4, 6, 8 reflejan un peso saludable, los impares pequeños 1, 3, 5 delgadez y los impares grandes 7, 9, 11, sobrepeso u obesidad, mientras que los números 3, 6, 9 representan una talla normal, los números 1, 4, 7 tallas bajas y los números 5, 8 y 11 tallas elevadas. Cabe destacar que cada código impar implica riesgos distintos para la salud dependiendo de la interacción de las variables cruzadas.
El número de desviaciones estándar utilizados para Z-IMC se eligió dado que la OMS considera sobrepeso en niños de 5 a 19años a partir de Z≥+1. Además, en categorías de emaciación/delgadez existe un riesgo relativamente inmediato de muerte, por lo cual la detección de subpoblación en etapas tempranas de riesgo permitirá acciones preventivas más efectivas en ambos extremos.
En la ENSANUT-2012 se identificaron los valores Z-talla e Z-IMC según estándares de la OMS y se ejecutaron las estimaciones acorde al diseño de la encuesta. Mediante el cálculo de probabilidad condicional para cada código, se comparó cada valor con lo esperable según la distribución normal y algunos intervalos alrededor de estos (ver anexo), lo que permitió apreciar diferencias entre lo observado en México y lo esperable en una población «normal» de niños de acuerdo a los criterios de la OMS, estudiando su distribución geográfica por estados y por sexo y realizando una representación gráfica de ello.
ResultadosSe analizó la diferencia entre frecuencias observadas y esperadas en todos los Nutricódigos, y en todos los casos fueron estadísticamente significativas (χ2(gl8)=100,33, p≤0,001). Las prevalencias por Nutricódigo y por Z-IMC, en hombres y mujeres —divididos en preescolares (0-4años), escolares (5-11años) y adolescentes (12-19años), y su comparación con el porcentaje esperado se muestran en la tabla 1.
Prevalencia según Nutricódigo de peso y talla, y puntuaciones z de IMC. Datos de la ENSANUT-2012
Hombres | Mujeres | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Edades en años | Edades en años | ||||||
± 20% F.E. | 0-4 | 5-11 | 12-19 | 0-4 | 5-11 | 12-19 | |
Delgadez | |||||||
Nutricódigo | |||||||
1 | 0,29-0,43 | 0,80 | 0,80 | 0,90 | 0,80 | 1,20 | 3,60 |
3 | 12,11-18,17 | 5,20 | 5,10 | 8,20 | 5,30 | 10,30 | 3,50 |
5 | 0,29-0,43 | 1,10 | 0,30 | 0,90 | 0,70 | 0,30 | 0,00 |
IMC-Z | |||||||
−1 | 12,69-19,04 | 7,10 | 6,20 | 10,00 | 6,80 | 11,80 | 7,10 |
Normalidad | |||||||
Nutricódigo | |||||||
4 | 1,24-1,86 | 8,80 | 4,80 | 2,30 | 7,10 | 4,80 | 23,30 |
6 | 52,13-78,20 | 48,10 | 56,60 | 54,50 | 53,40 | 46,70 | 35,80 |
8 | 1,24-1,86 | 0,50 | 0,40 | 3,30 | 0,60 | 0,40 | 0,00 |
IMC-Z | |||||||
0 | 54,60-81,91 | 57,40 | 61,70 | 60,00 | 61,10 | 51,90 | 59,20 |
Sobrepeso/Obesidad | |||||||
Nutricódigo | |||||||
7 | 0,29-0,43 | 5,60 | 1,00 | 0,40 | 4,40 | 1,30 | 13,30 |
9 | 12,11-18,17 | 29,50 | 29,90 | 26,40 | 27,50 | 33,50 | 20,40 |
11 | 0,29-0,43 | 0,40 | 0,20 | 3,20 | 0,20 | 1,50 | 0,10 |
IMC-Z | |||||||
+1 | 12,69-19,04 | 35,50 | 32,10 | 30,00 | 32,10 | 36,30 | 33,70 |
Los Nutricódigos representan diferentes estados nutricionales de talla e IMC: 1=Z-Talla baja + Z-IMC bajo; 3=Z-Talla normal + Z-IMC bajo; 5=Z-Talla alta + Z-IMC bajo; 4=Z-Talla baja + Z-IMC normal; 6=Z-Talla normal + Z-IMC normal; 8=Z-Talla alta + Z-IMC normal; 7=Z-Talla baja + Z-IMC alto; 9=Z-Talla normal + Z-IMC alto; 11=Z-Talla alta + Z-IMC alto.
Los números en IMC-Z representan: −1=Z-IMC ≤−1z; 0=Z-IMC entre ±1z; +1=Z-IMC ≥+1z.
La columna ±20% F.E. representa un intervalo de ±20% de la frecuencia esperada en cada código de acuerdo a la probabilidad condicional de la distribución normal de las variables.
En los códigos impares pequeños (1, 3 y 5) que representan delgadez se observa una prevalencia relativamente baja (del 0,0 al 10,3%) pero mayor a la esperada en 1 y 5; al agrupar los datos de los tres códigos (Z-IMC≤−1) solo se aprecia que la prevalencia es menor a la esperada (del 6,20 al 11,8%). Para los impares grandes (7, 9 y 11), que representan sobrepeso/obesidad, se observa una prevalencia más elevada (del 0,10 al 33,50%), concentrando alrededor del 30% de casos en el código9; estos, agrupados en Z-IMC≥1, tienen una prevalencia del 32,1 al 36,3%, aproximadamente el doble de lo esperado en una distribución normal.
En cuanto a los números pares que representan peso saludable, menos del 3,3% están en el código8, del 35,8 al 56,5% en el 6, y en el código4, hombres y mujeres adolescentes difieren claramente entre sí (2,3 y 23,3%, respectivamente), mientras que agrupados entre ±1 Z-IMC solo se distingue que las prevalencias van del 51,9 al 61,7% y son menores a lo esperado.
Si se analizan los códigos de acuerdo a la Z-talla, en los más altos (5, 8 y 11) la prevalencia en todos, excepto en adolescentes varones (7,4%), no suma más del 2,2%. En los códigos de Z-talla baja (1, 4 y 7) la prevalencia es menor del 9% durante la infancia temprana y la niñez, pero en las mujeres adolescentes esta alcanza un 23,3% en el código4 y un 13,3% en el 7.
Finalmente, en los códigos del Z-talla normales (3, 6 y 9) se encuentra la mayor concentración de niños, sobre todo en el número6 (del 35,8 al 56,5%), seguido de manera preocupantemente cerca del 9 (del 20,4 al 33,5%).
Para ilustrar epidemiológicamente la aplicación de Nutrimetría, la figura 2 combina las prevalencias de cada código con la probabilidad a priori de encontrar esos valores. Para cada código hay cinco categorías de valores esperables, que se muestran en la leyenda. Si hay más de lo esperable, el color es más intenso, y si hay menos de lo esperable, el color es más claro. Si la muestra tuviera una distribución normal en ambas variables (Z-IMC y Z-talla), los mapas quedarían iluminados del color intermedio. Los códigos 1, 5, 7 y 11, que combinan las puntuaciones Z extremas (altos-delgados, altos-sobrepeso, bajos-delgados y bajos-sobrepeso), son donde se esperan prevalencias menores, seguidos de los códigos 4 y 8; 3 y 9, y 6.
En los códigos de menor prevalencia (1, 5, 7 y 11) la mayoría de los estados presenta más mujeres bajas que altas, a excepción de algunos estados del norte, como Chihuahua, Coahuila, Durango y Nayarit, donde existe una prevalencia similar en los cuatro códigos. Para los varones se observa que en estados del norte, como Baja California norte y sur, Sonora, Sinaloa, Durango y Nayarit, hay mayor prevalencia en el código5 que en el1, contrario a lo que sucede en estados del sur como Oaxaca y Chiapas.
Para los códigos 4 y 8 de Z-IMC normal, hay más hombres altos en el norte y bajos en el sur, mientras que en las mujeres hay mayor prevalencia de chicas bajas que altas en todo México.
Entre los códigos 3 y 9 es notoria la mayor cantidad de varones y mujeres obesas con estaturas promedio, que delgadas con estaturas promedio.
En general, para las mujeres el color rojo intenso predomina en todo el país en los códigos 1, 4, 7 y 9, hay menos niñas en códigos6 de lo normal, y claramente menos de lo esperable en el código8. Por su parte, para los varones el azul oscuro predomina en todo el país para los códigos 7, 9 y 11, en el sur hay prevalencias mayores a las esperadas en los códigos 1 y 4, y en el norte en los códigos 5 y 8.
DiscusiónLa Nutrimetría ofrece datos más específicos que el Z-IMC, y su uso como índice de referencia en estudios de epidemiología permitiría describir y analizar la distribución poblacional de la malnutrición con mayor detalle en subgrupos que cruzan dos características antropométricas importantes.
Esto se aprecia al observar que las prevalencias del Z-IMC en z «−1» y «0» son menores a lo esperado según la distribución normal y las encontradas en «+1» son el doble, lo cual dirige la atención hacia la población en riesgo de sobrepeso, con sobrepeso u obesidad, mientras que con Nutrimetría y su distribución condicional, adicionalmente se detecta que las bajas prevalencias de Z-IMC «−1» se dan específicamente en aquellos con tallas normales (código3) y en adolescentes altas (código5); en cambio, existe una distribución mayor a la esperada en niños(as) de estaturas bajas (código1) y en preescolares y adolescentes varones altos (código5), resultados que indican que aunque hay pocos niños en riesgo de desnutrición aguda (código3), el retraso en el crecimiento de niños con Z-IMC≤−1 (código1) es una condición persistente que requiere atención, especialmente en mujeres de 5 a 19años.
En los códigos impares grandes la profusión de casos con respecto a lo esperado se da en los códigos: 9 de todos los grupos, 7 de todos excepto adolescentes varones y 11 de escolares y hombres adolescentes, indicando que en México la mayoría de niños(as) y adolescentes con riesgo de sobrepeso (preescolares), sobrepeso y obesidad (escolares y adolescentes) se concentran en tallas medias y bajas, pero además en niños(as) de 5 a 19años hay una tendencia de Z-IMC elevado si se tiene una Z-talla elevada, por lo que se especula existe una relación entre talla-IMC similar que en Estados Unidos, donde en los últimos 40años personas altas incrementaron su IMC más rápido que personas de baja estatura18.
Así, la información presentada por códigos permitió detectar desviaciones específicas de los datos, poniendo de manifiesto valores que indican una distribución inesperada de Z-IMC y Z-talla en niños mexicanos, pues se observó una prevalencia mayor a la esperable en los códigos 1, 4, 7, 9 y 11, y ligeramente menor a la esperable en el código6, que al tratarse de una proporción grande del total afecta significativamente a la distribución, denotando que el promedio del mexicano es mayor en baja estatura y sobrepeso/obesidad que los estándares de la OMS, resultados consistentes con lo encontrado en otros estudios15,19, que invitan a estudiar la existencia de factores genéticos, sociales y económicos que inclinen a la población mexicana a dicha distribución.
Adicionalmente, mediante la representación gráfica se presentó una herramienta que permite el análisis por áreas geográficas, código y sexo, así como una comunicación más efectiva de los resultados, pues con observar la figura 2 se puede decir que en México muchos niños(as), especialmente mujeres, tienen baja estatura (códigos1, 4 y 7) y sobrepeso/obesidad (códigos7, 9 y 11), que en estados del centro y norte niños y niñas, aun sin tener retraso en el crecimiento, tienen un Z-IMC bajo (código5), y en estados del sur, excepto en Campeche, hay gran cantidad de varones con Z-talla y Z-IMC bajos (código1).
En virtud de los resultados en Nutrimetría, las políticas públicas podrían apoyarse para analizar el alcance de sus intervenciones y/o dirigir sus enfoques. Por ejemplo, la prevalencia mayor a la esperada en código1 señala un posible retraso en el crecimiento en función de una alimentación continuamente deficiente y/o de alguna enfermedad que evita la absorción de nutrientes20; esto indica que aún no se alcanzan los objetivos en todos los estados, y que los programas que procuran acceso a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad (v.g., apoyo alimentario, abasto social de leche y dotación de nutrimentos) podrían tener un enfoque apropiado.
Por otra parte, aunque la prevalencia general en niños y niñas del código3 es menor a lo esperado de acuerdo a las prevalencias condicionales, y como es de esperarse si se tiene en cuenta la prevalencia de emaciación nacional19, en el centro y norte del país el código5 aún requiere atención. Debido a que las características de delgadez con talla de normal a elevada (códigos3 y 5) indican una alteración reciente del estado de nutrición, sus causas principales posiblemente son similares a las de desnutrición aguda, como enfermedades que provoquen pérdidas, incremento de demandas metabólicas o dietas inadecuadas21 (v.g., trastornos de conductas alimentarias). Por ello, y dado el éxito alcanzado en el control de enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias agudas en población infantil19, se sugeriría examinar tales prevalencias con referencia a problemas de conducta alimentaria cuyo riesgo ha aumentado un 0,5% de 2006 a 201219; además, se recomienda que, independientemente de la causa, los programas de intervención dirigidos a esa población tengan un tratamiento inicial inmediato enfocado en estabilizar al niño e identificar cualquier condición que amenace su vida, una fase de rehabilitación que incremente la energía e ingesta de nutrientes, una fase de seguimiento con paciente y familia para evitar recaídas, orientación alimentaria continua y atención psicológica en problemas de conducta alimentaria.
En cuanto a los códigos que indican sobrepeso y obesidad, hay prevalencias elevadas en niños de ambos sexos en todo México, en el suroeste principalmente de baja estatura (código7), mientras que en estados del norte, centro y oeste la prevalencia de Z-IMC elevado en niñas altas (código11) fue mayor que en el resto del país.
Como las causas probables de sobrepeso con retraso en el crecimiento (código7) observadas en estados del suroeste van desde consumo de alimentos altos en calorías y bajos en nutrientes que repercuten en el crecimiento potencial22, infecciones recurrentes23, hasta diagnósticos de enfermedades endocrinas24, y las causas de talla baja son muy variadas (v.g., baja estatura familiar, síndromes genéticos, cardiopatía, nefropatía, enfermedad intestinal, factores socioeconómicos25,26), e incluso la recurrente prevalencia elevada de talla baja en México15,19 podría implicar un rasgo genético de la población, se deben considerar el diagnóstico de padecimientos concomitantes y los antecedentes heredo-familiares para la planeación de intervenciones ante este código, decidiendo así si únicamente se debe abordar el problema de sobrepeso o si será necesario compensar déficits alimentarios, tratar enfermedades o —aunque poco prevalentes— déficits hormonales que entorpecen el desarrollo lineal, cuidando a su vez de no inducir ni potenciar el desarrollo del sobrepeso/obesidad, pues se ha constatado que existen mecanismos que favorecen incrementos rápidos de peso en niños con retraso en el crecimiento por malnutrición27.
Mientras que para los estados del norte, centro y oeste del país, considerando que niños con estaturas elevadas y sobrepeso son más propensos a convertirse en adultos obesos que los altos o de estatura promedio pero con peso normal28, y considerando la hipótesis de que personas altas elevan su IMC con mayor rapidez debido al fácil acceso a grandes cantidades de alimentos altamente calóricos y su poca habilidad para juzgar con precisión las porciones con respecto a sus necesidades y experiencia de saciedad18, se sugiere explorar los efectos de intervenciones que focalicen la educación nutricional con entrenamiento en reconocimiento de saciedad, autorregulación del balance energético y selección de alimentos, además de una regulación más rigurosa del tamaño de las porciones y la oferta de opciones saludables.
Adicionalmente los resultados indican que las intervenciones enfocadas a la población con sobrepeso y obesidad no han sido suficientes como estrategia nacional, y se podrían complementar con más iniciativas de prevención, como la creación de ambientes que promuevan estilos de vida saludable al tiempo que se refuercen e implementen intervenciones efectivas como las que confluyen educación alimentaria y actividad física en escenarios escolares29 e involucran a familia y a la comunidad30.
De esta manera, Nutrimetría puede utilizarse en escenarios implicados en el desarrollo integral del niño, tales como escuelas y centros de salud, pues además de proporcionar una perspectiva enriquecida al Z-IMC y ser fácil de explicar y entender, utiliza un lenguaje neutro que disuade la estigmatización de los individuos al evitar palabras como «obeso» o «flaco» y reportar sus resultado en números que orientan acciones específicas para que aquellos ubicados en códigos «impar» se perfilen hacia códigos «par», facilitando en niños y adolescentes la comunicación de los resultados y objetivos sin carga semántica emocional.
Podemos concluir que si bien la Nutrimetría como aquí se utiliza, al igual que el Z-IMC, no puede prescindir de otras mediciones que orienten con precisión sobre la composición corporal, tiene un uso más amplio por el mismo costo, pues aporta una metodología que permite integrar la información de dos variables antropométricas que de por sí son medidas para obtener el Z-IMC, y su procesamiento no requiere software especializado. Además, permite analizarlas a nivel epidemiológico de forma conjunta, facilitando su interpretación en grandes grupos y promoviendo coherencia entre políticas públicas y acciones clínicas, y es una opción viable para el diagnóstico individual en complemento con otras medidas de composición corporal, así como para el cribado, la prevención, la intervención y el establecimiento de metas en ámbitos escolares, clínicos y epidemiológicos. Y además de ser accesible y de fácil obtención, cumple con los criterios de la OMS para considerarse como indicador antropométrico adecuado20, pues al utilizar los estándares de crecimiento de la OMS 2006 para su interpretación, cuenta con estándares normativos basados en una muestra amplia, saludable y representativa; identifica individuos y poblaciones en distintos tipos de riesgo; permite plantear intervenciones específicas para evitar tratamientos innecesarios, y apoya la evaluación del cambio nutricional8.
Finalmente, Nutrimetría permite obtener códigos sencillos de interpretar, potencialmente relacionados con condiciones nutricionales específicas. Aquí se exponen algunas relaciones teóricas entre códigos y condiciones, con base a información existente, que sientan las bases para su estudio empírico, y se insta a realizar mayor investigación referente a los riesgos específicos que puedan dar lugar a cada código.
Declaraciones éticasLos autores obtuvieron el acceso a los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 de México, por medio del Instituto Nacional de Salud Pública de México. Los responsables de la encuesta declaran que todos los participantes firmaron un consentimiento informado antes de la encuesta y que la ENSANUT 2012 y el formulario de consentimiento fueron aprobados por el Comité de Ética del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) de México. La privacidad de los participantes está garantizada en el presente documento, pues no existen datos de identificación en la base de datos accedida, y además los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de identificación de los participantes.
AutoríaSelem-Solís, Jorge Enrique: Concepción del método, adquisición de datos, búsqueda bibliográfica, revisión del borrador del documento, revisión crítica de contenido intelectual y aprobación final del documento.
Alcocer-Gamboa, Alberto: Diseño del estudio, concepción del método, revisión crítica del contenido intelectual y aprobación final del documento.
Hattori-Hara, Mónica: Análisis de datos, interpretación de resultados, diseño de figuras, búsqueda bibliográfica para antecedentes y discusiones, redacción del borrador del artículo y aprobación final del documento.
Esteve-Lanao, Jonathan: Diseño del estudio, concepción del método, revisión crítica del contenido intelectual y aprobación final del documento.
Larumbe-Zabala, Eneko: Diseño del estudio, concepción del método, análisis estadísticos, interpretación de resultados, diseño de mapas, búsqueda bibliográfica, revisión crítica del contenido intelectual y aprobación final del documento.
Conflicto de interesesNinguno.
Todos los puntos de vista aquí expresados son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente la posición oficial de las instituciones que representan.