Sr. Director: Roseomonas es un género de denominación reciente que incluye bacterias gramnegativas no fermentadoras, raramente aisladas de muestras clínicas, que anteriormente se clasificaban por el Centers for Diseases Control como «cocoides rosáceos» grupos I-IV1. Está formado por 6 genoespecies, de las que tres han recibido nombre de especie (R. gilardii, R. cervicalis y R. fauriae). De entre ellas, R. gilardii es la más frecuentemente aislada en clínica, tratándose de un microorganismo de bajo potencial patógeno capaz de producir enfermedades en pacientes con enfermedades inmunosupresoras2. A continuación describimos lo que creemos que es el primer caso de aislamiento de R. gilardii en un paciente con sida.
Se trataba de una mujer de 29 años, natural de Camerún que acudió a nuestro centro con un cuadro de fiebre (39 °C), dolor abdominal con diarrea y vómitos, y tos no productiva de varios días de evolución. En la analítica realizada al ingreso destacaba: hemoglobina, 8,1 g/dl, hematócrito 22,4%, LDH 1.420 U/l, GOT 121 U/l y GPT 41 U/l. La radiografía de tórax mostró un patrón miliar con pérdida de volumen del pulmón izquierdo, y la ecografía abdominal una hepatosplenomegalia con imágenes compatibles con adenopatías retroperitoneales caseificantes. Los estudios de parásitos sanguíneos y las baciloscopias realizadas en el momento del ingreso y en los días sucesivos fueron repetidamente negativas, aunque con posterioridad creció Mycobacterium tuberculosis en una muestra de médula ósea. Con la presunción de tuberculosis diseminada la paciente inició tratamiento con isoniacida, rifampicina, pirazinamida y etambutol, y fue diagnosticada de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana tipo 1 con una carga viral de 784.300 copias/ml y unas cifras de CD4+ de 48 linfocitos/ µ l. Aunque la paciente presentó mejoría clínica y radiológica, persistía la anemia y la fiebre intermitente, que mejoraron tras la instauración empírica de cloroquina.
Dos semanas después, la paciente presentó una reagudización de su cuadro respiratorio con fiebre y dolor pleurítico, apareciendo en la radiografía una nueva condensación de características alveolares en el lóbulo inferior izquierdo. Se obtuvieron muestras de esputo y comenzó tratamiento con cefepime (2 g/8 h i.v. durante 10 días). La muestra en la tinción de Gram presentó < 5 células epiteliales y > 25 leucocitos por campo de bajo aumento, con escasa flora mixta, y se procesó para cultivo. A las 48 h crecieron tanto en agar sangre como chocolate incubados a 37 °C unas colonias mucoides de color rosado, sin que se aislase ningún otro patógeno. Se trataba de un microorganismo gramnegativo con aspecto de cocobacilos no vacuolados, que también crecía en agar sangre a 42 °C y débilmente en agar MacConkey, no fermentador, catalasa y ureasa positiva, y oxidasa negativa. En el resto de pruebas bioquímicas efectuadas oxidaba glucosa, adipato, arabinosa, citrato, galactosa, glicerol, gluconato, malato, manitol y xilosa; la reducción de nitratos fue negativa, así como la producción de indol, arginina dehidrolasa, ß -glucosidasa (esculinasa), gelatinasa, ß -galactosidasa, oxidación de manosa, N-acetilglucosamina, maltosa, caprato, fenil-acetato y metanol. Las colonias no absorbían la luz ultravioleta de longitud de onda larga, siendo finalmente identificadas como R. gilardii.
Por el método de difusión la cepa era resistente a ampicilina, aztreonam, cefuroxima, ceftazidima, clindamicina, fosfomicina y piperacilina, moderadamente resistente a cefotaxima, y sensible a amikacina, gentamicina, cloramfenicol cotrimoxazol, sulfametoxazol, cefepime, ciprofloxacino, imipenem y tetraciclina. La fiebre cedió a las 24 horas de iniciar el tratamiento y la paciente evolucionó satisfactoriamente clínica y radiológicamente, siendo dada de alta 2 semanas después.
Aunque el papel patógeno de R. gilardii es discutido en individuos inmunocompetentes, sí que se ha implicado en cuadros de sepsis, alteraciones respiratorias y osteomielitis, afectando principalmente a inmunocomprometidos2. En nuestro caso, el aislamiento se obtuvo a partir del esputo, lo que no nos permite hacer un diagnóstico etiológico de certeza. Sin embargo, estas muestras han demostrado tener un elevado rendimiento a la hora de establecer el diagnóstico de la neumonía bacteriana, sobre todo si, como el caso aquí descrito, la muestra es de alta calidad3,4. Además, la rápida mejoría tras la instauración de la terapia antibiótica apoya a R. gilardii como el posible agente infeccioso. En conclusión, creemos que el caso aquí expuesto debería alertarnos para valorar adecuadamente el aislamiento de R. gilardii en pacientes inmunodeprimidos.