Se presenta el caso de un varón de 52 años con enfermedad renal crónica terminal secundaria a poliquistosis renal autosómica dominante, sometido a un trasplante renal en julio del 2020, por el cual recibe inicialmente cuádruple terapia inmunosupresora con timoglobulina (425 mg totales), tacrólimus, micofenolato de mofetil y prednisona. Posteriormente, dada la pobre función renal secundaria a infarto renal extenso postrasplante, se decidió iniciar belatacept (900 mg cada dos semanas los dos primeros meses, después se ha administrado mensualmente, rebajando la dosis hasta mantener con 500 mg mensuales en la actualidad) con retirada progresiva de tacrólimus. Durante seis meses se mantuvo con profilaxis con trimetroprim/sulfametoxazol y con valganciclovir.
En septiembre del 2020, acude a urgencias por fiebre y diarrea de hasta siete deposiciones de 24 h de evolución, se extrae analítica donde destaca reacción en cadena de la polimerasa (PCR) de 113 mg/L y leucopenia de 2.350. Inicialmente, se le diagnostica de gastroenteritis aguda, y tras extraer coprocultivos y hemocultivos, se inicia empíricamente levofloxacino intravenoso 500 mg/día. Posteriormente, se mantiene afebril y sin diarrea desde el segundo día del ingreso.
En la PCR de heces y en el coprocultivo se detectó Campylobacter jejuni. Tras este resultado, se suspende el levofloxacino y se inicia la azitromicina de 500 mg vía oral durante tres días. Paralelamente, y a los tres días de incubación, se aísla en los hemocultivos C. jejuni resistente a quinolonas, decidiéndose administrar tratamiento con meropenem y solicitar una tomografía axial computarizada (TAC) de cuerpo entero para despistaje de malignidad, siendo este negativo para neoplasias.
Tras la desaparición del cuadro clínico, la negativización de los hemocultivos y la buena evolución del individuo, después de completar siete días de tratamiento con meropenem 1 g, se decidió dar de alta al paciente con cinco días de amoxicilina/clavulánico 500/125 mg por vía oral hasta cumplir 14 días de terapia. Durante el seguimiento (seis meses), el paciente se ha mantenido asintomático excepto por haber presentado replicación de en el octavo mes postrasplante.
DiscusiónLa infección por C. jejuni produce cuadros de diarrea enteroinvasiva, siendo menos del 1% los casos de bacteriemia. Estos últimos ocurren generalmente en población inmunodeprimida. Entre los pacientes con bacteriemia por C. jejuni el 38% pueden tener tumores1. Otros factores frecuentemente asociados son el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la enfermedad hepática y la hipogammaglobulinemia2. En nuestro caso, no analizamos niveles de inmunoglobulinas por lo que desconocemos su potencial contribución. Sin embargo, solo hemos encontrado en la literatura tres casos descritos de bacteriemia por C. jejuni en pacientes trasplantados renales3–5. Todos ellos ocurrieron en el primer año posterior al trasplante como en nuestro caso, lo que probablemente podría estar relacionado con los niveles elevados de inmunosupresión durante este período3.
En cuanto a la inmunosupresión, está descrita una mayor prevalencia de infecciones en pacientes inducidos con timoglobulina vs. basiliximab, siendo significativamente más frecuentes las infecciones bacterianas6. Por otro lado, el uso de belatacept también se ha asociado con un aumento de infecciones por CMV, Pneumocystisjirovecci y Mycobacterium tuberculosis7–9. Como factores de riesgo de infección se identificaron la edad y el bajo filtrado glomerular8,10.
El uso de belatacept, aunque mejoró el filtrado glomerular del paciente desde 7 mL/min hasta 22 mL/min, pudo ser un factor de riesgo para la bacteriemia por C. jejuni. No obstante, en los otros casos publicados de bacteriemia en trasplante renal, los inmunosupresores utilizados fueron diferentes, por lo que sería el primer caso descrito con belatacept.
En cuanto a la antibioterapia, se deben evitar las quinolonas ya que C. jejuni es resistente a estas en el 50% de los casos2. En el nuestro, el paciente estaba con profilaxis con cotrimoxazol; no obstante, se ha descrito que entre el 21 al 25% de las cepas de C. jejuni pueden ser resistentes2. Además, casi no existen casos de resistencia a carbapenémicos2. La mortalidad en estos pacientes es del 15%, y entre los factores asociados a un peor pronóstico están el retraso en el inicio de antibióticos y la deficiente cobertura antibiótica1.
En conclusión, la bacteriemia por C. jejuni es una infección muy infrecuente en pacientes trasplantados renales, que puede verse favorecida por la inmunosupresión elegida, y otros factores como la hipogammaglobulinemia, por ello, es importante una adecuada cobertura antibiótica al tratarse de una infección potencialmente mortal.
FinanciaciónLos autores declaran no haber recibido financiación para la realización de este trabajo.
Conflicto de interesesLos autores declaran que no tienen conflicto de intereses potencial relacionado con los contenidos de este artículo.