Hemos leído con mucho interés el artículo de Fernández-Ruiz et al.1 sobre el uso inapropiado de catéteres urinarios (CU), donde encontraban un 26,1% de indicación inapropiada en los pacientes médicos ingresados de este hospital de 3.er nivel madrileño. Por nuestro interés compartido en el tema, quisiéramos aportar las siguientes consideraciones.
Por una parte es sabido que el uso del CU aumenta el riesgo de infecciones nosocomiales, por lo que se debe evitar su uso excesivo; pero no deben olvidarse tampoco las complicaciones no infecciosas del CU, que en un reciente metaanálisis2 alcanzan el 3,4% para estenosis uretral en pacientes con CU durante menos de 3semanas, el 43% de hematuria macroscópica en pacientes portadores de CU durante más de 3semanas y el 1% de neoplasia vesical en pacientes con lesión medular portadores de CU permanente.
Además querríamos compartir nuestra experiencia en un hospital comarcal de 236camas, con 5.200 ingresos anuales en el servicio de Medicina Interna, donde en un estudio inicial3 se analizó, en todos los pacientes con CU ingresados en dicho servicio, si la indicación se ajustaba a las recomendaciones recogidas en las guías clínicas de la IDSA4, como las utilizadas por Fernández-Ruiz et al. Posteriormente se llevó a cabo una intervención que consistía en difundir las citadas recomendaciones hacia los médicos de urgencias y medicina interna mediante 2sesiones clínicas, y su distribución mediante correo electrónico y circular interna. Se repitió el análisis de la correcta indicación del CU a la semana y al mes de la intervención, incluyéndose un total de 446pacientes. Objetivamos un porcentaje de indicaciones no adecuadas del 11,1% del total de pacientes antes de la intervención (50% de los pacientes con CU), que a la semana de la intervención descendía de manera significativa al 4,5% (p=0,04), pero que al mes volvía a elevarse al 7,5%, perdiendo este descenso significación estadística respecto al porcentaje inicial pre-intervención. En una segunda fase del estudio5 se introdujo en las historias clínicas de los pacientes portadores de CU un recordatorio de las indicaciones apropiadas. Tras mantener un mes de esta estrategia, los usos inadecuados descendieron de nuevo al 5% de los pacientes ingresados (37% de los pacientes con CU). En una actualización de nuestras cifras realizada con motivo de esta carta, el porcentaje de usos inadecuados 3años después de la intervención se ha mantenido en el 5% del total de pacientes ingresados.
En comparación con los resultados de Fernández-Ruiz et al.1, encontramos en nuestro hospital un mayor número de pacientes con uso considerado inadecuado de CU. Una estrategia puntual de formación fue eficaz para reducir el uso excesivo de CU, aunque su efecto fue transitorio. Sin embargo, una estrategia de recordatorio de un mes de duración permitió mantener este nivel estable 3años después de la intervención.
En resumen, y de acuerdo con Fernández-Ruiz et al.1, sigue existiendo una utilización excesiva del CU, por lo que probablemente serían necesarios programas continuados de formación para romper la inercia del abuso del CU.