Sr. Editor: He leído con interés el caso recientemente publicado titulado "Endocarditis infecciosa por Ochrobactrum anthropi en paciente inmunocompetente" 1 y quisiera hacer algunas consideraciones al respecto. En mi opinión, el interés del caso reside exclusivamente en la rareza del microorganismo aislado como agente causal de endocarditis, por lo que creo que deberían exponerse y resaltarse los principales hechos del diagnóstico microbiológico que permitieron llegar a tal identificación. Sin embargo, nada se explica acerca de los medios de cultivo utilizados, ni siquiera se menciona el sistema de hemocultivos empleado, y resulta llamativo el hecho de que los autores afirman que el microorganismo tardó 14 días en ser aislado en dos hemocultivos y 8 días en el "tejido perivalvular", sin más detalles. Tal lentitud de crecimiento es, cuando menos, sorprendente en un bacilo gramnegativo que suele crecer sin dificultad en medios convencionales 2. Actualmente es práctica habitual en los servicios de microbiología el uso de sistemas de hemocultivos de control del crecimiento, con períodos habituales de incubación de 5 a 7 días, por lo que los autores deberían explicar cómo se procesaron los hemocultivos y si fueron sometidos a un protocolo o práctica inusual. Tampoco se menciona en el trabajo ningún aspecto que sirva de orientación a la identificación del microorganismo, ni se describen las características coloniales, ni las principales pruebas bioquímicas o metabólicas que sirvieron para caracterizar la especie. Es conocida la dificultad y el bajo poder de discriminación de los sistemas automatizados comerciales al uso para la identificación de bacilos gramnegativos no fermentadores poco frecuentes en muestras clínicas 2; sin embargo, no figura en el trabajo el porcentaje de acierto alcanzado con el sistema empleado ni se explica si hubo necesidad de métodos o pruebas adicionales y confirmatorias, lo cual suele ser práctica habitual obligada con este tipo de microorganismos de difícil clasificación.
Considero también insuficientes los aspectos relativos a las pruebas de antibiograma, donde los autores se limitan a exponer que se empleó "la microdilución" sin ofrecer más detalles, como si se utilizó algún sistema comercial, automatizado o no.
Sin querer restar mérito al trabajo iconográfico, desde mi punto de vista y ante la rareza del microorganismo aislado, creo que hubieran sido más ilustrativas unas imágenes del crecimiento in vitro y/o una tabla con las principales características de éste. Quizás el hecho sorprendente de que no aparezca ningún microbiólogo entre los firmantes del artículo explique cómo han podido pasarse por alto aspectos tan importantes en un diagnóstico microbiológico de certeza.