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Vol. 18. Núm. 3.
Páginas 143-144 (marzo 2000)
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Gastroenteritis aguda por Vibrio parahaemolyticus ureasa positivo en una paciente inmunocomprometida
Acute gastroenteritis by positive Vibrio parahaemolyticus urease in an immunocompromised patient
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María José Revilloa, Mª Ángeles Ruiza, Belén Uriela, Juan Carlos García-Zuecoaa, Juan Bautista García-Moyaa
a Servicio de Microbiología y aServicio de Hematología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.
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Sr. Director: Vibrio parahaemolyticus es un vibrio halófilo relacionado fundamentalmente con gastroenteritis aguda tras ingestión de alimentos de origen marino o contaminados con agua de mar, especialmente en Japón, donde se le atribuye el 60-75% de las infecciones alimentarias de etiología conocida. También se ha aislado en diversos lugares de Asia, en las costas del Pacífico y del Atlántico de los EE.UU., en el mar Báltico y mar del Norte y en aguas costeras italianas y españolas1. Esta especie está ligada a la temperatura y salinidad de las aguas, encontrándose en aguas costeras y estuarias, en los sedimentos, plancton, peces, crustáceos y moluscos, pero no en aguas dulces, mar abierto u océanos2. Una de las características tradicionales de esta especie relacionada con aislamientos humanos y enteropatogenicidad es su capacidad de producción de una hemolisina termoestable directa (fenómeno de Kanagawa). A esta característica se ha sumado recientemente la producción de una ureasa detectada en cepas de esta especie aisladas en la costa oeste de los EE.UU. y México3, característica que puede predecir la potencial patogenicidad de esta especie bacteriana4.

Presentamos un caso de gastroenteritis aguda por V. parahaemolyticus, Kanagawa positivo, ureasa positivo en una paciente inmunocomprometida, tras la ingestión de un langostino en el transcurso de una celebración familiar.  

Mujer de 74 años de edad, con antecedentes de parkinsonismo, síndrome de Sjögren, hemitiroidectomía y gastritis atrófica, diagnosticada en mayo de 1993 de linfoma extraganglionar de parótida derecha, de bajo grado de malignidad, estadio I-A. La paciente recibió, tras exéresis quirúrgica, tratamiento radiante sobre el lecho tumoral y la cadena ganglionar cervicosupraclavicular derecha. A los 6 meses del diagnóstico la paciente presentó recidiva ganglionar inguinal derecha, estadio III-A. Fue tratada con mitoxantrone-prednimustina. Dos años más tarde se objetivó una nueva recidiva en la glándula lagrimal y en la parótida izquierdas, administrándose radioterapia sobre ambas localizaciones. Año y medio después se evidenció nueva situación de recidiva de su linfoma con afectación laterocervical derecha y retroperitoneal masiva; en esta ocasión, la paciente recibió quimioterapia con tres tandas de ciclofosfamida, adriamicina, vincristina y prednisona (CHOP) y una de fludarabina-mitoxantrone-dexametasona, que provocó una situación de agranulocitosis prolongada que ocasionó numerosos episodios infecciosos de los que se recuperó tras la administración de la antibioterapia adecuada, según antiobiograma, y factores de crecimiento (G-CSF). En junio de 1998 reingresó por presentar un cuadro de 2 días de evolución de hipertermia (hasta 38,7 °C), diarrea de 6-8 deposiciones líquidas, algunas de ellas con mucosidad aparente y deterioro del estado general con anorexia y adinamia intensas. Entre los antecedentes constaba que la paciente había participado en una comida familiar un día antes de comenzar la sintomatología. Se solicitó la realización de hemocultivos y coprocultivos. Tras la instauración de antibioterapia empírica con ciprofloxacino el cuadro evolucionó favorablemente.

En los coprocultivos se obtuvo el crecimiento, a las 24 h, de una colonia lactosa negativa en agar Hektoen que también creció en el agar CIN y que fue identificada como V. parahaemolyticus. No se detectó la presencia de otros enteropatógenos (Salmonella, Shigella, Campylobacter, Yersinia, Aeromonas) ni de Cryptosporidium. Los hemocultivos realizados fueron negativos. Las heces se procesaron según métodos convencionales, debiendo señalar que en la rutina no se incluye ningún medio específico para aislamiento de vibrios. La colonia aislada presentaba hemólisis, era oxidasa positiva, crecía en agar TCBS formando colonias de color verde, y acidificaba la glucosa sin producción de gas. La tipificación bioquímica se realizó mediante la galería API 20E® (bioMérieux) inoculada con suero fisiológico (bionúmero 4056106), y con la tarjeta de identificación GNI+ del sistema VITEK® (bioMérieux) (bionúmero 6010300035). La presencia de ureasa se detectó por los dos sistemas comerciales utilizados, así como por el sistema convencional en tubo. La determinación de halotolerancia en caldo de peptona suplementado con concentraciones progresivas de cloruro sódico demostró crecimiento a las concentraciones del 1 y 3%, siendo negativo a las concentraciones del 8% y superiores. La demostración de la presencia de hemolisina (fenómeno de Kanagawa) se realizó en placas de agar Wagatsuma con eritrocitos O humanos, observándose la presencia de hemólisis tras incubación a 35 °C durante 48-72 h5. La determinación de la sensibilidad antibiótica se realizó mediante el método Bauer-Kirby y mediante determinación de la concentración mínima inhibitoria por el sistema de microdilución en placa Sensititre® (Rosco). La cepa era resistente a ampicilina y ticarcilina, y sensible a ß -lactámicos con inhibidores de ß -lactamasas, cefalosporinas de segunda, tercera y cuarta generación (a excepción de las cefalosporinas de primera generación y cefuroxima, que demostraron una sensibilidad intermedia), carbapenems, monobactámicos, aminoglucósidos, tetraciclina, quinolonas, trimetoprim/sulfametoxazol, cloramfenicol y fosfomicina. El crecimiento observado en los distintos medios entéricos se refleja en la tabla 1.

 

En nuestro país se describió en 1987 un caso de diarrea por V. parahaemolyticus asociado a consumo de ostras en un paciente inmunocompetente6. Poco tiempo después, en 1989, se comunicaron 12 casos detectados en un corto espacio de tiempo en la zona de Barcelona7,8.

La inespecifidad de la clínica de las gastroenteritis por V. parahaemolyticus condiciona que el diagnóstico se realice a través del cultivo de las heces, siendo de gran importancia los antecedentes epidemiológicos sobre los alimentos implicados en el desarrollo del cuadro6. Habitualmente, las gastroenteritis por V. parahemolyticus se autolimitan, no requiriendo tratamiento antibiótico. En el caso de nuestra paciente, el cuadro se resolvió sólo a partir de la instauración de la antibioterapia específica con ciprofloxacino.

En la patogenia de V. parahemolyticus interviene la producción de una hemolisina termoestable que actúa como una toxina formadora de poros en la membrana del eritrocito, permitiendo el paso de agua al interior, lo que provoca un incremento de la presión intracelular y, en consecuencia, la lisis de los eritrocitos9. Otro de los factores de virulencia recientemente descrito es la producción de una ureasa por parte de cepas de esta especie bacteriana. Los genes que codifican la producción de ureasa y los que codifican la hemolisina termoestable se distribuyen y localizan en zonas muy próximas del ADN cromosómico de las cepas patógenas de V. parahaemolyticus10. La cepa aislada en nuestro caso presentó las dos características: producción de hemolisina y presencia de ureasa, siendo este aislamiento el primero en nuestro país que pertenece a la nueva biovariedad.

Dado que esta bacteria crece en mayor o menor grado en la mayoría de los medios habituales, y debido a la escasa incidencia de aislamientos, no es necesario introducir medios especiales para su aislamiento, aunque sí es preciso realizar pruebas de oxidasa ante colonias sospechosas. Desde nuestra perspectiva, creemos que las gastroenteritis asociadas a V. parahaemolyticus son excepcionales, aunque consideramos que es necesario no olvidar este grupo de bacterias como agentes etiológicos de enteritis, sobre todo si se tiene en cuenta que la transmisión de este microorganismo parece realizarse exclusivamente por mediación de alimentos ­pescado crudo o poco cocinado­ y que dicho microorganismo no prolifera, pero sobrevive a 15 °C, pudiendo soportar durante muchos días temperaturas de ­34 °C y durante meses temperaturas de ­18 °C11.

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