Sr. Director: Entre las especies causantes de miasis está Dermatobia hominis o «moscardón de los humanos», moscas que alcanzan hasta 2 cm de tamaño. Se localiza en regiones tropicales de Sudamérica, desde México hasta Chile, donde la humedad y la temperatura son elevadas, habitando bosques y zonas costeras1. Los transportadores de huevos son fundamentalmente los dípteros, aunque también los ácaros pueden ejercer este papel. La hembra deposita los huevos en el abdomen de los mosquitos, que actúan de intermediarios al picar a los humanos o ganado. El factor determinante para la eclosión de la larva L1 es el calor, y penetran a través de la piel para llegar al tejido celular subcutáneo. Allí se alimentan del tejido circundante y suele alcanzar su maduración adulta entre 5 y 12 semanas, cuando alcanzan su maduración al llegar al estadio L3 la larva cae al suelo, se entierra para convertirse en pupa y finalmente en mosca, cerrando su ciclo2
Presentamos un paciente de 32 años sin antecedentes de interés que acudió a consulta por notar en costado izquierdo lesión indurada de color rojo que había aumentado de tamaño en las tres últimas semanas. En anamnesis dirigida afirmó haber viajado a Costa Rica cuatro semanas antes sin otros síntomas (fiebre, vómitos, diarrea). En la exploración se apreció un nódulo subcutáneo de color rojo-violáceo, indurado, con umbilicación central, que impresionaba como forúnculo secundario a picadura de insecto, sin supuración (fig. 1.). No apreciamos adenopatías. Se inició tratamiento con estreptoquinasa-estreptodornasa 20.000 Ul/5.000 UI cada 8 horas y mupirocina tópica cada 24 horas. Recomendamos calor local. A los 10 días acudió a Urgencias de nuestro Centro de Salud por abundante supuración del forúnculo, y cuando se presionó el mismo suavemente apreciamos una larva de 2 cm de largo y 1 cm de diámetro. Se le aplicó cura local y posterior profilaxis de sobreinfección bacteriana con amoxicilina 500 mg/8 horas. La larva se remitió al servicio de Microbiología que confirmó el diagnóstico: larva de Dermatobia hominis de 2 cm en forma de garrota (gusano macaco) en estado larvario L3. Presentaba dos ganchos bucales muy desarrollados y en los primeros segmentos abdominales dos espículas dirigidas hacia atrás.
Dermatobia hominis es una de las moscas causantes de miasis foruncular, que se caracteriza por la producción de lesiones similares a forúnculos bacterianos y que son importados. Existen otros tipos de miasis no importadas o autóctonas en las que destacamos miasis de las heridas, causadas por larvas de moscas que infectan las mimas3.
El diagnóstico se basa en la anamnesis, siendo fundamental el antecedente de viaje a zona tropical, y la exploración, sin que sea necesaria ninguna prueba complementaria salvo la confirmación microbiológica, aunque en países endémicos se ha empleado la ultrasonografía. El tratamiento en estadio L3 consiste en la aplicación de vaselina que obture el orificio por el que respira la larva, aunque otros autores han empleado tocino4. El empleo de la escisión quirúrgica en cruz y exéresis estaría indicada en estadio L2 por la diferencia de grosor entre la porción media anterior (esférica u ovalada, tres o cuatro veces más gruesa) y la media posterior (tubular, que ocupa el tubo dérmico por el que penetró la larva), aunque nos parece más adecuado esperar la maduración obturando el orificio respiratorio o en su caso la resolución espontánea5.
En los últimos años el incremento de los viajes a países tropicales trae consigo un aumento de casos de miasis, como se puede comprobar en la literatura1,3, y es de esperar que siga progresando. Consideramos que es factible e importante su diagnóstico en Atención Primaria, aunque es una patología poco frecuente, al ser su diagnóstico clínico y epidemiológico sin precisar pruebas complementarias, tan sólo confirmación microbiológica actualmente disponible en todos los Centros de Salud. Es importante aconsejar el empleo de repelentes a las personas que viajen a zonas tropicales para prevenir la picadura de insectos.
Nuestro agradecimiento a la doctora Carmen Regordan por su colaboración en el diagnóstico microbiológico y en la elaboración de esta carta.