Recientemente se ha publicado el estudio de Herruzo et al acerca del papel de la infección en la mortalidad del paciente quemado que ingresa en una unidad de cuidados intensivos (UCI)1.
Es muy interesante el enfoque del trabajo, que divide la cohorte global de 1.773 pacientes en 2 bloques, según la estancia sea superior o inferior a 10 días, y los resultados en cuanto a la tasa de mortalidad e infecciones, que son envidiables; pero habría que hacer algunas puntualizaciones.
Aunque la metodología del trabajo dice desarrollarse en una UCI, los pacientes que presentan no son necesariamente de cuidados intensivos, por el bajo porcentaje de superficie corporal quemada (11,1–23,1%), el uso de vía central (12–37%) o la necesidad de ventilación mecánica (2,4–11,8%). Esto hace que la tasa de mortalidad sea mucho menor de lo que cabría esperar para pacientes quemados de cuidados intensivos y que sea posible que en este tipo de pacientes las infecciones desempeñen un papel más importante respecto a la mortalidad.
No se ha analizado en el trabajo el papel de la insuficiencia renal aguda, asociada en el paciente quemado con la mortalidad, a pesar de que algunos trabajos recientes la consideran como un predictor importante de mortalidad2–4.
En el trabajo publicado por nuestro grupo, con pacientes más graves, ya sea por criterios de gran quemado, o con un alto porcentaje de afectación de la vía aérea, la mortalidad se elevó hasta el 40%2. En este trabajo, las infecciones por gérmenes no fermentadores, como el Acinetobacter, fueron también las que se encontraron más frecuentemente, como en el trabajo de Herruzo1, aunque no se relacionaron con una mayor mortalidad, sino con más morbilidad y estancia media.
Parece pues que, según qué estrato de gravedad de paciente quemado escojamos, el análisis estadístico de la mortalidad podrá verse influenciado por muchos factores, como la inadecuada estimación de la superficie corporal quemada, los parámetros de resucitación hídrica, el fallo renal, la nutrición o desnutrición, la ventilación mecánica prolongada o las infecciones.
Aun así, los que tratamos con pacientes quemados seguimos creyendo que los que fallecen lo hacen en los primeros 3–4 días por lesiones extensas o irrecuperables (fundamentalmente respiratorias), tras la tercera semana por una sepsis intratable, en el caso de un paciente ya inmunodeprimido, al menos por una estancia en la UCI prolongada y por un uso masivo de tratamiento con antibióticos de amplio espectro. Y esto es lo que refleja este trabajo, aunque con alguna puntualización metodológica.