Sr. Editor: La infección por el virus T linfotrópico humano tipo 1 (HTLV-1) presenta una distribución mundial, siendo su prevalencia elevada (> 1%) en el Caribe, sur de Japón y África central y occidental1. Aunque la infección por este virus puede permanecer asintomática durante muchos años, existe evidencia epidemiológica de su papel en la patogenia de cuatro entidades: la leucemia/linfoma T del adulto, la paraparesia espástica tropical, la dermatitis infecciosa y la uveítis asociada a HTLV-11,2. Además de estas enfermedades ligadas directamente a la infección vírica, las alteraciones inmunológicas inducidas por el HTLV-1 facilitan el desarrollo de un síndrome de hiperinfección por Strongyloides stercoralis3.
Desde 1990 se constituyó en España un grupo de estudio de las infecciones por HTLV-1/2, y recientemente se han publicado en esta revista los últimos resultados4. Entre los datos más interesantes del estudio destacan la estabilidad en el número de casos, el predominio en población inmigrante y la baja diseminación de la infección a colectivos diferentes de las poblaciones de riesgo4.
Sin embargo, la prevalencia real de la infección por HTLV-1 en población inmigrante en España no es bien conocida. Entre los factores limitantes se encuentran el prolongado período de latencia de la infección por HTLV-1, el relativamente corto lapso de tiempo en el que la población inmigrante ha aumentado de forma exponencial en España (10 años) y el potencial sesgo de los estudios centrados en hospitales5 o en centros específicos6. Por ello, nuestro grupo de trabajo, dentro de un estudio más amplio de infecciones importadas en población inmigrante subsahariana7, ha realizado una evaluación de la prevalencia de infección por HTLV-1 en este colectivo.
Para ello, se estudió la presencia de anticuerpos frente a HTLV-1 en una muestra de sueros obtenidos de 101 inmigrantes adultos subsaharianos recién llegados (menos de 6 meses) a las islas Canarias. Todos los sujetos estaban asintomáticos en el momento del estudio y en ningún caso existían prácticas de riesgo evidentes (empleo de drogas por vía parenteral, transfusiones o trasplantes). En todos los casos se efectuó simultáneamente un estudio serológico para la determinación de infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), virus de la hepatitis B (VHB) y C (VHC).
Inicialmente se utilizó un enzimoinmunoanálisis (EIA) para la detección de anticuerpos frente a HTLV-1/2 (ABBOTT HTLV-I/HTLV-II EIA, Abbott). Las muestras repetidamente reactivas por EIA se analizaron mediante un inmunoblot en tira, para confirmar la presencia de anticuerpos frente al HTLV-1 y/o HTLV-2 (INNO-LIATM HTLV I/II, Innogenetics N.V.). En ambos casos se siguieron las directrices del fabricante para la interpretación de los resultados.
La mayor parte de los inmigrantes procedía de Nigeria (34) y Sierra Leona (24), y el origen del resto era el siguiente: Ghana (13), Malí (9), Camerún (7), Congo (6), Gambia (3), Guinea (2), Benin (1) y Costa de Marfil (1). La edad media de los sujetos estudiados era de 24 años (SD ± 5), y en su mayoría se trataba de varones (83,2%).
De las 101 muestras de suero analizadas para HTLV mediante EIA, cuatro resultaron reactivas y sólo una se confirmó positiva para HTLV-1 mediante inmunoblot, sin que se observara ningún caso de infección por HTLV-2. Por otra parte, se detectaron nueve sujetos infectados por VHB (8,9%), uno por VHC (1%) y cinco por VIH (4,9%). Existía una asociación estadística (p = 0,01 con el test exacto de Fisher) entre la positividad del EIA y la coinfección por VIH, pero no con la edad, sexo, infección por VHB, VHC u origen concreto. El paciente con resultado positivo en el inmunoblot era un varón natural de Nigeria sin historia de consumo de drogas ni coinfección por el VIH, VHB o VHC.
Los datos de nuestro estudio confirman la baja prevalencia de infección por HTLV-1 en inmigrantes subsaharianos recién llegados (0,96%), similar a la señalada por otros autores en España5,6 y otros países mediterráneos8. Por ello, y teniendo en cuenta que no existe un tratamiento útil para esta infección, parece poco eficiente la inclusión de un estudio serológico de HTLV-1 en el cribado de población inmigrante subsahariana asintomática.
Sin embargo, parece conveniente la inclusión de esta determinación, en esta población, en varias situaciones concretas2,9: a) donantes de trasplante de órgano sólido, en quienes se ha descrito el desarrollo precoz de enfermedad asociada a la infección por HTLV-1 en el receptor; b) donantes de sangre, evitando la propagación de la infección, y c) embarazadas, debido al riesgo de transmisión de la enfermedad durante la lactancia.
Además, nos parece interesante señalar que, en presencia de eosinofilia críptica, frecuente en el inmigrante subsahariano10, existe la posibilidad de una infección por Strongyloides stercoralis. En este contexto, la coinfección por HTLV-1 supone un riesgo para el desarrollo de formas diseminadas, por lo que el estudio serólogico puede tener utilidad en el seguimiento y/o tratamiento empírico de estos pacientes.