Hemos leído con interés, por su utilidad en las competencias analíticas de Microbiología Clínica, la revisión publicada por Fernández-Rodríguez et al.1 titulada «Análisis microbiológico post mortem». Al hilo de la misma, querríamos expresar algunas puntualizaciones. La significación microbiológica en la analítica post mortem es clave para el análisis y la emisión de informes microbiológicos realizados en el ámbito de una autopsia que además conllevan en ocasiones connotaciones legales. Existe escasa literatura de microbiología post mortem necesaria para una mejor comprensión de las enfermedades infecciosas a nivel patogénico y su papel como causantes de mortalidad2,3. Las utilidades de esta práctica microbiológica post mortem tienen la mayoría de las veces fines diagnósticos que ayudan a esclarecer la causa de la muerte. Otras veces son fines epidemiológicos o de investigación (infecciones nosocomiales, prevalencia de patógenos, resistencias antibióticas, racimos epidemiológicos…)4. A este respecto, el protocolo de la SEIMC dedicado a dicha analítica5 debe servir para unificar criterios a la hora de interpretar resultados y emitir informes post mortem. La mayoría de barreras (físicas, funcionales, etc.) dejan de ser eficaces durante el periodo preagónico y post mortem, permitiendo una diseminación microbiana parcial o total4. Estos procesos, aunque inevitables, pueden reducirse pero nunca eliminarse, y tampoco evaluar el grado de contaminación post mortem a partir del tiempo de conservación del cadáver. El mayor problema radica en la toma de muestras, y en menor medida en su transporte o en las técnicas microbiológicas. Aunque se postula que la toma de muestras no se debe retrasar más de 24h después de la muerte, la realidad hospitalaria hace que la toma de muestras se demore aún más desde el fallecimiento6. La sensibilidad de las técnicas moleculares ha supuesto numerosas ventajas para los laboratorios de Microbiología Clínica pero en absoluto mejoran la validez de muestras contaminadas en origen. Fernández-Rodríguez et al. se refieren a las técnicas moleculares como la piedra angular para el resurgimiento del protagonismo microbiológico en la analítica post mortem, aunque su referencia alude a la muerte súbita infantil. Hay que recordar que estas técnicas tienen problemas de contaminación o falsos positivos importantes. El fundamento de las técnicas moleculares es la detección de ácidos nucleicos, pero esta no es siempre indicativa de causalidad infecciosa, ya que no son capaces de distinguir entre genomas de microorganismos vivos y muertos7. Por tanto, los resultados deben ser considerados con mayor precaución incluso que los del cultivo. El cultivo únicamente debería ser valorado en un número limitado de casos, cuando el microorganismo pueda ser un verdadero indicador de infección4. El cultivo de muestras de bazo más la sangre del corazón por punción externa en las primeras 6h y LCR deben valorarse de la misma manera que ante mortem8,9. Algunos autores establecen que la presencia de bacterias de la microbiota como S.aureus, S.pneumoniae, E.coli, P.aeruginosa, S.pyogenes, S.agalactiae, N.meningitidis, H.influenzae, B.fragilis y C.albicans en sangre deben considerarse como verdaderos responsables de la infección10. Igualmente, el aislamiento de microorganismos patógenos que no pertenecen a la microbiota (L.monocytogenes, C.neofromans) hacen su aislamiento altamente significativo8. De igual forma, en el análisis virológico hay que descartar los virus que tienen portadores asintomáticos o excreción biológica prolongada en los que la detección del virus no indica infección viral activa. Las excepciones son VIH, HTLV, VHB, VHC, dengue, WNV y otros virus exóticos de excreción corta que se consideran responsables de infección y en los que el uso de técnicas moleculares ayuda, ya que es improbable encontrarlos como contaminantes11.
Discrepamos de la afirmación de los autores: «la aplicación del diagnóstico molecular ha hecho que el análisis microbiológico recupere su rol protagonista» y que la misma contribuya a solucionar los problemas de translocación bacteriana aportando más validez que el cultivo en el post mortem. La mayoría de laboratorios de Microbiología de los hospitales están dirigidos al análisis microbiológico en vivos, en los que la valoración y la interacción huésped-microorganismo es absolutamente distinta que en el análisis post mortem. Por ello, determinar la causa de muerte infecciosa no depende tanto de las técnicas empleadas sino de una actuación coordinada previamente pactada entre clínicos, microbiólogos y anatomopatólogos de cada hospital.
FinanciaciónLos autores no han recibido financiación.
Conflicto de interesesLos autores declaran que no tienen ningún conflicto de intereses.