Sr. Director: La introducción de distintos sistemas automatizados de medios líquidos no radiactivos ha supuesto un cambio en la metodología de trabajo en el diagnóstico microbiológico de las infecciones por micobacterias; esto ha originado un incremento del coste del proceso, tanto en tiempo de trabajo como en reactivos, por lo que se debe evaluar su verdadera utilidad para valorar su introducción en la rutina de trabajo.
Hemos realizado un estudio comparativo en 534 muestras no respiratorias entre el sistema ESP II (Difco) siguiendo las instrucciones del fabricante y dos medios sólidos (Lowenstein-Jensen y Coletsos, Biomedics) procesados según los procedimientos establecidos1. Tras realizar la tinción, se sembraba la misma cantidad de muestra en los tres medios de cultivo utilizados. La sangre se procesaba mediante el sistema de lisis-centrifugación en tubos Aisbact-A (Menarini).
Se han procesado 55 muestras de sangre, 193 líquidos pleurales, 70 líquidos cefalorraquídeos, 90 biopsias, 31 muestras de médula ósea y 95 muestras de distinta localización (abscesos, exudados de lesiones y líquidos de cavidades estériles). En 26 muestras (4,9%) se han aislado micobacterias en alguno de los medios sembrados, que se distribuyen en: una muestra en sangre (Mycobacterium tuberculosis), 12 líquidos pleurales (M. tuberculosis), 3 médulas óseas (M. avium), 6 biopsias (5 de M. tuberculosis, una de M. intracellulare) y 4 exudados de lesiones (una de M. gordonae y 3 de M. tuberculosis).
La comparación de distintos parámetros entre los dos sistemas diagnósticos se refleja en la tabla 1. Nuestros resultados demuestran que la utilización del sistema ESP II mejora la recuperación de aislados de micobacterias y acorta el tiempo de aislamiento de las muestras paucibacilares que hemos procesado.
Tortoli et al compararon el sistema ESP II con el medio de Löwenstein-Jensen y el BACTEC 460TB en 1.049 muestras extrarrespiratorias; aislaron 29 cepas por los dos sistemas líquidos, mientras que sólo aislaron 23 en el medio sólido; también disminuyó el tiempo de recuperación, pasando de 28 a 18 días2. Tholcken et al realizaron un estudio comparativo entre el ESP II y agar Middlebrook 7H11 en muestras de sangre; mediante el ESP II se recuperaron el 90,4% de las micobacterias aisladas y mediante el medio sólido se recuperaron sólo el 82,2%; el tiempo de recuperación disminuyó de 19 a 15,6 días3. Woods et al realizaron otro estudio compartivo en 2.283 muestras (29,3% de muestras extrarrespiratorias) entre el ESP II, el BACTEC 460 TB y el agar Middlebrook 7H11 y obtuvieron el aislamiento del 87, 81 y 65% de las cepas, respectivamente, recuperándose más cepas del complejo M. avium complex por el sistema ESP II (p < 0,05)4.
Aunque nosotros no hemos detectado ningún caso de Mycobacterium xenopi en las muestras líquidas procesadas con ninguno de los medios empleados, la recuperación de este microorganismo en el sistema ESP II ha demostrado datos discrepantes, ya que Tortoli et al señalan que el sistema no detectó ninguna de las 13 cepas detectadas por otros medios2, mientras que Lombardi et al aislaron 9 de 13 cepas de M. xenopi por este sistema5.
Tanto en nuestros datos como los aportados por otros autores ponen de manifiesto que los medios líquidos mejoran el número de cepas recuperadas y el tiempo de recuperación.
Los estudios comparativos entre este sistema y el BACTEC 460TB muestran escasas diferencias entre ellos en el aislamiento de la mayoría de las micobacterias, excepto la recuperación de M. avium, que mejora con el sistema ESP II4. Nosotros no detectamos incremento en la recuperación de M. avium respecto a los medios sólidos que utilizamos, debido probablemente al tipo de muestras procesadas y al escaso número de cepas aisladas de esta especie.
La introducción de un medio líquido en el aislamiento de micobacterias a partir de muestras clínicas mejora el diagnóstico de la tuberculosis; sin embargo, aumenta el coste (se incrementan significativamente el tiempo necesario para el procesamiento de cada muestra y el gasto debido a que su precio es mucho más elevado que el de los medios sólidos). También el riesgo de aerosoles que presentan estos medios hace que se deban poner a punto y cumplir estrictamente todas las medidas de seguridad necesarias para trabajar con micobacterias. Estos dos parámetros deben evaluarse a la hora de decidir su introducción en la práctica clínica.