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Vol. 40. Núm. 6.
Páginas 344-345 (junio - julio 2022)
Vol. 40. Núm. 6.
Páginas 344-345 (junio - julio 2022)
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Réplica a «Brote de sarampión-modificado en personal sanitario tras exposición a un caso de sarampión clásico»
Reply to “Modified measles outbreak in vaccinated healthcare workers exposed to primary measles case”
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Juan Carlos Sanza,b,
Autor para correspondencia
juan.sanz@salud.madrid.org

Autor para correspondencia.
, Belén Ramosa, Mayte Pérez-Olmedac, Aurora Fernández-Garcíab,c
a Laboratorio Regional de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Dirección General de Salud Pública, Consejería de Sanidad Comunidad de Madrid, Madrid, España
b Consorcio de Investigación Biomédica de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), España
c Laboratorio de Referencia e Investigación en Enfermedades Víricas Inmunoprevenibles, Centro Nacional de Microbiología, Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España
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Sr. Editor:

Actualmente, la identificación del ARN vírico mediante técnicas de RT-PCR es un procedimiento básico en la vigilancia del sarampión. Estas técnicas posibilitan la realización de análisis del genoma del virus, que resultan muy interesantes con fines epidemiológicos. No obstante, la serología conserva un papel esencial que complementa a los estudios moleculares, y que puede aportar información adicional respecto a determinados aspectos inmunológicos del paciente. La determinación de IgM específica ha sido clásicamente considerada una marca diagnóstica en la infección por el virus del sarampión, y recomendada como un criterio de confirmación de casos. Sin embargo, en poblaciones con altas coberturas de vacunación, y según la incidencia de la infección se reduce, su valor predictivo positivo disminuye, pudiendo aparecer resultados falsos positivos1. Por el contrario, su sensibilidad decae en personas previamente vacunadas, que contraen la infección natural, cuando desciende su inmunoprotección2. La investigación de IgG específica también resulta de elevado interés. Permite valorar posibles seroconversiones, así como exposiciones previas al virus (tanto vacunal como salvaje). El estudio presentado por Navalpotro et al.3 es un excelente ejemplo de la aplicación de la detección de IgG y de la determinación de su índice de avidez para la valoración de casos de sarampión en personas anteriormente vacunadas. Esta estrategia ha sido propuesta por otros autores4. En la serie de 9 casos secundarios, todos eran trabajadores sanitarios y 7 de ellos contaban con antecedentes confirmados de vacunación (5 con 2 o más dosis). Los 2 restantes no disponían de datos en el registro vacunal3. Sin embargo, de acuerdo con su edad, habrían sido muy probablemente también inmunizados. Los trabajadores de los centros asistenciales, debido a su actividad, presentan más riesgo para la infección o reinfección por agentes contagiosos por vía inter-personal como el sarampión. Este tipo de brotes de sarampión, en sanitarios vacunados, se dan ocasionalmente y suelen presentar características similares a las descritas: clínica leve y ausencia de IgM sérica en la mayoría de los casos5. Existen 2 tipos de fallo vacunal: primario y secundario6. El fallo primario ocurre cuando el sujeto no desarrolla una respuesta humoral tras la inmunización. Este tipo de fallo puede deberse a diferentes causas de origen inmunológico (tales como inmadurez del sistema inmune o interferencia con anticuerpos maternos en lactantes) o relacionadas con la vacuna (alteraciones en el preparado administrado o rotura de la cadena de frío). No obstante, también existen determinantes del propio individuo asociados con polimorfismos genéticos que lo propician7. El fallo vacunal secundario ocurre cuando el paciente sí desarrolla anticuerpos con la vacuna, pero estos carecen de actividad protectora para la cepa salvaje. En los fallos vacunales secundarios el tipo de respuesta inmune es típicamente de refuerzo con incrementos rápidos y a niveles elevados de IgG específica de alta avidez. No obstante, no hay un punto de corte en los títulos de IgG claramente establecido que permita identificar este fallo vacunal y, por tanto, la detección de ARN vírico es el método de elección para el diagnóstico de estos casos. Por este motivo resulta importante incidir en la necesidad de tomar las muestras adecuadas tanto para serología como para la detección molecular en el primer contacto con el paciente8. En los 9 casos presentados3, la cuantificación de IgG correspondiente a la determinación serológica previa al contacto con el caso índice estaba por debajo del nivel de positividad recomendado para la técnica empleada (<200mUI/ml). Este hecho pudiera indicar una situación de declive de la inmunidad tras la vacunación (fenómeno conocido como «waning immunity» en la bibliografía en inglés). Se estima que, para evitar la aparición de brotes de sarampión, los porcentajes de vacunación con 2 dosis deben ser superiores al 95%9. A diferencia de otros países europeos, España muestra evidencias de haber eliminado la transmisión del sarampión autóctono. Sin embargo, según el último estudio de seroprevalencia realizado en España entre mayo de 2017 y mayo de 2018, la proporción de personas vacunadas con 2 dosis de vacuna triple vírica nacidas entre 1987-1992 (25-30 años en el momento de la realización de la encuesta) puede estimarse solo en el 82,3%. En este estudio, los porcentajes de seropositividad de IgG fueron inferiores al 95% en personas de 10 a 39 años10. Convendría señalar que, dado que el concepto de fallo vacunal secundario conlleva la posibilidad de existencia de anticuerpos no protectores, el término seropositividad no debería asumirse en sentido estricto como seroprotección. Esto indica que la ocurrencia de brotes ocasionales a partir de casos importados constituye un peligro real en nuestro medio. En estas situaciones, como se recomienda en el trabajo a propósito del cual se ha elaborado este texto3, resulta interesante, además de la confirmación de los casos, valorar su situación inmunitaria e investigar la posible ocurrencia de fracasos vacunales.

Financiación

Los autores declaran no haber tenido ninguna fuente de financiación para la elaboración de este documento.

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