Nos ha parecido muy interesante el caso clínico publicado en la revista Enfermería Intensiva por Nafría- Soria et al.1 sobre la rabdomiólisis en un paciente con enfermedad de McArdle (EM). Agradecemos a los autores la buena disposición personal en un aspecto que consideramos tan importante para la profesión enfermera, como es el empleo de la metodología científica en la práctica asistencial. Con relación a dicho caso, querríamos realizar una serie de consideraciones y aportar ideas sobre esta cuestión clínica.
Para llevar a cabo el método científico, las enfermeras hemos desarrollado un lenguaje específico y común para designar todo lo que hacemos en nuestra práctica diaria2. Tomando como referencia a otra profesión paralela a la nuestra, esto es los médicos, no creo que identifiquen diagnósticos sin tener en cuenta la causa certera y específica de dichos problemas, ya que deberán actuar sobre ella para tratar de dar solución al problema. No podrá ser indiferente una u otra causa, sino que habrá que delimitar exactamente la correcta.
Volviendo al caso que nos ocupa, metodológicamente se podría optar por una valoración focalizada (VF) en las áreas que han de ser más vigiladas por la afectación de la enfermedad, evitando la valoración irrelevante. Se omiten datos importantes sobre su hipotiroidismo y cómo afecta a su estado clínico, así como la información sobre el concepto y manejo que tiene el paciente sobre su enfermedad. Nos extraña que siendo un compañero de profesión diagnosticado hace 20 años de EM, no entienda su proceso y sepa convivir con él, ya que, realiza ejercicios físicos incompatibles, cuestión que debería saber para evitar complicaciones.
Según Carpenito-Moyet3 ninguno de los diagnósticos enfermeros (DdE) expuesto en el caso1 lo son. No se pueden relacionar los DdE con problemas médicos ya que la enfermera no es autónoma para solventarlos sin la correspondiente autorización de un facultativo para aplicar los tratamientos y las técnicas prescritas (¿qué nivel de autonomía tiene una enfermera para paliar el dolor de esta índole o cómo puede solventar un fallo renal agudo si no es con la ayuda de fluidoterapia y fármacos que prescribe otro profesional?). Por tanto, basándonos en evidencias científicas, son todos problemas de colaboración o interdependientes3.
Existen varias explicaciones al respecto: una, la taxonomía NANDA2 contiene ciertas etiquetas sobre conceptos diagnósticos que pueden inducir a una utilización imprecisa, sin una VF que pueda diferenciarlo de un síntoma, problema médico o un tratamiento médico. Dos, las enfermeras de la práctica clínica avanzada de otros países donde se ha desarrollado la taxonomía, tienen competencias para diagnosticar y tratar problemas de salud distintas a las que pueden acometer otras enfermeras en nuestro país4, por lo que no todos los diagnósticos son factibles para cualquier enfermera en cualquier contexto.
Un posible DdE en el paciente con esta enfermedad crónica, es la Gestión ineficaz de la propia salud (00162)2; a pesar de ser enfermero no está nada claro el nivel de control que tiene sobre su enfermedad, puesto que no se ha registrado nada al respecto. Así mismo habrá que suplir la satisfacción de ciertas necesidades debido a su situación aguda, en la que intuimos que el médico habrá pautado reposo y no será autónomo para hacerlo.
A modo de reflexión, lo primero son las bases metodológicas y después todas las clasificaciones o taxonomías existentes, pero todo ello unido al pensamiento crítico y guiado por el conocimiento y, por supuesto, por el sentido común. Un DdE es un juicio clínico, esto es, un proceso mental complejo que va más allá del simple enunciado de una deficiencia que observamos en el paciente/cliente.
