Felicitar a los autores1 por la publicación en Revista Enfermería intensiva del caso clínico y su correspondiente tratamiento con dispositivo de asistencia ventricular izquierda, y suscitar un debate constructivo siempre positivo para nuestro desarrollo profesional. Sin embargo, se han detectado ciertas imprecisiones metodológicas que de no ser aclaradas pueden incurrir en errores en la práctica clínica y en asunción de cometidos no propios de nuestra profesión.
Los autores desarrollan un caso clínico mediante taxonomía NANDA I, y los diagnósticos de enfermería (DXE) referidos en el texto son problemas de colaboración y no DXE. Según la definición aceptada por la NANDA I2: «un DXE es un juicio clínico sobre la respuesta de una persona, familia o comunidad a procesos vitales/problemas de salud reales o potenciales que proporciona la base de la terapia para el logro de los objetivos de los que la enfermera es responsable». La paciente se encuentra bajo sedoanalgesia e intubación orotraqueal, por tanto, los DXE que aparecen en el manuscrito no tienen fundamento en la situación que describen, ya que no presenta comunicación verbal que los sustente. Ninguno de estos juicios clínicos lo son, primero porque no podemos resolver una disminución del gasto cardíaco o un deterioro de la ventilación espontánea si el facultativo no pauta una serie de medidas a adoptar y que la enfermera debe llevar a cabo, puesto que no somos autónomas en este aspecto. Por otro lado, no se pueden relacionar los diagnósticos de riesgo con problemas o tratamientos médicos, ya que si no eliminamos la fuente de riesgo el problema seguirá existiendo, y nuevamente es el médico quien tiene autonomía para hacerlo3. Sería válido en esta situación el «riesgo de deterioro de la integridad cutánea»2 pero relacionado con la humedad, presión o fuerzas de cizallamiento que la paciente pudiese sufrir en su proceso de enfermedad, pero que si se llevaran a cabo las tareas propias de los problemas de autonomía pertinentes tampoco sería metodológicamente correcto.
Nos extraña también que no aporten datos sobre la familia, en busca de DXE dada la gravedad del caso.
Por último, nos llama la atención que la valoración sea por necesidades y prácticamente nula en ciertos sistemas relevantes para esta patología (sistema neurológico y hemodinámico) y que la única complicación potencial sea el estreñimiento, y más en una situación en la que las primeras 48-72 horas son cruciales. No podemos anteponer ésta a otras más importantes como son las arritmias, hipovolemia, fallo de ventrículo derecho o complicaciones derivadas del mal funcionamiento del dispositivo como el paro de bomba4.
Sí que habría que darle la importancia merecida al cuidado de la piel para evitar la aparición de úlceras por presión, ya que los autores lo nombran casi de manera anecdótica. Se trata la aparición del pie equino, pero en ningún momento hacen referencia a la alternancia de presiones en zonas proclives. Usan el pañal por precaución, aunque no estaría indicado ya que produce exceso de humedad en la zonas perineal y sacra y aunque es más que evidente que no se le pueden hacer lateralizaciones con el tórax abierto, se podrían aliviar presiones durante la higiene, ya que a estos pacientes críticos se les asea en bandeja, momento adecuado para inspeccionar y valorar la zona.
Para concluir, de nada nos sirve usar un modelo o marco teórico específico si no tenemos claro hasta dónde llega nuestro campo de acción y cuáles son nuestras competencias. Se deberían clarificar términos, unificar criterios y pautas de actuación para conseguir los objetivos propuestos y trabajar todos en una misma dirección evitando la duplicidad de tareas y la concesión de competencias no propias.