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Vol. 47.
Páginas 121-153 (enero - junio 2014)
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El intento de regreso de Huerta en 1915 y su relación con el reconocimiento de Estados Unidos a Carranza
Huerta’s attempt to return in 1915 and its relationship with the US recognition to Carranza
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Erik Del Ángel Landeros**
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El artículo se centra en el intento de Victoriano Huerta de regresar al poder en México en 1915 y las repercusiones que tuvo en el reconocimiento de Estados Unidos (EUA) a Carranza. Los dos objetivos principales del artículo son: conocer con mayor profundidad el movimiento que Huerta, junto con sus aliados internacionales y nacionales, realizó en EUA para tratar de regresar a México; y por otra parte, dar cuenta de la influencia y la relación que este movimiento tuvo en el reconocimiento que Washington otorgó al constitucionalismo en 1915.

Palabras clave:
Victoriano Huerta
Estados Unidos
Venustiano Carranza
desterrados
Alemania
Key words:
Victoriano Huerta
United States
Venustiano Carranza
exiles
Germany
Abstract

The article focuses on the Victoriano Huerta attempt of returned to power in Mexico in 1915, and the impact it had on United States (US) recognition to Carranza. The two main objectives of the paper are: primarily, further knowledge of the Huerta’s movement, along with their international and national partners, conducted in the US to try to return to Mexico, and on the other hand, known the influence and relationship this movement had on the recognition that Washington gave to constitutionalism in 1915.

Texto completo
Introducción

Este trabajo se enfoca en el intento de Victoriano Huerta de recuperar el poder en México en 1915 y la influencia de este hecho en el reconocimiento de facto de los Estados Unidos de América (EUA) al gobierno de Carranza durante el mismo año. En este artículo no se busca abordar a Huerta como tal ni centrase en lo que se conoce como el huertismo; sin embargo, se recuperan elementos del inicio de su gobierno en 1913, apenas con el propósito de entender la alianza que Huerta quiso formar dos años después para retomar el poder.

Los dos objetivos principales de este artículo son, por una parte, dar a conocer con mayor profundidad el movimiento que Huerta realizó en EUA junto a sus aliados internacionales y nacionales al intentar volver a México; y, porotra, dar cuenta de la influencia y la relación que este movimiento tuvo en el reconocimiento que Washington otorgó al constitucionalismo en 1915.

En este sentido, el presente trabajo aborda un tema poco conocido en el que se entrelazan la historia interna y las relaciones internacionales de nuestro país. Al mismo tiempo, muestra la delgada línea que hay entre lo nacional y lo internacional.

Resulta fundamental profundizar en el conocimiento de la operación que Huerta y su movimiento realizaron en EUA durante los tres meses que éste duró (abril-junio), ya que a la fecha no hay un estudio que relate puntualmente quiénes participaron en este intento de regreso, cómo lo hicieron, cuáles fueron sus tareas y funciones, así como en qué puntos de EUA las realizaron. El artículo que hasta la fecha había otorgado mayor información sobre este entramado huertista es el de George Rausch.1

Así como en 1913, en 1915 Huerta intentó realizar una coalición amplia y diversa, esta vez con la intención de retomar el poder en México desde el extranjero. Logró reunir a sectores de dos grupos representativos que lo habían acompañado en su gobierno: el porfirismo y el orozquismo. El primero, representado por una alianza con Enrique Creel, y el segundo, concertado entre el general (Huerta) y Pascual Orozco. Además del respaldo de éstos, se sumaron federales exiliados en EUA y el apoyo material del Imperio Alemán, que pretendía utilizar a Huerta para desestabilizar a la Unión Americana en el contexto de la Primera Guerra Mundial.

Ese año también se caracterizó por el enfrentamiento enconado entre las facciones que disputaban el poder en el país, al cual se sumó el huertismo que, desde el exterior, trataba de reingresar a la disputa en México. A diferencia de las facciones, los huertistas tenían el propósito de acabar con la Revolución mexicana y restaurar el régimen de Victoriano Huerta, el cual compartía algunas características con el de Porfirio Díaz.

Por otra parte, la Gran Guerra había comenzado en 1914. Alemania enfrentaba a Gran Bretaña, Francia y Rusia; Estados Unidos se había declarado neutral; sin embargo, abastecía de materias primas y de pertrechos militares a los Aliados de la Entente. Esta actividad y la posible participación estadounidense en la guerra al lado de la Entente motivaron a Alemania a tratar de inhibir esta posibilidad. La estrategia teutona operó en varios frentes. Uno de ellos fue la guerra submarina, iniciada el 7 de mayo de 1915 mediante el hundimiento del Lusitania.2 Con esta acción, Alemania pretendía cerrar el océano Atlántico a los materiales bélicos que sus rivales recibían de Estados Unidos. Otro intento fue el desestabilizar al gobierno de Washington desde el interior de este país, auspiciando grupos pro germánicos y boicots contra las industrias que exportaban a Europa. También, pretendió distraer a Estados Unidos con los asuntos de México al promover un escenario para una posible invasión, lo cual coincidió con la intención de Huerta de recuperar el mando de México.

Así, la incursión que Huerta intentaba en el país y la posible desestabilización que esto produciría obligarían a EUA a intervenir en México, lo que tendría repercusiones en la exportación estadounidense de armas y materias primas a los Aliados, ya que los esfuerzos bélicos se centrarían en nuestro país y no en Europa. Además, se cancelaría con ello la posibilidad de que la Casa Blanca se inclinara por participar directamente en la guerra. Por tanto, el Imperio Alemán decidió financiar a Huerta y a su movimiento.

La respuesta de EUA se hizo patente en diversas medidas. La más importante, a la postre, fue su entrada a la guerra al lado de los Aliados. Respecto a México, capturaron a Huerta junto con algunos de sus partidarios y persiguieron de manera más generalizada a los desterrados de la revolución que radicaban en los Estados Unidos.3

Cabe destacar que varios documentos encontrados en archivos de México no habían sido utilizados en los escasos trabajos que existen sobre este tema. Tal vez este último vacío se debe a la poca atención prestada por la historiografía mexicana a la figura de Victoriano Huerta, dada la estigmatización de dicho personaje. No obstante, en este trabajo se agregan fuentes no consultadas anteriormente, con lo cual se aporta información que contribuye a una explicación más integral y acabada de los citados hechos, de manera que este artículo se sustenta en bibliografía existente; pero especialmente en la documentación de archivos como el Histórico Diplomático Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores; el Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional; el del Centro de Estudios de Historia de México Carso, y el Archivo Isidro Fabela. Así también, fueron consultados los Archivos Nacionales de Estados Unidos de América, diarios de México y del extranjero, así como memorias de algunos desterrados de la Revolución mexicana, con el propósito de complementar los documentos gubernamentales consultados.

El movimiento de Huerta para regresar a México

Como se señaló anteriormente, a Huerta se le presentó nuevamente la posibilidad de reconstruir parte de la alianza que lo había llevado al poder en 1913; esta vez con el apoyo alemán4 y el de los porfiristas. Autores como Friedrich Katz califican a Huerta como “astuto y hábil”;5 sin lugar a dudas, requirió de estos atributos para ponerse al frente de la conspiración de 1913 contra Francisco I. Madero. Huerta había sacado provecho al ser encargado de la seguridad del presidente Madero y de la capital del país. Con oportunismo y sagacidad se impuso a la pretensión de Félix Díaz de encabezar la primera magistratura del país y convenció al embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, para que fuera él quien ocupara en primer momento la presidencia y no Díaz. A pesar de no haber sido precisamente una figura política y militar muy destacada antes de 1913, el olfato político de Huerta fue patente al buscar no menos de lo que se creía merecedor: el cargo más importante de poder en México.6 Al lograr su objetivo y asumir la presidencia buscó consolidar su gobierno. Este fin lo llevó a articular una coalición amplia y heterogénea que inició su gestación desde la Decena Trágica. Gran parte de los porfiristas se unieron a él por considerarlo como el posible restaurador de muchas de las condiciones del Antiguo Régimen. Los felicistas fueron numerosos en su gobierno como producto del Pacto de la Embajada entre Díaz y Huerta. También la alianza entre el nuevo presidente y Pascual Orozco fue de gran importancia para apoyar militarmente al régimen en el norte del país y legitimarlo. Huerta procuró formar un ejército fuerte que fuera su principal y leal soporte. Este gobierno fue fruto de una unión pragmática que estuvo integrada por los enemigos de los revolucionarios, quienes mayoritariamente aspiraban al retorno de los beneficios que existían en el Porfiriato.

Más tarde el mandato de Huerta se resquebrajó mientras algunos de los sectores que lo apoyaron originalmente lo abandonaron y las facciones contrarias avanzaban en el terreno militar. El huertismo tuvo que abandonar el poder en 1914 y exiliarse, mayoritariamente en EUA, algunos otros de sus miembros en Centroamérica, el Caribe y Europa.

En febrero de 1915 Victoriano Huerta recibió en Barcelona (lugar donde estaba exiliado) dos visitas fundamentales que lo convencieron de viajar a Nueva York para organizar un movimiento cuyo objetivo era retornar al poder en México.7 La primera fue la del comisionado por la división de inteligencia del Estado Mayor alemán, Franz von Rintelen, quien le ofreció apoyo financiero para regresar al escenario armado en nuestro país. La segunda visita, apenas unas semanas después, la hizo el exgobernador de Chihuahua y exsecretario de Relaciones Exteriores de Porfirio Díaz, Enrique C. Creel, planteándole la necesidad de un grupo de exiliados de la Revolución mexicana en Estados Unidos, de contar con un líder capaz de organizar un movimiento que intentara regresarlos a México.8

Posteriormente, Victoriano Huerta y algunos partidarios salieron de Cádiz entre el 29 y 30 de marzo en el buque de vapor Antonio López.9 El 12 de abril en Nueva York, junto con Huerta, se encontraban José Delgado, Creel y Abraham Ratner, “un judío dedicado al negocio de armas en Nueva York”, quien se encargó de aprovisionar parte de la artillería y pertrechos al movimiento huertistaen EUA. Ratner también era dueño de la Tampico News Company, empresa que importó máquinas para la fabricación de armas.10

La vigilancia de las autoridades estadounidenses no inhibió la presencia constante de Huerta en los medios impresos de aquel país ni la rápida comunicación que éste entabló con los exiliados. Para el 21 de abril se estimaba que Huerta había enviado, en un solo día, entre 20 y 25 telegramas a varias personas en San Antonio.11 Respecto a la prensa, Huerta declaró el 15 de abril en Nueva York: “México será salvado por un mexicano, por un mexicano fuerte”.12 Días después, el 25 de abril, el New York America publicó una amplia entrevista con Victoriano Huerta, de la cual se destacan importantes pasajes que ilustran el proyecto que tenía para México:

Si los Estados Unidos se informaran por sí mismos de la verdadera situación de las condiciones en México y le prestaran su ayuda moral a un hombre fuerte, el problema de México podría solucionarse en el término de seis meses […]. México hoy en día necesita ser gobernado por la mano firme de un individuo que carezca de egoísmo, llámesele dictador, si se quiere, y una vez que la anarquía se haya dominado, entonces será el debido tiempo para hablar de un gobierno popular y representativo […]. El pueblo de México […] desea la paz, y la pro tección de aquellos la impartirá un hombre fuerte, puede otorgarles y a la vez barrer el elemento criminal fuera de México en tan sólo unos meses. La paz puede renacer por medio de una especie de dictadura.13

Es claro que Huerta quería restablecer en México el orden y la “disciplina” existentes durante su gobierno. No es difícil leer entre líneas que el hombre fuerte al que se refería Victoriano Huerta era él mismo. Por ende, el perfil de las personas que junto con él debían encabezar esta misión sería el de hombres que no tuvieran en mente elecciones, sino la pacificación y que además fueran capaces de “barrer” la criminalidad (en clara referencia a la Revolución mexicana). Por ello, no es de extrañar que la mayoría de los exiliados que se le unieron fueran primeramente exfederales, quienes se convertirían, probablemente, en el sector más leal a Huerta. Durante su mandato, éste aumentó al doble el salario de los militares, auspició el ascenso vertiginoso de muchos mandos castrenses y creó nuevos grados militares.14 También incrementó exponencialmente la cifra de efectivos del ejército que de 63569 pasó a 84 985 hombres.15

Más tarde, en agosto de 1914, una vez disuelto el régimen de Huerta, las deserciones militares y la reducción de tropas realizadas por las facciones revolucionarias provocaron que el número de integrantes del ejército se redujera a 38 600 hombres. La persecución que sufrieron los federales con la consecuente necesidad de huir, el encontrar un modo de volverse útiles y el regreso a sus privilegiadas condiciones de la mano de Huerta convirtieron a este sector en el principal soporte del expresidente mexicano cuando éste se encontraba en Estados Unidos.

Los exfederales que apoyaron a Huerta en Eua fueron los generales Francisco Olea, Enrique Gorostieta, Arroitia, Enrique González, José Delgado, Aureliano Blanquet, Ignacio Bravo, Luis Fuentes, Luis Medina Barrón, Alfonso Leyva, José Alessio Robles Alcocer, Vicente Calero, Víctor Huerta Bravo, Manuel Velázquez, Ruiz Téllez, Trías Castro, Benjamín Argumedo y Gustavo Salas. También lo apoyaron “rebeldes” y hombres de armas como Pascual Orozco, José Inés Salazar, Marcelo Caraveo, Emilio Campa y Francisco del Toro; algunos exporfiristas como Enrique Creel; y, por supuesto, huertistas leales como José María Lozano, Eduardo Tamariz, Manuel Garza Aldape, David de la Fuente, José María Luján, Miguel Barragán y Abelardo Treviño. A este último grupo se sumaron los exgobernadores militares Ignacio Alcocer, de Coahuila; Eduardo Cauz, de Veracruz; Juan Ochoa Ramos, de Michoacán, y Prisciliano Cortés, de Yucatán.16 Para determinar las redes e intereses que unían a este grupo, sería conveniente realizar un estudio prosopográfico a fondo de estos personajes, tarea que sobrepasa los objetivos y la intención de este artículo.

José María Lozano, secretario de Comunicaciones y de Instrucción Pública en tiempos de Huerta, se trasladó de La Habana (donde residía) a El Paso para participar en el movimiento.17 En mayo viajaron desde Europa allegados y exfuncionarios huertistas, entre ellos, Aureliano Blanquet, exsecretario de Guerra; Manuel Garza Aldape, quien había ocupado tres secretarías; David de la Fuente, exsecretario de Comunicaciones, y el español Mario Vitoria, exdirector del semanario ilustrado Multicolor.18 El peso militar y firme de la figura política de Huerta había alentado a este grupo a trasladarse desde otros países para apostarle a la lucha armada como vía para acabar con el destierro.

A este grupo lo denomino hombres de armas y orden; de armas, porque la mayoría de ellos eran militares o exrevolucionarios, acostumbrados a impulsar y a defender sus posturas por medios violentos; y de orden, porque el resto había pertenecido inicialmente al Porfiriato, o bien, se habían convertido en huertistas leales durante la presidencia del general. Éstos habían gobernado con autoritarismo y, en ocasiones, con represión. La apuesta de ellos era pacificar a México y acabar con la revolución.

Los hombres de armas y orden que se encontraban en el exilio en EUA en 1915 fueron el pilar de Huerta en este movimiento y no los desterrados civiles exhuertistas, como aquellos que formaron la Asamblea Pacificadora Mexicana (Federico Gamboa, Querido Moheno, Eduardo Iturbide) y que gran parte de la historiografía ha señalado como el grupo que apoyó al expresidente en su intento de regreso.19

Por otra parte, Friedrich Katz señala que “los objetivos principales de la política alemana hacia Estados Unidos eran los de cortar estos suministros (materias primas y pertrechos militares) e impedir que ese país entrara en la guerra con los Aliados”.20 El embajador de Alemania en Estados Unidos, Von Bernstoff, trató de obtener el embargo en la venta de armas por parte de EUA, pero no lo logró.21 El país germano necesitaba otra forma de cortar la fuente de recursos de sus rivales. Entonces, implementó un plan con varias aristas, que se podría denominar Estrategia alemana en América, en 1915, y que se puso en marcha casi simultáneamente. En primer lugar, pretendía impedir el traslado de los materiales de guerra bloqueando el océano Atlántico; en segundo lugar, buscó realizar boicots de distintos tipos en el interior de EUA para inhibir la venta de estos productos, y, finalmente, procuró envolver a Estados Unidos en una guerra o invasión a México para que distrajera sus recursos en América y no en Europa. En torno a esta última medida es que se enmarca el apoyo y el acuerdo con Huerta.

Franz von Rintelen llegó el 3 de abril a Nueva York, nueve días antes que Huerta, y de inmediato inició los preparativos para que el plan se pusiera en marcha. Contactó a muchos sectores alemanes en EUA para que apoyaran a Huerta con armas y reclutas.22 Diversos agregados de la embajada alemana en EUA, entre ellos, Von Papen, agregado militar; Karl Boy-Ed, agregado naval, y Heinrich Albert, agregado comercial, tomaron la batuta de este proyecto y la comunicación principal con Huerta. El embajador Von Bernstoff no participó directamente en el plan, aunque estaba plenamente informado de todas las acciones.23 Además del personal oficial, Papen involucró a otros alemanes en la operación, como a Carl Heynen de la compañía naviera Hamburg-American y a Friedrich Stallforth, un prominente banquero alemán.

Según Tuchman, Heynen y Stallforth depositaron a Huerta 800 000 dólares en el banco Deutsche de La Habana24 y en una cuenta mexicana otros 95 000 dólares. Así también, los alemanes mencionados compraron ocho millones de municiones en San Luis, en Misuri, y tres millones en Nueva York. Boy-Ed le prometió a Huerta 10 000 rifles y un crédito por 10 000 dólares.25 De acuerdo con los documentos consultados por Meyer,además, los alemanes se comprometieron con Huerta a respaldarlo cuando llegara a la presidencia de México, sin importar si se encontraba en un contexto de paz o de guerra. La supuesta suma que Alemania aportó en su arreglo con Huerta ascendió a doce millones. Meyer no especifica si en dólares o en otra moneda;26 pero muy probablemente se refiere a los doce millones de dólares de los que hablaba el Times.27

Huerta procuró allegarse de más recursos a través del cambio de bonos de su antiguo y extinto gobierno.28 Se presentaba en diversas cortes estadounidenses en nombre del gobierno mexicano e intentaba recuperar municiones decomisadas por EUA en los tiempos de su mandato.29 En respuesta a esto, el recién designado secretario de Estado, Robert Lansing, respondió favorablemente a la solicitud de la facción carrancista de emitir un documento donde se asentara que el gobierno de EUA nunca había reconocido al de Victoriano Huerta. Esta declaración serviría a los constitucionalistas para combatir las solicitudes de Huerta.30 Así, Washington mostraba mayor co-operación con Venustiano Carranza al imprimir un giro a su estrategia de política exterior e inclinarse por reconocer a una facción en México.Woodrow Wilson ya sabía del pacto entre Alemania y Huerta en mayo de 1915.31 Veía la pacificación y el establecimiento de un gobierno sólido en México como una necesidad ante la amenaza teutona de aprovechar la inestabilidad en nuestro país y crear una alianza en contra de EUA. Paralelamente, el “cuerpo diplomático” de Carranza en EUA se esforzaba en obtener el reconocimiento.

Posteriormente, el 20 de mayo de 1915, Charles Douglas y Arredondo recomendaron a los constitucionalistas que publicaran un manifiesto en el cual se erigieran como el grupo revolucionario dominante y que, además, lo hicieran antes de que Alemania contestara la nota de Washington sobre el ataque al Lusitania (lo que ocurrió el 28 de mayo)32 debido a que toda la atención de EUA se centraría en la comunicación alemana, lo cual podría opacar el documento carrancista. Finalmente, el jefe constitucionalista publicó el programa el 11 de junio, en el cual también solicitaba abiertamente el reconocimiento de su gobierno por parte del estadounidense.33 En ese mismo mes, la Casa Blanca realizó el último intento para que se conformara un gobierno de coalición en México; esto, al convocar a las facciones revolucionarias para seguir tal acción política. Sin embargo, sólo Francisco Villa respondió favorablemente a esta propuesta; Carranza la rechazó y solicitó que se reconociera su gobierno.

Por otro lado, el centro de operaciones de Huerta se situaba en Nueva York, ciudad donde el agregado Boy-Ed, Von Rintelen así como agentes diplomáticos y secretos de Alemania se reunieron con él en los hoteles Ansonian y Manhattan. Otra forma de comunicación entre los alemanes y Huerta fue mediante Aureliano Blanquet. En aquellas reuniones, presumiblemente, se le daban recursos monetarios al expresidente mexicano para comprar rifles, “los cuales eran subsecuentemente enviados por mar desde Nueva York a Yucatán”.34

De acuerdo con Leon Canova, funcionario del Departamento de Estado, en el Ansonian, un individuo de nombre Means había intentado, sin éxito, entrevistarse con Huerta. Lo excepcional es que se presentaba como un “agente confidencial” de Wilson y con ese membrete logró contactar a otros desterrados involucrados con el expresidente. Una persona que trabajaba con Means intentó ofrecer ayuda monetaria para el movimiento, pero parece que una tercera persona fue la que finalmente tuvo un acercamiento con Huerta. Se trataba del exsenador Charles A. Towne, quien junto con la supuesta venia de Wilson le habría ofrecido 40 000 dólares para que iniciara una campaña de “pacificación” en México.35 Este respaldo económico (del que no hay confirmación oficial) dejaría abierta la posibilidad de que Washington viera como una opción que un contingente de mexicanos pudiera ingresar al país desde el exterior para pacificarlo y establecer un gobierno fuerte. Siguiendo esta hipótesis, se podría explicar la presencia de Huerta en Estados Unidos sin que el gobierno estadounidense se lo hubiera impedido. Empero, es muy probable que lo descabellado que resultaba un entendimiento entre Washington y Huerta, así como la alianza ya consumada entre Alemania y el general dejaran sepultada esa eventual posibilidad.

No solamente Alemania financiaba el movimiento. Ya mencionamos el propósito de Huerta de obtener recursos por sus propios medios. A esto se añadió el intento de falsificar billetes constitucionalistas y de establecer una red en la que terceras personas pudieran conseguirles recursos. Por ejemplo, Leon Rasst le remitía fondos al general Olea y a otros generales huertistas.36 En 1913, Rasst era vicecónsul de Rusia en México y desde ese entonces ya servía como intermediario en la compra de armas para el huertismo, como estrategia para burlar el embargo de armas que Wilson había establecido sobre México.37

Por otra parte, Pascual Orozco llegó a Texas a finales de 1914. Ahí conformó el grupo de El Paso junto con José Inés Salazar, Emilio Campa, Francisco del Toro y Benjamín Argumedo, quien tuvo gran actividad armada en la frontera. El 3 de diciembre de 1914 Orozco realizó su primer viaje a Nueva York, donde conferenció con seguidores de Huerta. La labor principal que realizaron Orozco y su grupo en EUA fue la compra de armas y municiones para trasladarlas a la frontera, desde donde realizarían incursiones a México. También reclutaron a personas para sus filas. Argumedo se destacó en esta actividad, actuando también en Arizona y en Nuevo México.38

A finales de abril los departamentos de Justicia y de Estado de EUA ya tenían información sobre la alianza de Huerta con J. Inés Salazar y un grupo más numeroso al que denominaban científicos.39 La organización de los huertistas se empezaba a extender en EUA. El Departamento de Estado identificaba a tres personas, Von Borstel, Paredes y Moisés Canales, como los encargados de trabajar para Huerta en Arizona y en Nuevo México. Ellos a su vez tenían grupos de apoyo en Sonora.40

Por su parte, las “diplomacias” villista41 y constitucionalista, que espiaban y vigilaban a estos desterrados, se percataron de la salida de Nueva York de un grupo de partidarios de Huerta, quienes preparaban un movimiento contra Carranza.42 Estos aliados de Huerta posiblemente se dirigían a la frontera con México, ya que el Departamento de Estado obtuvo reportes de gran actividad de huertistas en Brownsville.43 El 15 de mayo se informó que la familia del expresidente había arribado a Nueva York.44 Al día siguiente llegaron a San Antonio los generales Rubio, Navarrete y Cauz para enviar armas de inmediato a distintos puntos de México.45 A inicios de mayo de 1915, Pascual Orozco emprendió otro viaje a Nueva York, pero esta vez para sellar personalmente la alianza con Huerta. Regresó a El Paso el 24 de junio con el acuerdo de verse con el general en la frontera e ingresar a México el 28 del mismo mes para iniciar la revuelta.46 En ese lugar los iban a encontrar José María Lozano e Ignacio Bravo.47

El expresidente mandó a Enrique Gorostieta y a Luis Fuentes a buscar al exlegislador Nemesio García Naranjo, quien se encontraba en San Antonio. En Nueva York, éste se reunió con Huerta y ambos acordaron reencontrarse nuevamente en la frontera con México semanas más tarde.48 Sin embargo, poco después, García Naranjo rechazó unirse al movimiento debido a que tenía algunos desacuerdos con el proyecto, por lo que ya no acudió al encuentro previsto con el expresidente en la frontera. En sus memorias, Naranjo menciona que tan pronto como se supo en Laredo que había regresado de Nueva York, todos le preguntaron si por fin su antiguo grupo político iba a entrar en acción.49 Esto hace suponer que había gran expectación entre algunos exiliados por la empresa que estaba montando Huerta y que posiblemente más mexicanos se adhirieron al movimiento en las semanas posteriores. Eliseo Arredondo, representante carrancista en Washington, le informaba a Carranza que para mayo de 1915 se sospechaba que se habían realizado 400 reuniones entre exfederales y Huerta en Nueva York.50 Con esto se constata el numeroso respaldo del sector militar al general. También, la facción de Carranza sospechaba de un posible ataque por vía marítima,51 además de las operaciones que estos desterrados pretendían iniciar en la frontera.

El primero de junio, Huerta se reunió con un grupo de exiliados en el Holland House de Nueva York. Se presumía que en el momento de ese encuentro ya tenía diez millones de dólares para su plan.52 A inicios de ese mes, José Delgado estaba en Nueva Orleáns para entregar parque y armas, que seguramente se intentarían enviar por vía marítima a México. Al terminar la operación, se dirigió inmediatamente a San Antonio para concentrarse con los demás huertistas que estaban llegando a la región.53 Poco después, el 9 de junio, llegaron a El Paso 500 rifles marlines y cuatro máquinas para fabricar revólveres que se sumaban a los pertrechos que ya se encontraban en esa ciudad para la empresa huertista.54 A finales de aquel mes el Pan American News Service informaba sobre el envío de 80 000 dólares por parte de Huerta a los científicos de El Paso así como de la intensa actividad de Orozco en el reclutamiento de tropas, maniobras que se suscitaban entre Chihuahua y Texas, y de la operación de otros grupos “reaccionarios”. Pascual Orozco había sido arrestado en EUA a principios de junio; sin embargo, logró escapar para seguir reclutando adeptos a esta causa.55 Justamente en El Paso también había sido detenido un mexicano que poseía dinamita, según las autoridades, relacionado con Orozco y con el movimiento de Huerta.56

Otro líder del grupo de El Paso fue Marcelo Caraveo, capturado en Texas junto con Ricardo Luque y ocho huertistas más.57 Ante el estado de ebullición en la frontera, se prevenía a los oficiales de los Estados Unidos para que anticiparan más arrestos frente al inminente movimiento de Huerta y del grupo de exiliados.58 Mientras tanto, las autoridades carrancistas habían sido informadas de la posibilidad de que el movimiento ingresara al país, principalmente por Chihuahua.59 Posiblemente la intención de Huerta y de sus aliados era evitar la frontera este, entre Texas y Tamaulipas, debido al estado de alerta en que se encontraban las autoridades del país vecino por el desarrollo de actividades de diversos grupos que actuaban en esa región, como el Plan de San Diego60 y la Asamblea Pacificadora (véase mapa).61

Los carrancistas creían que en cuanto los huertistas entraran a Chihuahua la guarnición villista en Ciudad Juárez se les uniría.62 Como se verá, Huerta efectivamente intentó ingresar a México por Chihuahua. Sin embargo, resulta difícil creer en una alianza entre Villa y Huerta. Una de las hipótesis que se puede aventurar al respecto es que los chihuahuenses Orozco y Creel aún tenían grupos de apoyo en esa entidad. Otra, posiblemente la más atendible, son los vínculos que había entre algunas tropas villistas con Victoriano Huerta y por ende una alianza existente entre la División de Norte y Huerta. Cuando el régimen de Huerta desapareció, Francisco Villa integró a alrededor de 1 500 exfederales a sus filas, entre ellos al general José Delgado, aunque los villistas intentaron ocultar e incluso negar esta adhesión públicamente. Cuando Huerta llegó a EUA, Delgado de inmediato se sumó a sus filas. Villa temió mayores deserciones y obligó a varios exfederales a enviar notas al gobierno de EUA para protestar por el desembarco del expresidente en ese territorio y así tratar de comprometer la lealtad de éstos. Más adelante se señalará que Huerta fue preso en el vecino país junto con varios de sus socios, entre ellos Delgado, quien, sin embargo, logró huir y regresar a México para reincorporarse a las filas del villismo.63

El 17 de junio Victoriano Huerta envió al general Enrique González a El Paso para ver a Pascual Orozco y afinar los últimos detalles de la incursión a México.64 El 26 del mismo mes se informó al Departamento de Estado de EUA que un grupo numeroso de huertistas se dirigía de San Antonio a El Paso, con la intención de organizar una expedición armada que entraría por Chihuahua y atacaría Ojinaga o Juárez, como primer blanco.65 Un día después, agentes del Departamento de Justicia descubrieron en El Paso 14 ametralladoras, 500 rifles y 100 000 cartuchos listos para ser utilizados en la rebelión, pertenecientes al grupo de Orozco.66 Cabe destacar que a partir del estado de alerta que provocó el hundimiento del buque inglés Lusitania el 7 de mayo de 1915, Wilson cambió su postura respecto a los desterrados; dentro de esta nueva actitud la conspiración de Huerta se volvió intolerable. Desde su residencia vacacional de Vermont, Wilson declaró que era imperante remover a Huerta de la frontera para evitar su ingreso a México.67 El secretario de Estado le pidió al procurador, Thomas Gregory, preparar todas las pruebas posibles para inculpar a Huerta de violar las leyes de neutralidad, o cuando menos, tener elementos para retenerlo dada la solicitud de deportación hecha por Carranza, con lo cual se aceptaría intrínsecamente la posibilidad del reconocimiento estadounidense a la facción constitucionalista, que viabilizaría la reanudación de los acuerdos bilaterales de extradición.68 En el verano de 1915 ya existía una comunicación más directa y con mayor apertura entre los carrancistas y Washington. El 7 de julio, Eliseo Arredondo informaba al jefe constitucionalista sobre la recomendación de Wilson de tomar la ciudad de México y establecer ahí el gobierno, acto que favorecería el reconocimiento de EUA.69 El constitucionalismo aún estaba asentado en Veracruz debido a la fuerte presencia de los convencionistas en la capital. La recomendación estadounidense muestra la impaciencia de Washington para consolidar la facción de Carranza, justo un mes después del hundimiento del Lusitania. Así, la nota de Wilson debió tener eco en el gobierno de Carranza, pues el 11 de julio las tropas constitucionalistas ocuparon la ciudad de México.70 Ese mismo día se publicó el manifiesto carrancista en EUA. Con esto, Carranza cumplía prácticamente con las peticiones de Washington y así daba pasos firmes rumbo al reconocimiento.

El gobierno estadounidense seguía de cerca el movimiento huertista y a su líder en la víspera de su aprehensión. El Departamento de Estado y la representación de Carranza en EUA sabían de personajes, conocían los puntos geográficos de las reuniones y demás movimientos. El 27 de junio llegaron a Brownsville el general Medina Barrón y el mayor Alfonso Leyva. Fueron recibidos por el doctor Miguel Barragán y por Abelardo Treviño. Los recién llegados se integraron de inmediato al plan. Ese mismo día también se reunió un grupo de exfederales en la casa del general Manuel Velásquez, en Nuevo Orleáns. En Texas, Enrique Gorostieta fue comisionado por Huerta para que entregara un cuantioso fondo al general Cauz, quien repartió el monto entre Mauro Huerta y varios exfederales.71 Los huertistas se agrupaban, se armaban y tenían los recursos financieros para iniciar su incursión en el país.

La captura de Huerta y de sus aliados

Victoriano Huerta se trasladó a la frontera para encontrarse con su grupo de apoyo, pese a las presuntas advertencias hechas por las autoridades estadounidenses acerca de que lo aprehenderían si salía de Nueva York.72 Los carrancistas pensaban que se dirigía a El Paso. Huerta había hecho público que viajaría a la Feria de San Francisco; pero cuando cambió su ruta hacia el sur, el Departamento de Estado ordenó arrestarlo.73 El agente Beckman, del Servicio Secreto del Departamento de Justicia de eua, Marshall Bryant y 25 soldados bajo órdenes federales lo capturaron junto con Orozco, Ratner y Luis Fuentes en Newman, Nuevo México, la madrugada del 27 de junio, justo antes de abordar un automóvil que los llevaría a Chihuahua. Fueron acusados de violar las leyes de neutralidad.74 El día de la detención el Diario de la Marina de Cuba reportaba la noticia en su versión vespertina. En la nota se constata el seguimiento de las autoridades sobre las actividades del expresidente: “La detención de Huerta es consecuencia de un espionaje de cerca de tres meses, ejercido por agentes del gobierno”.75 De inmediato los representantes diplomáticos de las facciones, constitucionalista y villista pidieron la extradición de Huerta, pero se les negó debido a no haber un gobierno reconocido en México.76

El Pan American News Service adelantaba que habría más aprehensiones en los próximos días sobre los que denominaba “miembros de la junta de científicos”, máxime porque se sospechaba de una alianza entre esta facción y las tropas de Villa;77 aunque esta situación no es clara, ya que, cuando Villa supo del posible regreso de Huerta a México, envió el siguiente mensaje: “Desde hace algún tiempo he estado afilando mi navaja para acabar con Huerta. Déjenlo que venga”.78 Por otra parte, algunos sectores del gobierno de eua veían la debilidad de Villa en la frontera como una de las causas por las cuales el movimiento de Huerta se volvió tan peligroso.79 Tal vez, la lógica de esta opinión era que un Villa débil en Chihuahua daba la posibilidad de que los exfederales villistas se unieran a Huerta y le permitieran ingresar por esa región sin mayor resistencia. Si esa zona norte del país no era dominada por los villistas (los constitucionalistas tenían una presencia casi nula) entonces podría ser dominada por algún otro grupo; en este caso por el de Huerta, que estaba concentrado en la frontera listo para entrar en acción.

Junto con Huerta, Ratner, Luis Fuentes y Orozco, se encarceló también a Enrique Gorostieta, así como a los generales José Delgado, Eduardo Cauz e Ignacio Bravo. El 20 de julio se capturó a José Inés Salazar, a quien se veía como “uno de los más peligrosos agentes de Huerta”.80 En agosto se capturó a diez personas más, presuntamente huertistas.81 También, en ese mismo mes, se apresó a otras 24 personas relacionadas con el expresidente y se incautaron 28 rifles, 40 carrilleras y un automóvil.82 Por tanto, se encarceló aproximadamente a una treintena de personas implicadas en este movimiento. Es prácticamente imposible cuantificar el armamento que los huertistas compraron en eua y que eventualmente enviaron a México. Es posible que se pudiera contar por miles. En 1914 el valor en el envío de armamento fue de 488 274 dólares; en 1915 aumentó a 1280 442 dólares.83 Así, las compras armamentistas de los huertistas podrían verse reflejadas en esas cifras.

En cuanto a los agregados de la embajada de Alemania en eua, los capitanes Boy-Ed y Von Papen fueron separados de sus cargos a finales de 1915. Este acto de la embajada fue un intento por desaprobar las acciones de sus funcionarios ante los ojos de Washington, ya que el gobierno estadounidense tenía “pruebas concluyentes de que el complot del general Huerta, tramado en España el año pasado [1915], [había] sido maquinado por los capitanes Boy-Ed y Von Papen”.84 De esa manera, se confirmaba que el apoyo para Huerta se centró en proporcionarle miles de dólares y gran cantidad de armas. Boy-Ed y Von Papen, al abandonar sus puestos, declararon que no se arrepentían de sus acciones, pues cumplían órdenes de su país.85 Papen intentó trasladarse a México, pero en cuanto Carranza lo supo giró instrucciones al encargado de la Secretaría de Relaciones Exteriores para que comunicara al ministro de Exteriores alemán que Von Papen no sería recibido gratamente. El jefe constitucionalista se expresó de esta forma: “Tengo conocimiento de que vendrá a México el ataché [sic] militar de la embajada alemana en Washington Von Papen, y que no sería grata al gobierno mexicano la presencia en este país del expresado ataché”.86

Por otra parte, los ingleses aprehendieron a Von Rintelen cuando se dirigía a Alemania. A principios de 1916 ya estaba preso en Inglaterra.87 La salida de estos agregados de eua, la hostilidad diplomática de Carranza hacia Von Papen y el encarcelamiento de Von Rintelen por los ingleses muestran que estos tres países estaban al tanto de la conspiración entre Alemania y Huerta.

Posteriormente, Huerta y Orozco salieron de la cárcel gracias al pago de una fianza, pero fueron sujetos a prisión domiciliaria. El expresidente, al salir de un edificio federal donde pagó su fianza, fue agredido con un ladrillo por un individuo que gritaba: “¡Maten a Huerta!, ¡maten al asesino!”88 Orozco escapó de su encierro domiciliario; sin embargo, meses después fue acorralado y asesinado por treinta rangers de Texas; aunque éstos dirían que sólo respondieron a una agresión.89 Las autoridades que se encargaban de la vigilancia de Huerta informaban que había amenazas de muerte contra el expresidente y que el prisionero no se despojaba de sus ropas y zapatos ni para dormir.90 Posiblemente las facciones antagónicas a Huerta trataban de liquidarlo en eua. Más tarde, se le encarceló nuevamente en la prisión de Fort Bliss, ante el temor de que escapara como Orozco. Huerta solicitó al embajador alemán, Von Bernstoff, que intercediera ante Washington para que se protegiera a su familia y se le garantizaran condiciones de seguridad y de trato decoroso en la cárcel. No obstante, el diplomático alemán, que no quería verse relacionado con el general, entregó la carta al gobierno de Estados Unidos, supuestamente sin haberla leído y sin haberla respondido.91 Por tanto, Victoriano Huerta fue declarado culpable de “conspirar para iniciar y emprender una expedición militar” en México, pues violaba las leyes federales de neutralidad de eua.92 A los pocos días del fallo, tras concederle la liberación por su mal estado de salud, murió en el país vecino en enero de 1916.93 El artículo de George Rausch aborda a profundidad la muerte de Huerta en eua.

El reconocimiento de eua a Carranza

La actividad de los exiliados en eua se volvió incómoda para Wilson cuando éste iniciaba los preparativos para que su gobierno entrara en la Gran Guerra, y más aún, se volvió riesgosa ante la intención velada de Alemania de apoyar materialmente cualquier movimiento que aspirara a desestabilizar a eua. En este país se hizo pública la relación entre los alemanes y Huerta, incluso en los diarios. El Paso Herald publicó una entrevista en la que le preguntó a Huerta sobre este vínculo, pero el expresidente lo negó. También aparecieron artículos sobre el pacto entre los alemanes y el expresidente de México.94

Ante lo que significaba una postura más desafiante de Alemania hacia Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, Washington aceleró la necesidad de reconocer a una facción en México; en este caso la de Carranza, y evidentemente, la conspiración entre Alemania y Huerta fue un podero-so detonante, como lo señala el secretario de Estado Robert Lansing:

Alemania desea mantener los disturbios en México hasta que los Estados Unidos se vean obligados a intervenir; por lo tanto, no debemos intervenir. Alemania no quiere que ninguna facción domine en México; por lo tanto, debemos de reconocer a una facción como dominante en México. La conclusión es esta: nuestras posibles relaciones con Alemania deben ser nuestra primera consideración y de acuerdo con ello debe regularse nuestro trato con México.95

La principal repercusión de las acciones alemanas que se han descrito fue el ingreso de eua a la Gran Guerra al lado de la Entente. Como señalan muchos estudiosos, esto fue motivado por el ataque submarino realizado por Alemania en 1915 y por diversas operaciones que en los años subsecuentes los teutones harían para desestabilizar a eua.96 Al interior de México el reconocimiento de facto al gobierno de Carranza por parte de Washington, sin duda, no fue provocado intencionalmente por Alemania, Huerta y los desterrados. Federico Gamboa, desde Cuba, fue uno de los que visualizó esto: “A ver si esta tentativa de Huerta precipita la intervención yanqui o el reconocimiento de Carranza”.97 Al exdiplomático no le faltó razón en una parte de su hipótesis, pues el acuerdo entre Alemania y Huerta sólo aceleraría el reconocimiento a la facción de Carranza. A esta misma explicación también han llegado diversos autores como Friedrich Katz, Jean-Baptiste Duroselle, James Sandos, Dirk Raat, Michael Meyer, Patricia Urías, Octavio Herrera y Arturo Santa Cruz.98

Estabilizar la situación en México se había convertido en una necesidad para eua. Un medio para hacerlo fue el reconocimiento de su gobierno mediante el respaldo a uno de los bandos revolucionarios y que, por ende, fortalecía. El 19 de octubre de 1915 reconoció a la facción de Carranza de la siguiente manera:

Tengo el placer [escribió Robert Lansing] de informar a usted [Eliseo Arredondo] que el presidente de los Estados Unidos aprovecha esta oportunidad para reconocer al gobierno de facto de México, del cual el general Venustiano Carranza es el jefe del Ejecutivo.99

No obstante, ese mismo día, en comunicación privada, se le indicó al gobierno recién reconocido cuáles eran las obligaciones que tenía con eua: proteger la propiedad extranjera, evitar el cobro excesivo de impuestos, la emisión de moneda basada en sólidas garantías y la resolución pronta de las reclamaciones. A cambio, Washington levantaría el embargo que pesaba sobre las fuerzas carrancistas en la compra de armas y municiones.100

Esta acción diplomática es una clara muestra de cómo diversos factores (internacionales, de seguridad y fronterizos) influyen en la decisión de política exterior de un gobierno, en este caso el de eua. Por otra parte, los factores externos, es decir, las medidas de la estrategia alemana en América, se acoplaron indirecta y convenientemente al principal objetivo de la política exterior de Venustiano Carranza: obtener el reconocimiento de Washington con los auxilios materiales y políticos que se desprenderían de este acto. El reconocimiento de Carranza también significó derrotar a las otras facciones en la pugna internacional. Obtener el status de gobierno ante los ojos internacionales garantizaba mayor legitimidad y acceso a recursos exteriores.

El establecimiento oficial de las relaciones entre Estados Unidos y México desencadenó el reconocimiento al nuevo gobierno por parte de otros países. Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Japón reconocieron al gobierno de Carranza bajo “las mismas líneas” que eua, es decir, de facto.101 Esta categoría se refiere al reconocimiento de existencia de un gobierno en un país sin necesariamente haberse constituido por canales jurídico-políticos formales.102

Es evidente que esta acción diplomática también facilitó la consolidación interna de Carranza como jefe de gobierno, aunque los constitucionalistas ya habían dado otros pasos en México para imponerse y ganarse el reconocimiento aludido. A mediados de 1915 Venustiano Carranza ocupaba las cuatro quintas partes del territorio nacional.103 En julio de ese año lanzó una ofensiva contra Francisco Villa a cargo de Álvaro Obregón mediante un ataque que redujo la presencia de la División del Norte, al acorralarla en Ciudad Juárez. Este paso militar fue fundamental para que el gobierno y la opinión pública de eua supieran sobre el dominio mayoritario de los constitucionalistas en el territorio nacional. Así, los únicos focos importantes que quedaban libres del control carrancista eran Morelos y sus inmediaciones (que estaban en manos de Emiliano Zapata) y la porción de territorio norteño en la que se apertrechó Villa.

Conclusiones

De Barcelona a Newman, pasando por Nueva York, San Antonio y otras ciudades se conjugó una serie de actores e intereses que a su vez se articularon en el regreso a México que intentó Huerta. La estrategia alemana de bloquear las exportaciones de eua a sus rivales, la necesidad de un grupo de exiliados por volver a su país para recuperar sus posesiones y su nombre, así como la ilusión de Huerta de estar otra vez al frente del poder en México echaron a andar una gran maquinaria, un movimiento complejo que se vino abajo en junio de 1915 tras la intervención del gobierno de Estados Unidos. Victoriano Huerta fue el depositario de una serie de apoyos internacionales y nacionales que se amalgamaron en torno a él como una apuesta por alcanzar sus propios intereses.

El intento fallido del movimiento de Huerta deja muchos cabos sueltos; por ejemplo, no se sabe a manos de qué facción pararon las armas que los huertistas enviaron a México. Es probable que a las de los constitucionalistas, dado el control que tenían sobre la mayoría del territorio y de las aduanas, y debido a que éstos poseían información sobre la intentona huertista. Por otro lado, es de resaltar las diversas fuentes de la época que sospechaban sobre un posible vínculo entre villistas y huertistas, lo cual contrasta con el escepticismo que la historiografía actual podría mostrar sobre esa unión. No obstante, en este artículo se presentaron documentos que hablan sobre ello, aunque sin la posibilidad de arrojar una conclusión clara, pero sí algunas hipótesis sobre esta eventual alianza.

Como se citó anteriormente, los Estados Unidos también ayudaron al jefe constitucionalista y, a la postre, ellos se beneficiaron al impedir el ingreso de Huerta a México y así evitar una mayor desestabilización del país. Este hecho fue el primer obstáculo que Washington le puso a la estrategia alemana en América.

En este contexto, los alemanes, en su interés por desestabilizar a eua, visualizaron a México como un socio geopolítico. Como señala Meyer: “Un gobierno amistoso en México podría darle a Alemania una base de operaciones en el hemisferio oeste y al mismo tiempo mantendría al gobierno de Woodrow Wilson ocupado con los asuntos cercanos a su frontera”.104 Por lo tanto, luego del inicio de la estrategia alemana en América, el gobierno de Estados Unidos buscó desactivar todo intento alemán por influir o aprovechar políticamente el escenario revolucionario de lucha entre las facciones mexicanas. Esto se tradujo en una mayor persecución de los desterrados en eua y en el reconocimiento de facto al gobierno constitucionalista en octubre de 1915. De ser una facción el constitucionalismo pasó a ser un gobierno, al menos, en términos jurídicoformales en el derecho y en la política internacional.

Respecto a las opciones que Wilson tenía frente a la Revolución mexicana, por encima de la ocupación militar total o la posibilidad de apoyar un movimiento de exiliados para restablecer la paz en México, optó por reconocer a la facción dominante al respaldarla en la lucha intestina e intentar consolidarla como gobierno. Pero sobre todo, se inclinó por esta vía debido a la imposibilidad de conformar un gobierno de coalición entre las facciones revolucionarias. A la relación Estados Unidos-Revolución mexicana le quedarían aún capítulos, en los que muchos de los factores mencionados en estas páginas seguirían en juego.

Por otra parte, la idea de Huerta y los desterrados puede considerarse como descabellada, vista en perspectiva histórica; sin embargo, para ellos representaba un intento viable para regresar a su país. Huerta corrió sus riesgos y fue un actor activo que se valió del contexto nacional e internacional para tratar de recuperar el poder en México. Intentó repetir la amplia y heterogénea alianza que lo había encumbrado en la presidencia dos años antes. Esta vez desde el extranjero y con circunstancias muy diferentes en las que, aunque no consiguió reunir a un grupo tan diverso y poderoso como en 1913, sí se rodeó de sectores representativos como el porfirismo, con el ejemplo notable de Creel; del orozquismo, con el propio Orozco; de los huertistas leales; de un vasto número de exfederales, y por supuesto, de los alemanes.

Finalmente, es de destacar que la Primera Guerra Mundial también se disputó en México y que la Revolución mexicana, aunque de manera marginal, incidió en esta Gran Guerra debido a la cercanía con eua. A pesar de que parte del tema estudiado fue producto de la guerra de facciones de la Revolución, su desarrollo y repercusiones ocurrieron principalmente en eua. Así, el mayor impacto que el conflicto global tuvo en México fue el reconocimiento de facto de Washington al gobierno de Venustiano Carranza como consecuencia de la conspiración teutona. En cuanto a Huerta, no es posible saber si éste imaginó los efectos que su empresa tendría en México, Estados Unidos y Alemania, máxime los que provocaría a causa de su derrota personal en 1915.

Fuentes

Este artículo fue dictaminado por especialistas de forma anónima. This article has been peer reviewed.

Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México, maestro en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y diplomado Líderes Progresistas por la Fundación Friedrich Ebert. Ha sido profesor en algunas universidades y ponente en diversos congresos y encuentros. Becario de la Secretaría de Relaciones Exteriores para realizar una estancia corta de investigación en el Fondo Nettie Lee Benson, en la Universidad de Texas. Recibió el reconocimiento Genaro Estrada 2012 por su tesis de maestría. Su dirección de correo electrónico es:.

George Rausch, “The exile and death of Victoriano Huerta”, The Hispanic American Historical Review, Durham, Duke University, mayo 1962, v. 42, n. 2, p. 133–151.

El hundimiento del Lusitania fue la primera gran acción de guerra en el océano y el acto que provocó más muertes en ese mar. Por ello, se puede decir que ese ataque marcó el arranque de la guerra submarina, aunque desde 1914, Gran Bretaña y Alemania declararon como zona de guerra el océano Atlántico, y antes del hundimiento del Lusitania hubo otras embarcaciones torpedeadas.

En general, los llamados exiliados de la revolución comenzaron a emigrar de México desde la caída de Porfirio Díaz; otro grupo salió tras la muerte de Madero, pero en el que nos centramos en este trabajo es el que fue obligado a abandonar el país por haber colaborado con el régimen de Victoriano Huerta y que empezó a salir en 1914. A este grupo lo perseguían los constitucionalistas, aunque también los villistas y los zapatistas. Diversos trabajos académicos que se citan a lo largo de este artículo abordan el tema de los desterrados de la Revolución mexicana, tema relativamente nuevo en la historiografía nacional.

El vínculo entre Victoriano Huerta y el imperio alemán data de las relaciones de entendimiento que establecieron México y Alemania entre 1913 y 1914. De hecho, en ese periodo, Alemania trató de capitalizar el rechazo de Estados Unidos y de otros países hacia el gobierno de Huerta. Diversos autores han estudiado esta relación. Para ver con mayor profundidad la postura de Alemania ante el gobierno de Huerta, véase Katz, La guerra secreta en México, México, Era, 1981, en el apartado “El gobierno Alemán y el régimen de Huerta”. Javier Garciadiego et al., “Alemania y la Revolución mexicana”, Foro Internacional, México, El Colegio de México, abril-septiembre 1992, v. 32, n. 4, p. 429–448. Barbara Tuchman, The Zimmermann telegram, Nueva York, The Viking Press, 1958.

Katz, La guerra secreta en México, p. 144.

Rosalía Santín, “Rompimiento con Félix Díaz”, en El triunfo de la Revolución. Así fue la Revolución mexicana, México, Senado de la República/Secretaría de Educación Pública, 1985, v. IV, p. 617–618.

Ante el avance militar de Carranza, Villa y Obregón; el dominio de Zapata en Morelos y regiones cercanas; la inviabilidad financiera del régimen; la ocupación estadounidense del puerto de Veracruz; la presión diplomática internacional, y las desavenencias al interior de su gabinete, Victoriano Huerta renunció al cargo el 8 de julio de 1914 y el 20 de julio emprendió el exilio junto a su familia y personas allegadas. Realizó una parada en Jamaica, después viajó a Inglaterra y finalmente se estableció en Barcelona, lugar que habitó por siete meses antes de viajar a Estados Unidos. Michael C. Meyer, Huerta, un retrato político, trad. de Eugenio Méndez, México, Domés, 1983, p. 233–236.

Friedrich Katz, La guerra secreta en México, p. 378 y (basado en los archivos del Departamento de Estado) Michael C. Meyer “The Mexican-German conspiracy, 1915”, The Americas, v. 23, n. 1, julio 1966, p. 81–82; véase también Huerta, un retrato político, p. 238.

Gracey al secretario de Estado de EUA, Sevilla, 31 de marzo de 1915, y Willard al secretario de Estado de EUA, Madrid, 1 de abril de 1915, National Archives of Washington (en adelante, NAW), Records of the Department of State Relating to the Internal Affairs of Mexico 1910-1929 (en adelante, RDSRIAM), microcopia 274, r. 44.

“Details of story that general Huerta was financed by Germany”, The Mexican Herald, México, 4 de agosto de 1915, tomado de The Providence Journal. Ministro Alemán de Relaciones Exteriores a Jesús Acuña, ministro de Gobernación y encargado de despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, D. F., 25 de septiembre de 1915, Secretaría de Relaciones Exteriores, Archivo Histórico Diplomático “Genaro Estrada” (en adelante, SRE-AHGE), 16-15-215. Mario Ramírez Rancaño, La reacción mexicana y su exilio durante la Revolución de 1910, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales, Instituto de Investigaciones Históricas/Miguel Ángel Porrúa, 2002, p. 147.

Eliseo Arredondo a José Z. Garza, cónsul de México en Brownsville, Houston, 21 de abril de 1915, AHGE-SRE, Archivo de la Embajada de México en Estados Unidos (en adelante, AEMEUA), LE 478, 3/8.

Carta de L. V. Navarro, cónsul de México en Filadelfia, adjuntándole a Venustiano Carranza copia de las declaraciones hechas por Victoriano Huerta, Filadelfia, 26 de abril de 1915, Archivo Isidro Fabela (en adelante, AIF), F9-57-40.

Declaraciones hechas por Victoriano Huerta al periódico New York America, Washington, D. C., 26 de abril de 1915, AIF, F9-48-xVII-(11).

Luis Garfias, “El general Huerta y el ejército federal”, en El triunfo de la Revolución. Así fue la Revolución mexicana, México, Senado de la República/Secretaría de Educación Pública, 1985, v. IV, p. 605. Mario Ramírez, El ejército federal, 1914. Semblanzas biográficas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales, 2012, p. 10.

Mario Ramírez Rancaño, “México: el ejército federal después de su disolución en 1914”, Polis, México, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, v. I, n. 2, 2005, p. 16.

Lista confeccionada con base en: SRE-AHGE, AEMEUA, L-E. 455. NAW, RDSRIAM, microcopia 274. Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional (en adelante, AHSDN), caja 44, xI/481.5/97. Nemesio García Naranjo, Memorias de Nemesio García Naranjo, Monterrey (Nuevo León), Talleres El Porvenir, 194[?], XVIII, p. 131–133, 140. Michael C. Meyer, El rebelde del norte: Pascual Orozco y la revolución, trad. de Carolina Espejel, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984, p. 144–145. Meyer, Huerta, un retrato político, p. 243–244.

Federico Gamboa, Mi diario. Mucho de mi vida, algo de otras, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1995, v. VI, p. 259.

Eliseo Arredondo a Francisco S. Elías, Nueva York, 13 de mayo de 1915, AHGE-SRE, AEMEUA, L-E. 478 4/8. Ramírez, op. cit., p. 149.

Meyer, Huerta, un retrato político, p.244. Meyer, “Mexican-German”, op.cit.,p.80.Ramírez, op. cit., p. 144. Victoria Lerner, “Estados Unidos frente a las conspiraciones fraguadas en su territorio por exiliados de la época de la Revolución. El caso huertista frente al villista (1914–1915)”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 19, 1999. Victoria Lerner, “Exilio e historia. Algunas hipótesis generales a partir del caso de los mexicanos exiliados por la Revolución mexicana (1906–1920)”, Working Papers series (n. 7), Chicago, Universidad de Chicago, 2000, p. 17. Don Coerver et al., Texas y la Revolución mexicana: un estudio sobre la política fronteriza nacional y estatal, 1910–1920, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 131–132.

Katz, La guerra secreta en México, p. 375.

Informe mecanografiado, 10 de abril de 1916, Centro de Estudios de Historia de México Carso, Archivo del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista (en adelante, CEHMC-APJEC), XXI.73.8010.1

Tuchman, op. cit., p. 68.

Ibidem, p. 70–71. Jean-Baptiste Duroselle, Política exterior de los Estados Unidos, 1913–1945, trad. de Julieta Campos, México, Fondo de Cultura Económica, 1965, p. 64.

En La Habana había un gran número de desterrados, varios de ellos seguidores de Huerta. Posiblemente por ello parte de los recursos se enviaron a la isla.

Tuchman, op. cit., p. 79–80.

Meyer, “Mexican-German”, op. cit., p. 85.

Tuchman, op. cit., p. 90.

Carlos de Fornaro a Eliseo Arredondo, Washington, D. C., 27 de abril de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L-E. 463, 2/8.

Charles Douglas a J. Bryan, Washington, D. C., 28 de mayo de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 45.

Robert Lansing a Charles Douglas, Washington, D. C., 11 de junio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 45.

Según un artículo de The Providence Journal, ellos mismos y su fidedigna fuente alemana le informaron a Wilson de esta alianza en mayo. “Details of story that general Huerta was financed by Germany”, The Mexican Herald, México, 4 de agosto de 1915, tomado de The Providence Journal. Ministro alemán de Relaciones Exteriores a Jesús Acuña, ministro de Gobernación y encargado de despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, D. F., 25 de septiembre de 1915, AHGE-SRE, 16-15-215.

Informes telegráficos de E. Arredondo a V. Carranza, Washington, D. C., 19 de mayo de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.5.

Jesús Ureta a Eliseo Arredondo, Veracruz, 11 de junio de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.5. John Womack, “La Revolución mexicana, 1910–1920”, en Leslie Bethell, Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, 1992, v. 9, p. 112.

“Details of story that general Huerta was financed by Germany”, The Mexican Herald, México, 4 de agosto de 1915, tomado de The Providence Journal. Ministro alemán de Relaciones Exteriores a Jesús Acuña, ministro de Gobernación y encargado de despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, D. F., 25 de septiembre de 1915, SREAHGE, 16-15-215.

Canova al secretario de Estado, Washington, D. C., 21 de julio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 46.

Juan T. Burns al subsecretario de Relaciones Exteriores, Galveston, Texas, 30 de abril de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 434.

Katz, La guerra secreta en México, p. 270.

Victoria Lerner, “Espionaje y Revolución mexicana”, Historia Mexicana, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, v. 44, n. 4 (176), abril-junio 1995, p. 621.

Pinckney a Bielaski del Departamento de Justicia, El Paso, Texas, 21 de abril de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 44.

Cónsul de EUA en Hermosillo, Sonora, al secretario de Estado, Hermosillo, Sonora, 17 de agosto de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 49.

Victoria Lerner hace referencia al consulado villista en Washington, que siguió permanentemente los pasos de Huerta y Orozco. Lerner, op. cit., p. 635–636.

Informes telegráficos de E. Arredondo a V. Carranza, referentes a Victoriano Huerta y la formación de grupos conspiradores, 1 de mayo de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L-E. 455.5.

“Reporte de las condiciones generales a lo largo de la frontera con México, basado en el reporte semanal del 29 de mayo de 1915, de la comandancia militar local y con información recibida de todas las fuentes a la fecha”, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 45.

Eliseo Arredondo a Venustiano Carranza, Washington, D. C., 15 de mayo de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L-E. 455.5.

T. R. Beltrán a Venustiano Carranza, San Antonio, Texas, 16 de mayo de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 585.

Meyer, El rebelde…, p. 144–155. Cobb al secretario de Estado, El Paso, Texas, 25 de junio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 46.

García, Memorias de Nemesio García Naranjo, p. 140.

Ibidem, p. 131–132.

Ibidem, p. 144.

Informes telegráficos de E. Arredondo a V. Carranza sobre la extradición de Victoriano Huerta y sobre la formación de grupos en Norteamérica, Washington, D. C., 6 de mayo de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.7(b)/7. Victoria Lerner, “Estados Unidos frente a las conspiraciones fraguadas en su territorio por exiliados de la época de la Revolución. El caso huertista frente al villista (1914–1915)”, op. cit.

Informes telegráficos de E. Arredondo a V. Carranza, Washington, D. C., 7 de mayo de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.5.

Rausch, “The exile and death of Victoriano Huerta”, op. cit., p. 137.

Villavicencio a V. Carranza, Nuevo Orleáns, 9 de junio de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 764. Ibidem, 10 de junio de 1915, f. 787.

“Reporte de la situación en la frontera con México”, Departamento de Estado, El Paso, Texas, 12 de junio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 46.

Pan American News Service, El Paso, Texas, 3 de junio de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L-E. 455.5.

Z. Cobb al secretario de Estado, El Paso, Texas, 7 de junio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 45.

T. R. Beltrán a Venustiano Carranza, San Antonio, Texas, 24 de mayo de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 574.

Pan American News Service, Informes telegráficos sobre el arresto de Victoriano Huerta y sus hijos, manuscrito y telegrama, San Antonio, Texas, 25 de junio de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.6.

Villavicencio a V. Carranza, Nuevo Orleáns, 9 de junio de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 766 y f. 768.

El Plan de San Diego fue un movimiento de alcances regionales en la frontera entre México y EUA, que operó entre 1915 y 1916. Sus participantes eran mexicanos y mexicoamericanos que entre sus objetivos buscaban regresar a México los estados de la Unión Americana que antes formaban parte del territorio nacional. Casi inmediatamente después de su creación, el plan se reformó, se incluyeron exigencias anarquistas y nuevos integrantes de esta filiación. También inició una etapa armada en la que atacó a diversas localidades en Texas. Para profundizar sobre el plan, véase James Sandos, “The Plan of San Diego: war and Diplomacy of the Texas border, 1915–1916”, Arizona and the west, v. 14, n. 1, 1972, p. 5–24. James Sandos, Rebellion in the borderlands: anarchism and the Plan of San Diego, 1904–1923, Norman, University of Oklahoma, 1992. Dirk Raat, Los revoltosos. Rebeldes mexicanos en los Estados Unidos, 1903–1923, México, Fondo de Cultura Económica, 1988.

Organización asentada en San Antonio Texas, integrada por desterrados mexicanos como Federico Gamboa y Toribio Esquivel, que pretendía la paz y la concordia en el México revolucionario. Con este fin, los integrantes de la asamblea enviaron comunicaciones a los principales revolucionarios para que depusieran las armas y llegaran a un acuerdo, acción que fue rechazada por los revolucionarios. Como último recurso buscaron que EUA interviniera para pacificar el conflicto mexicano, pero recibieron una negativa de Washington. Al poco tiempo de su creación desapareció la asamblea. Su existencia se limitó a los primeros meses de 1915.

Juan N. Amador a V. Carranza, El Paso, Texas, 27 de junio de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 766 y f. 883.

Mario Ramírez Rancaño, “México: el ejército federal después de su disolución en 1914”, op. cit., p. 29–30, 33, 37–39.

Villavicencio a V. Carranza, Nuevo Orleáns, 17 de junio de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 766 y f. 832.

Reporte confidencial Departamento de Estado, Washington, D. C., 26 de junio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 46.

Meyer, El rebelde…, p. 156. Basado en los archivos del Departamento de Estado, “Report of conditions along the border”, 812.00/161256, 11 de septiembre de 1915. Albuquerque Morning Journal.

Woodrow Wilson a Joseph Tumulty, 6 de julio de 1915, Departamento de Justicia, SNF #90755, RG 60, Archivos Nacionales de Estados Unidos, en Sandos, Rebellion…, p. 115.

Meyer, Huerta, un retrato político, p. 247.

Informes telegráficos de E. Arredondo a V. Carranza, Washington, D. C., 7 de julio de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.7.

Womack, op. cit., p. 112.

Arredondo a Robert Lansing, Washington, D. C., 29 de junio de 1915, NAW, RDSRIAM, micro copia 274, r. 46.

Villavicencio a Venustiano Carranza, Nuevo Orleáns, 18 de mayo de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 613.

T. R. Beltrán a V. Carranza, San Antonio, Texas, 26 de junio de 1915, AHSDN, caja 44, XI/481.5/97, f. 875. “Details of story that general Huerta was financed by Germany”, The Mexican Herald, México, 4 de agosto de 1915, tomado de The Providence Journal. Ministro alemán de Relaciones Exteriores a Jesús Acuña, ministro de Gobernación y encargado de despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, D. F., 25 de septiembre de 1915, SRE-AHGE, 16-15-215.

Pans Folson, Pan American New Service, Informes telegráficos sobre el arresto de Victoriano Huerta y sus hijos manuscrito y telegrama, El Paso Texas, 27 de junio de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.6/7.

“Huerta detenido en la frontera”, Diario de la Marina, 27 de junio de 1915, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, microfilm 079. 7291 DIA. d c. 9.

Informes telegráficos de E. Arredondo a V. Carranza, Washington, D. C., junio de 1915, SREAHGE, AEMEUA, L. 455.7. Meyer, Huerta, un retrato político, p. 246–247.

Pan American News Service, Informes telegráficos sobre la extradición de Victoriano Huerta y sobre la formación de grupos en Norteamérica, San Antonio, Texas, 28 de junio de 1915, SRE-AHGE, AEMEUA, L. 455.5 (b)/7.

Copias de las informaciones referentes a la revolución, publicadas en los principales periódicos de Estados Unidos, Chihuahua, 14 de abril de 1915, AIF, F9-74-32.

Z. Cobb a Robert Lansing, El Paso, Texas, 30 de junio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 46.

Z. Cobb al secretario de Estado, El Paso, Texas, 20 de julio de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 46.

Z. Cobb al secretario de Estado, El Paso, Texas, 2 de agosto de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 47.

Efimib Hay al secretario de Estado, Fort Sam, Houston, Texas, 3 de agosto de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 47.

Linda Hall et al., Revolución en la frontera, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1995, p. 238.

“Los agregados de la embajada de Alemania”, The Providence Journal, Rhode Island, Estados Unidos, 4 de diciembre de 1915, CEHMC-APJEC, XXI.63.6999.1-4.

Idem.

V. Carranza a Jesús Acuña, Saltillo, Coahuila, 22 de diciembre de 1915, AIF, F9-18-II.

“Jugando el papel de Alemania”, The World, Nueva York, 15 de enero de 1916, CEHMC-APJEC, XXI. 65./237.1.

Boletín, 5:30, 1 de julio de 1915, agencia confidencial, telegramas, boletines, escritos secretos, SRE-AHGE, AEMEUA, L-E. 476, 4/22.

“Se temen represalias por la muerte de Pascual Orozco”, La Época, El Paso, Texas, 1 de septiembre de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 48.

“Reporte de las condiciones a lo largo de la frontera con México, basado en los reportes semanales hasta el 24 de julio de 1915, desde la comandancia local militar y sobre información recibida de todas las fuentes a la fecha”, NAW, Departamento de Estado, RDSRIAM, microcopia 274, r. 47.

Katz, op. cit., p. 379.

Don Coerver et al., op. cit., p. 138–139.

Ramírez, op. cit., p. 154–156.

Cónsul de México en El Paso a la Secretaría de Relaciones Exteriores, entrevista realizada el 13 de agosto de 1915 durante la prisión de Victoriano Huerta en Fort Bliss, El Paso Texas, AIF, F9-48-X. “Details of story that general Huerta was financed by Germany”, The Mexican Herald, México, 4 de agosto de 1915, tomado de The Providence Journal. Ministro alemán de Relaciones Exteriores a Jesús Acuña, ministro de Gobernación y encargado de despacho de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, D. F., 25 de septiembre de 1915, SRE-AHGE, 16-15-215.

Tomado de Tuchman, op. cit., p. 89.

Rafael Velázquez Flores, Factores, bases y fundamentos de la política exterior de México, México, Plaza y Valdés/Universidad del Mar, 2007, p. 125.

Gamboa, op. cit., p. 260.

Friedrich Katz, “Las guerras internacionales, México y la hegemonía de Estados Unidos”, Friederich Katz, Nuevos ensayos mexicanos, México, Era, 2006, p. 432–433; Duroselle, op. cit., p. 80; Sandos, Rebellion…, p. 116–117; Raat, op. cit., p. 240; Meyer, “Mexican-German”, op. cit., p. 89; Patricia Urías, “Entendimiento, conflicto y represalia”, El triunfo de la Revolución, v. V, p. 933. Octavio Herrera et al., Historia de las relaciones internacionales de México, 1821–2010, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2011, v. I, América del Norte, p. 202.

Robert Lansing a Eliseo Arredondo, Washington, D. C., 19 de octubre de 1915, AIF, F9-12.

Womack, op. cit., p. 114–115.

Memorándum para la División de Relaciones con México del Departamento de Estado, 6 de diciembre de 1915, NAW, RDSRIAM, microcopia 274, r. 50.

Claude-Albert Collard, Instituciones de Relaciones Internacionales, México, Fondo de Cultura Económica, 1978, p. 227.

Katz, op. cit., p. 342.

Meyer, “Mexican-German”, op. cit., p. 82.

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