El diagnóstico de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) basado en síntomas típicos (pirosis y/o regurgitación) es aceptable en la práctica clínica, y la simplifica al hacer prescindible la realización de exploraciones instrumentales, a condición de que no coexistan síntomas de alarma1,2. En esta estrategia se fundamenta el tratamiento empírico; la respuesta sintomática favorable (remisión o alivio sintomático) reafirma el diagnóstico de ERGE3–5.
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son los fármacos de elección para controlar los síntomas, dada su eficacia y rapidez, por lo que se han utilizado como herramienta diagnóstica (prueba del IBP).
DiscusiónEl impacto negativo de la ERGE es importante de manera individual (alteración de la calidad de vida, de la capacidad para realizar actividades) y en el ámbito sociosanitario (consumo de recursos, rendimiento laboral)6–9. Ello hace imperativo el establecimiento de estrategias clínicas que se perciban eficaces y satisfactorias por parte de los pacientes y sean eficientes desde el punto de vista de las políticas sanitarias, como las que se basan en la alta eficacia del tratamiento antisecretor con IBP.
El tratamiento empírico con IBP, que se recomienda para los pacientes con ERGE típica sin síntomas de alarma1,4,5, se indica en la dosis convencional del fármaco durante un plazo de 4-8 semanas, y se ha demostrado que es coste-efectivo, comparado con la estrategia de tratamiento orientada tras la realización exploraciones instrumentales3,6,10,11. La prueba del IBP tiene igual fundamento, pero presenta algunas diferencias debidas a su objetivo diagnóstico12. Se ha experimentado con todos los IBP disponibles administrados habitualmente en una dosis mayor de la convencional (por lo común doble) y durante un plazo más corto (5-15 días)13–20. Se considera positiva, esto es, diagnóstica de ERGE, cuando se constata la remisión o la mejoría significativa de los síntomas (descenso del 50–75% del índice sintomático). Se ha comparado con las pruebas diagnósticas de referencia en la ERGE (pH-metría ambulatoria de 24h y/o endoscopia digestiva alta), estimándole una sensibilidad y una especificidad diagnósticas del 78 y el 54%, respectivamente21. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los estudios disponibles son heterogéneos en cuanto al régimen de IBP utilizado y al punto de corte considerado para definir la positividad de la prueba diagnóstica.
Los estudios de coste-efectividad3,18,22 resultan favorables para la prueba del IBP en pacientes con síntomas típicos de ERGE. Este hecho, junto con la sencillez de su aplicación, la convierten en una prueba muy útil, especialmente en el ámbito de la atención primaria. Es precisamente a este nivel asistencial donde se detecta la mayoría de los casos de ERGE, y su aplicación podría favorecer la selección de los casos que se deben derivar a la atención especializada y/o la indicación de pruebas diagnósticas instrumentales.
En contrapartida, la prueba del IBP no debe considerarse una herramienta de diagnóstico inequívoco de ERGE. No hay que olvidar que tiene una serie de inconvenientes que derivan fundamentalmente de su baja especificidad, dado que el efecto antisecretor ácido potente de los IBP puede conseguir la mejoría sintomática de otras enfermedades del tracto digestivo superior, como la úlcera péptica y la dispepsia funcional.
RespuestaAnte un paciente con síntomas típicos de ERGE y sin síntomas de alarma puede ser de utilidad el uso de IBP como prueba diagnóstica, para lo que se aconseja la administración de un IBP en dosis dobles durante 1-2 semanas.
Coordinadores de la serieCoordinadores generales: Javier P. Gisbert, Cecilio Santander y Josep M. Piqué
Coordinador de sección: Xavier Calvet.