En el año 2007 manifesté mis reflexiones1 sobre la ética de las revistas científicas a propósito de un trabajo publicado por el grupo liderado por David Sinclair2 en la revista Nature en el año 2006.
Mi perplejidad en relación con estos hechos ha aumentando tras conocer que GlaxoSmithKline compró una empresa del sector (Sirtris Pharmaceuticals) por 720 millones de dolares3. Sirtris Pharmaceuticals fue fundada en el año 2004. Entre sus cofundadores y codirectores figura David Sinclair4, el cual es el último firmante del trabajo de Nature del año 2006. Es a partir de sus publicaciones en dicha revista cuando esta compañía se centra en la investigación del resveratrol y sus derivados. En el trabajo referenciado anteriormente, en sus versiones PDF y formato en papel, no se explicitan los conflictos de interés y permanecen ocultos a los lectores2. Por el contrario, Nature sí lo realiza cuando no hay conflictos de interés.
Al respecto me parece oportuno manifestar las siguientes consideraciones. Los autores que tienen participación en la industria farmacéutica o conflictos de interés son menos objetivos en sus investigaciones sobre los productos de su propia compañía. Además, son más propensos a realizar conclusiones positivas en sus investigaciones, muchas veces inapropiadas5. Por otra parte, los médicos que leen trabajos financiados o con conflictos de interés con la industria farmacéutica los perciben con menor interés, y dudan más de su validez y de sus conclusiones6.
Es indispensable que los autores declaren los conflictos de interés y que las revistas médicas los expliciten en los formatos habituales (PDF o formato en papel) sin tener que buscarlos en la página web de la revista. También los revisores, editores y comités editoriales de las revistas científicas deberían declarar si tienen conflictos de interés para evitar especulaciones.