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Inicio Gastroenterología y Hepatología Arteritis de takayasu y enfermedad de crohn: ¿una asociación infrecuente?
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Vol. 31. Núm. 8.
Páginas 548-549 (octubre 2008)
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Arteritis de takayasu y enfermedad de crohn: ¿una asociación infrecuente?
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Aitor Orive Calzada, Sonia Romero Izquierdo, Marian Ogueta Fernández, Eztizen Molina Álvarez, Manuel Álvarez Rubio, Luis Eraña Ledesma
Hospital Santiago Apóstol. Servicio de Aparato Digestivo. Vitoria. Álava. España
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Sr. Director: La arteritis de Takayasu (AT) es una vasculitis crónica de etiología desconocida que involucra primariamente la aorta y sus ramas principales, las arterias pulmonares y las coronarias con el engrosamiento de su pared y la consiguiente disminución de la luz vascular1.

La concomitancia de la AT con la enfermedad de Crohn (EC) es un hecho infrecuente que, sin embargo, ha sido descrita en 29 ocasiones2–6. Presentamos a continuación un caso recogido en nuestro centro.

Mujer de 38 años de edad, de raza caucásica, sin antecedentes medicoquirúrgicos de interés, que ingresa en nuestro servicio por presentar cuadro de un mes de evolución de deposiciones diarreicas, sin elementos patológicos, asociadas a dolor abdominal difuso, náuseas, fiebre, mal estado general y pérdida de 10 kg de peso en este período. En la exploración física destaca la presencia de un soplo sistólico en foco aórtico, junto con una notable disminución de los pulsos de las arterias braquial y radial izquierdas. El abdomen es doloroso de forma difusa a la palpación, sin datos de peritonismo, y se ausculta un soplo abdominal. Asimismo, se observa una llamativa diferencia de presiones entre la extremidad superior derecha (111/71 mmHg) y la izquierda (85/57 mmHg).

La analítica muestra una leucocitosis de 24.200 leucocitos/μl con neutrofilia y discreta eosinofilia de 600/μl (normal, 0-500), anemia normocítico-normocrómica con 9,5 g/dl de hemoglobina y una trombocitosis de 751.000 plaquetas/μl. Los reactantes de fase aguda eran muy elevados con una proteína C reactiva de 182 mg/l (normal, 0-5) y velocidad de sedimentación globular de 112 mm/h.

Ante estos hallazgos, se solicita una colonoscopia y una tomografía computarizada (TC) toracoabdominal. La primera muestra una mucosa en el colon trasverso con úlceras serpinginosas con rodete inflamatorio y fondo fibrinado, todo lo cual sugería el diagnóstico de EC con biopsias endoscópicas también compatibles. En la TC toracoabdominal se aprecian imágenes de engrosamiento de la pared aórtica con seudomasa, sugestiva de aortitis con notable afectación de la luz arterial.

Ante la sospecha clinicorradiológica de vasculitis de Takayasu se realiza una angiorresonancia magnética (angio-RM) que muestra una disminución relativa del calibre de la aorta torácica descendente, presentando un diámetro mínimo de 7 mm. Además, se aprecian estenosis graves y dilataciones del tronco celíaco (de un 50%) y de la arteria mesentérica superior (90%), así como una oclusión completa de la subclavia izquierda con repermeabilización distal (fig. 1).

Fig. 1.

Angiorresonancia magnética con oclusión completa de la subclavia izquierda con repermeabilización distal.

(0.1MB).

Por tanto, la paciente fue diagnosticada de EC con afectación colónica y de AT, iniciándose tratamiento corticoideo e inmunomodulador con azatioprina, que resolvió progresivamente los parámetros analíticos y mejoró la clínica de la paciente.

La AT predomina en mujeres (> 80%), jóvenes (10-40 años) y asiáticas, aunque puede observarse excepcionalmente una distribución universal1; es muy infrecuente en Europa y Estados Unidos, con una incidencia de 1-3 casos por millón de habitantes/año1,7.

Hay ciertas particularidades comunes en la patogenia de la AT y de la EC; los procesos inflamatorios que se producen en ambas están mediados por células T CD4 y células dendríticas, e intervienen numerosos mediadores comunes de la inflamación (interferón gamma, citocinas, factores oxidativos y factores de crecimiento)8,9. Además, se cree que en ambas enfermedades el desarrollo de granulomas puede ser consecuencia del mismo mecanismo, y algunos autores llegan a considerar la AT como una manifestación extraintestinal de la EC2,3.

La clínica de presentación inicial más común son síntomas inespecíficos, como fiebre, artralgias, mialgias y anorexia, para posteriormente predominar los síntomas relativos a las obstrucciones arteriales múltiples, con ausencia de pulsos y síntomas variables en función de las arterias involucradas.

El diagnóstico se basa en los hallazgos clínicos y angiográficos1,4. En la exploración física el frémito y la disminución de los pulsos periféricos son muy característicos. Es habitual la diferencia de presiones entre el lado estenótico y el contralateral. La angio-RM y la angio-TC son de gran valor en el diagnóstico de la enfermedad, y pueden sustituir a la angiografía en numerosas ocasiones1,2.

La presencia simultánea de EC y AT se ha descrito en la literatura médica en 29 pacientes2,5. Uno de los artículos más espectaculares es el de Reny10, que publicó en el año 2003 la experiencia de varios hospitales franceses que recogieron 44 pacientes consecutivos con AT, y observó que 4 de ellos (el 9% de los pacientes con AT) presentaban además EC.

Consideramos que el conocimiento de esta asociación, aunque infrecuente, es importante desde un punto de vista clínico, por lo que se debe realizar una minuciosa exploración física en los pacientes con EC para detectar signos de su asociación con la AT con el fin de tratar precozmente sus posibles complicaciones.

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