Las alteraciones isquémicas duodenales se han descrito en pocos casos en pacientes con ateromatosis severa de las arterias esplácnicas1. Este hallazgo es infrecuente debido a que el duodeno suple la falta de irrigación de la arteria mesentérica superior a través de colaterales pancreático-duodenales2.
Se describe el caso de una paciente mujer de 70 años que acude al hospital por melenas y dolor abdominal de 10 h de evolución. Entre sus antecedentes personales destacan hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, insuficiencia renal y miocardiopatía isquémica crónica. Cinco años antes tuvo un episodio de colitis isquémica. En la exploración física, la presión arterial es de 92/58mm Hg y la frecuencia cardiaca de 102 latidos/min, el abdomen está distendido, es doloroso a la palpación de manera difusa y presenta disminución de los ruidos hidroaéreos. En la analítica sanguínea destaca anemia microcítica e hipocrómica con Hb de 7,3g/dl, leucocitosis y elevación de proteína C reactiva. Tras estabilizar a la paciente con reposición hidroelectrolítica y transfusión de hematíes, se realiza gastroscopia. En ella se visualiza desde segunda porción duodenal y hasta la introducción total del endoscopio en tercera porción, afectación continua de la mucosa con aplanamiento de pliegues, ausencia de motilidad, úlceras extensas y profundas con apariencia necrótica y hemorragia mucosa, todo ello indicativo de cambios isquémicos (fig. 1), tomándose muestras de biopsia. La paciente presenta mal estado general y el cuadro se complica con un episodio de neumonía por broncoaspiración, evolucionando desfavorablemente con descompensación de su enfermedad de base y falleciendo 48 h más tarde sin realizarse más pruebas diagnósticas para evaluación de vascularización abdominal ante el pronóstico fatal de la paciente. Las biopsias revelaron infiltración inflamatoria y proliferación de fibroblastos. Otras causas de duodenitis erosiva que pueden ocasionar una apariencia endoscópica semejante, como vasculitis, amiloidosis, enfermedades granulomatosas, ingestión de irritantes gástricos, alcohol o infiltración por linfoma fueron excluidos con la anamnesis y el estudio histológico. Por tanto, diagnosticamos el caso de duodenitis de origen isquémico.
Los cambios isquémicos en el duodeno son muy raros debido a la presencia de importante circulación colateral que vasculariza este territorio2. La existencia de este hallazgo tiene un pronóstico ominoso ya que determina ateromatosis severa de las arterias esplácnicas abdominales con insuficiente circulación colateral3. El diagnóstico de isquemia mesentérica aguda no siempre es sencillo, al no presentar ningún hallazgo clínico ni analítico específico4, siendo fundamental un alto índice de sospecha para establecer un diagnóstico precoz. El dolor y distensión abdominal en pacientes ancianos con antecedentes personales de enfermedad cardiovascular suele ser una presentación común5. La manifestación como sangrado digestivo es infrecuente y los hallazgos endoscópicos de infarto intestinal pueden añadir un importante índice de sospecha6, como en nuestro caso, con signos evidentes de isquemia y necrosis.