La colonoscopia es la técnica de elección para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad colorrectal, y la principal herramienta de despistaje del cáncer colorrectal. Se asocia con una tasa baja de complicaciones graves (1,9-2,8 por cada 1.000 exploraciones)1,2, siendo las más frecuentes la hemorragia gastrointestinal y la perforación colónica, mayoritariamente en el contexto de una polipectomía.
Se presenta el caso de un paciente de 76 años con hipertensión arterial como único antecedente médico relevante, sin cirugías abdominales previas y sin ingesta de fármacos antiagregantes o anticoagulantes, se le realiza una colonoscopia para estudio de rectorragia. La exploración se realiza bajo sedación con propofol y transcurre sin incidencias, objetivándose como único hallazgo patológico la existencia de hemorroides internas. Transcurridas 12h del procedimiento endoscópico, el paciente acude a urgencias por presentar dolor abdominal difuso, evidenciándose en la exploración física un abdomen doloroso a la palpación de manera difusa, con signos incipientes de irritación peritoneal. Se realiza radiografía de abdomen en bipedestación, que descarta la existencia de neumoperitoneo. Ante la ausencia de aire extraluminal, se decide llevar a cabo una TAC abdominal, que muestra un gran hematoma anexo a la pared posterior del colon derecho, con signos de sangrado activo y hemoperitoneo secundario (fig. 1), sin aire extraluminal. Se realiza intervención quirúrgica urgente, que muestra abundante hemoperitoneo retrocólico derecho con hematoma pericólico, que se evacúa y desbrida, identificándose sangrado activo dependiente de los vasos cólicos derechos, realizándose hemostasia con 3 ligaduras del vaso. La pared de colon derecho estaba íntegra y no se consiguió evidenciar perforación del mismo. La evolución del paciente fue favorable después del procedimiento quirúrgico.
La hemorragia intraabdominal es una complicación infrecuente de la colonoscopia diagnóstica, que ha sido descrita en la gran mayoría de los casos asociada a laceración del bazo, en relación con una excesiva tracción del ligamento espleno-cólico que condiciona rotura secundaria de la cápsula esplénica3. El desgarro y rotura de los vasos pertenecientes al mesenterio colónico, como en el caso presentado, ha sido asociado a la realización de reducción de bucles durante la colonoscopia y la existencia de cirugías previas que puede producir adherencias entre los vasos adyacentes4,5. Únicamente hemos encontrado un caso similar publicado en la bibliografía médica en español6. Otras causas excepcionalmente descritas de hemoperitoneo tras una colonoscopia diagnóstica han sido la rotura de un tumor ovárico7, de los vasos tubáricos8, del apéndice epiploico9 y necrosis de un leiomiosarcoma intestinal10.
Como conclusión, el caso presentado ilustra una complicación excepcional de la colonoscopia diagnóstica que debe ser tenida en cuenta dentro del diagnóstico diferencial del dolor abdominal poscolonoscopia, especialmente ante la ausencia de neumoperitoneo.