La intususcepción en el adulto es una enfermedad poco frecuente, representa alrededor del 5–10% de las invaginaciones2,5 y supone sobre un 5% de las causas de obstrucción intestinal2,5. Al contrario de lo que ocurre en la infancia, donde esta enfermedad resulta mucho más frecuente y normalmente de origen idiopático, en los adultos, en la gran mayoría de los casos, existe una causa orgánica que funciona como cabeza de la invaginación y, dentro de éstas, cerca de la mitad son tumores de origen maligno1,7.
Presentamos el caso de un varón de 20 años que acude a urgencias por dolor abdominal en FID de una semana de evolución, acompañado de vómitos y con ausencia de deposiciones los 2 días previos. A la exploración, el paciente presenta dolor a la palpación en FID, sin datos de irritación peritoneal. Las pruebas complementarias de laboratorio y la radiografía simple no presentan alteraciones significativas. La ECO abdominal muestra datos indicativos de invaginación. Se realiza entonces tomografía computarizada abdominal, en la que se confirma una gran invaginación ileocólica que llega hasta el ángulo hepático, con la característica imagen «en diana», con líquido libre. Se decide, por tanto, intervención quirúrgica, en la que nos encontramos con una invaginación ileocólica (fig. 1) producida por un tumor en íleon terminal que se visualiza tras maniobra de desinvaginación (fig. 2). Se observan además adenopatías en el territorio ileocólico. Se procede a hemicolectomía derecha. El resultado anatomopatológico es de linfoma no hodgkiniano de célula grande B de alto grado de íleon terminal. Posteriormente, se traslada al paciente al servicio de hematología para recibir tratamiento quimioterapéutico.
A pesar de ser la invaginación intestinal una enfermedad muy poco frecuente en el adulto, el hecho de que hasta la mitad de los casos sean de etiología maligna nos debe hacer tenerla en cuenta en el diagnóstico diferencial de un cuadro abdominal inespecífico, aquí es donde radica su importancia. Como ya se ha mencionado, en más del 90% de los casos en los adultos existe una lesión orgánica que funciona como guía4,8,9, que posiblemente altera el peristaltismo normal e inicia así la invaginación6. Suele producir una clínica inespecífica, normalmente con datos compatibles con un cuadro obstructivo agudo, aunque también se puede presentar como cuadros crónicos o intermitentes, por reducciones espontáneas1. Serán las pruebas de imagen las que nos darán la aproximación diagnóstica, son de elección la ECO y la TC abdominal2,3,9, en las que veremos las imágenes características «en diana» y «seudorriñón». En el adulto se requiere normalmente cirugía y resección para su tratamiento2, aunque ésta dependerá del tipo de lesión que visualicemos y de la existencia o no de datos de sufrimiento de asas6,8; además existe aquí un punto de controversia, el hecho de realizar o no desinvaginación previa a la resección. Gran parte de los autores recomiendan no desinvaginar como norma general, ya que cumplen criterios oncológicos7, aunque siempre se debe valorar lo más apropiado, según los hallazgos. Así, en nuestro caso se decide realizar desinvaginación previa a la resección, puesto que a pesar de ser un paciente adulto, se encuentra por debajo de los 50–60 años, edades a partir de las cuales resultaría más probable que la causa fuera una lesión maligna3, también porque se trata de una invaginación de gran tamaño y se consigue así localizar el punto de origen.
Este caso también resulta peculiar por ser la invaginación intestinal la forma de presentación de un linfoma2 que además es de origen intestinal primario y no metastásico, como ocurre con mayor frecuencia. Los linfomas intestinales representan la segunda o la tercera neoplasia maligna en frecuencia del ID, según las series, después del adenocarcinoma. El análisis histológico nos da el diagnóstico definitivo. Además de éste, existe una serie de criterios para considerarlo como un tumor primario, criterios que también se cumplen en nuestro caso, como la ausencia de ganglios palpables, la ausencia de linfoadenopatía mediastínica, la afectación exclusiva intestinal y de ganglios regionales en la laparotomía, el hígado y el bazo no afectados y la extensión de sangre periférica normal. El tratamiento consiste en exéresis quirúrgica y tratamiento oncológico adyuvante según las características del tumor.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.