En las últimas décadas hemos asistido a un incremento de la incidencia de la colitis ulcerosa paralelo al aumento de incidencia de enfermedades autoinmunes y también debido a una mayor concienciación y diagnóstico. Pero es importante recordar que existen otras entidades que pueden remedar el aspecto de una colitis ulcerosa y tenerlas presente en el diagnóstico diferencial.
Presentamos el caso de un varón de 78 años que ingresa por rectorragia de 48 horas de evolución sin repercusión hemodinámica, sin diarrea ni emisión de moco o pus. Como dato de capital importancia para el diagnóstico el paciente refería empleo frecuente de supositorios con paracetamol y ergotamina (Hemicraneal®) para el tratamiento de migraña. El hemograma mostraba una hemoglobina de 10,7g/dl y hematocrito del 32%. Se realizó una colonoscopia con hallazgo de mucosa rectal eritematosa con erosiones superficiales fibrinadas, sin otros hallazgos inflamatorios hasta ciego (fig. 1); el endoscopista, que desconocía el dato del tratamiento con supositorios de ergotamina, concluyó en el diagnóstico de una proctitis ulcerosa. Se inició tratamiento con mesalazina tópica durante 2 semanas y fue dado de alta tras evolución favorable, recomendándole suspender el tratamiento con supositorios de ergotamina. El informe histológico concluía en la presencia de tejido de granulación, material fibrino-leucocitario, fibrosis regenerativa de lámina propia y cambios epiteliales hiperplásicos, propios de borde y fondo de úlcera sin otros datos que suscitaran el diagnóstico de una proctitis ulcerosa. Revisado posteriormente en consulta la evolución ha sido favorable una vez suspendida la mesalazina y la ergotamina tópica, sin recurrencia clínica ni endoscópica transcurrido ya más de un año.
La colitis química está descrita como consecuencia de la contaminación accidental de los endoscopios con sustancias desinfectantes como el glutaraldehido o el peróxido de hidrógeno, o por la administración accidental o intencionada de enemas conteniendo sustancias químicas como el alcohol, contrastes radiológicos, ergotamina, formalina, ácido sulfúrico, ácido acético, jabón, amoniaco y permanganato potásico1,2. Clínicamente puede cursar con dolor abdominal, proctalgia, diarrea y rectorragia. Los hallazgos endoscópicos o histológicos son inespecíficos, pudiendo remedar los de una colitis inflamatoria o isquémica. Por tanto, una buena historia clínica es fundamental para llegar al diagnóstico correcto y no confundirla con otras entidades1.
La ergotamina es un alcaloide derivado del cornezuelo de centeno, clásicamente empleada en combinación con paracetamol y cafeína en el tratamiento de la migraña. Fue el primer fármaco utilizado específicamente para el control sintomático de la migraña, si bien en los últimos años ha sido desplazada por otros agentes terapéuticos3. Actúa produciendo una vasoconstricción de las arterias craneales. La vía de administración rectal mejora la absorción y el tiempo para lograr el efecto terapéutico. Hay descritos casos de colitis tanto con su administración oral4–7, como tópica en enemas y supositorios8. La mayoría eran mujeres y con un largo periodo de tratamiento de incluso 5 años antes del desarrollo de síntomas. El mecanismo de acción por el que la ergotamina puede producir colitis es vía vasoconstricción y vasoespasmo que conduce a isquemia local y necrosis5. En los casos comunicados de proctitis secundaria a supositorios de ergotamina, la rectosigmoidoscopia mostró la presencia de úlceras rectales geográficas y superficiales, que suelen desaparecer tras la interrupción del tratamiento con ergotamina en un periodo de 4-8 semanas8; en nuestro caso el paciente recibió además tratamiento tópico con mesalazina durante un corto periodo de tiempo dada la sospecha inicial de proctitis ulcerosa.
Por tanto, la proctitis química es una entidad rara, posiblemente infradiagnosticada, que debe ser tenida en cuenta en el diagnóstico diferencial de la proctitis ulcerosa.
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