Sr. Director: El agua oxigenada, o peróxido de hidrógeno, es una sustancia química manufacturada, que a bajas concentraciones se utiliza a nivel doméstico y a mayores a nivel industrial. La exposición puede producir irritación ocular, de garganta, de las vías respiratorias y la piel; su ingestión puede provocar efectos intestinales desde leves a muy graves, según la concentración.
Es inestable y se descompone rápidamente en agua y oxígeno, liberando gran cantidad de calor y, aunque no es inflamable, es un agente oxidante potente que puede causar combustión espontánea cuando está en contacto con materia orgánica.
Se encuentra en pequeñas concentraciones (3–9%) en muchos productos domésticos, para usos medicinales y como blanqueador de ropas y cabellos; en la industria se usa en concentraciones mayores como blanqueador de telas y papeles, como combustible de cohetes y para fabricar espumas de caucho y sustancias químicas orgánicas, con amplio uso, por lo que es numeroso el grupo de personas con posible exposición1. Aunque se han descrito múltiples complicaciones por su uso, como proctitis, colitis, perforaciones, embolias gaseosas y muerte, también simulando colitis seudomembranosa, colitis ulcerosa o isquémica, son pocas las publicaciones al respecto y su manejo muy variable, desde no tratar a los pacientes, hasta mantenerlos con nutrición parenteral, esteroides y antibióticos de amplio espectro2–5.
Mujer de 54 años de edad, que presentaba estreñimiento habitual. Decidió administrarse un enema de agua oxigenada comercial ligeramente diluido, y a los pocos minutos presentó un intenso dolor en la región perineal que se extendió a todo el abdomen, seguido de una rectorragia intensa. La exploración general no mostró alteraciones; en el tacto rectal, que fue muy doloroso para la paciente, se obtuvieron restos de sangre. La radiografía simple de abdomen fue normal en decúbito y en bipedestación, y el estudio analítico (hemograma y bioquímica hepática y renal, y determinación de iones) no mostró alteraciones. Se realizó una endoscopia 6 h después de la administración del enema, que mostraba una gran úlcera longitudinal en la cara posterior de la ampolla rectal de unos 15 cm de longitud, con bordes irregulares y rodeada de una mucosa intensamente eritematosa con pequeñas áreas petequiales. La biopsia mostraba criptas con morfología normal y contenido de moco en el epitelio; la lámina propia presentaba un ligero infiltrado linfoplasmocitario. Decidimos no instaurar un tratamiento agresivo, ya que la clínica de dolor y rectorragia fue muy recortada, la extensión de la lesión no era grande y la paciente presentó una evolución favorable. Tras 3 días de observación y sin otro tratamiento más que dieta absoluta y reposición hidroelectrolítica, se mantuvo asintomática. Se realizó una revisión endoscópica a las 3 semanas, que ya mostraba una normalidad de la mucosa rectal.
La colitis por agua oxigenada fue descrita por primera en 1951, por Pumphrey6, y aunque habitualmente las lesiones del tracto digestivo por cáusticos suelen ser por ingesta oral, también se han descrito por vía rectal, casi siempre, en el caso del agua oxigenada, como intento de solventar el estreñimiento pertinaz; por tanto, en estos casos, independientemente del diagnóstico diferencial endoscópico, como en muchas otras ocasiones, la historia clínica es la que establece el diagnóstico de la causa de la rectorragia.