La medida clínica de la presión arterial (PA) es un estimador puntual e imperfecto de dicha variable biológica. La monitorización ambulatoria (MAPA) es, con diferencia, la mejor herramienta clínica para estimar la presión arterial del individuo. Los valores promedio de 24 h, diurnos y nocturnos, tienen todos ellos una mayor capacidad de predecir el daño orgánico y el desarrollo futuro de enfermedad. La MAPA permite la detección de la HTA de bata blanca y de la HTA enmascarada, tanto en el diagnóstico como en el seguimiento de los pacientes tratados. Aunque algunas de las ventajas de la MAPA pueden reproducirse con una medida más automatizada y sin la presencia de un observador en la clínica o con la automedida domiciliaria, algunos otros elementos de gran interés son exclusivos de la MAPA, tales como la determinación de la PA nocturna, el patrón de descenso nocturno y la variabilidad a corto plazo, todos ellos igualmente relacionados con el pronóstico del paciente. No existe ninguna justificación científica o clínica para obviar dichas ventajas y la MAPA debería formar parte de la evaluación y del seguimiento de prácticamente todos los pacientes hipertensos. En lugar de discusiones inútiles sobre su disponibilidad y aceptabilidad, deberíamos centrar nuestros esfuerzos en conseguir que la disponibilidad sea universal y en explicar adecuadamente las ventajas que supone su utilización tanto para el médico como para el paciente.
Clinical blood pressure measurement (BP) is an occasional and imperfect way of estimating this biological variable. Ambulatory blood pressure monitoring (ABPM) is by far the best clinical tool for measuring an individual's blood pressure. Mean values over 24h, through the daytime and at night all make it more possible to predict organic damage and the future development of the disorder. ABPM enables the detection of white-coat hypertension and masked hypertension in both the diagnosis and follow-up of treated patients. Although some of the advantages of ABPM can be reproduced by more automated measurement without the presence of an observer in the clinic or self-measurement at home, there are some other elements of great interest that are unique to ABPM, such as seeing what happens to a patient's BP at night, the night time dipping pattern and short-term variability, all of which relate equally to the patient's prognosis. There is no scientific or clinical justification for denying these advantages, and ABPM should form part of the evaluation and follow-up of practically all hypertensive patients. Rather than continuing unhelpful discussions as to its availability and acceptability, we should concentrate our efforts on ensuring its universal availability and clearly explaining its advantages to both doctors and patients.
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